Theresa May inició este jueves su andadura como primera ministra de Reino Unido sometida a la presión de Europa, que exige un Brexit rápido, y a las críticas por algunos nombramientos en su nuevo gabinete, incluido el del euroescéptico y polémico Boris Johnson como ministro de Exteriores.
Investida jefa de gobierno el miércoles, menos de tres semanas después del voto británico a favor de la salida de Reino Unido de la UE, la conservadora se comprometió a “llevar a cabo el desafío” del Brexit, prometiendo al mismo tiempo “justicia social”.
El jueves por la mañana, el nuevo ministro de Finanzas, Philip Hammond, pareció dar cuerpo a esa promesa al asegurar a los medios británicos que no habrá presupuesto de emergencia para el Brexit, y por tanto, quedan excluidas nuevas medidas de austeridad.
Hammond, anteriormente ministro de Relaciones Exteriores, postergó los anuncios presupuestarios a la “declaración de otoño”, habitualmente presentada a finales de noviembre o principios de diciembre, e informó de que durante la jornada se reuniría con el gobernador del Banco de Inglaterra.
El banco central mantuvo este jueves sin cambios su política monetaria, a pesar de que los analistas esperaban una flexibilización para impulsar la economía frente a los riesgos del Brexit.
Theresa May debería anunciar a lo largo del día el resto de miembros de su ejecutivo, tras dar el miércoles el nombre de los principales titulares.
Signo de la inmensa labor que espera a su gobierno, May ha creado un ministerio enteramente dedicado al Brexit, del que se encargará David Davis, ex secretario de Estado de Asuntos Europeos.
El principal partidario de la salida de Reino Unido de la UE, Boris Johnson, cuya carrera política muchos veían enterrada tras renunciar a la carrera por la jefatura de gobierno, obtuvo las llaves de la Foreign Office.
Su entrada en el gobierno se coló en las portadas británicas.
“Un círculo vicioso”
Desde antes incluso de su investidura, May, primera mujer en dirigir el país desde Magaret Thatcher, se ha visto sometida a la presión de los dirigentes europeos por poner en marcha el Brexit.
“Tengo muchas ganas de trabajar estrechamente con usted y de conocer sus intenciones sobre este tema”, afirmó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
Las dos primeras llamadas de May fueron a los líderes de las dos principales potencias europeas, Alemania y Francia.
En esas conversaciones, la líder británica subrayó su compromiso con el Brexit pero explicó que se necesitará “tiempo para preparar las negociaciones”, dijo el portavoz de Downing Street, añadiendo que la primera ministra espera que las conversaciones “se desarrollen con un espíritu constructivo y positivo”.
Sus primeras decisiones fueron fríamente acogidas en Europa.
El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz afirmó que, con su nuevo gobierno, May “se centra en satisfacer la cohesión interna del Partido Conservador” y “menos en el futuro del país”.
“Reino Unido debe romper ese círculo vicioso y peligroso que tiene impactos directos sobre el resto de Europa”, consideró Schulz en una declaración transmitida a la AFP.
La elección de Johnson también ha provocado una oleada de críticas y mofas en los medios de comunicación y redes sociales de los distintos países de la Unión Europea.
El presidente francés François Hollande, la canciller alemana Angela Merkel y el jefe del gobierno italiano Matteo Renzi se reunirán en agosto en Italia en una cumbre sobre el Brexit.
En un editorial titulado “Nueva primera ministra, mismos problemas”, el diario The Guardian resumía los problemas actuales de Theresa May: “Sin dinero, sin una verdadera mayoría y con una creciente migraña: Europa”.