Su absorta mirada rumbo al camerino asomó la preocupación de Matías Almeyda. No es que al director técnico del Guadalajara le preocupara la falla de Alan Pulido cerca del ocaso. Su mente estaba en la lesión de Jair Pereira, quien —desde ya— está en duda para el duelo del sábado frente a los Jaguares de Chiapas.
Doloroso ensayo para las Chivas. La igualada con el Houston Dynamo de la Major League Soccer (0-0) fue lo de menos. Incluso, la presentación de su fichaje estelar perdió brillo ante esa jugada que podría resultar un duro mazazo.
Pereira fue uno de los ocho jugadores de renombre que ingresaron para el comienzo del segundo tiempo. La novena modificación fue la más esperada: Pulido, quien tuvo un discreto debut con el Rebaño Sagrado. Intentó tener movilidad, crear espacio, pero sólo gozó de una opción frente al marco del club perteneciente a la MLS. El balón le quedó un poco largo.
Fue entonces que el grito de gol se quedó ahogado en la mayoría de las casi 10 mil gargantas presentes en el estadio BBVA Compass. Presenciar los minutos iniciales de Alan como futbolista rojiblanco era el principal atractivo. La falta de coordinación con Isaac Brizuela, Javier López y Carlos Cisneros resultó evidente. El “Pelado” fue traicionado por un par de suspiros.
Pero el rostro se le descompuso al 72’, cuando su bastión solicitó el ingreso al campo del cuerpo médico. Refirió un dolor en la parte superior del muslo izquierdo. De inmediato, el estratega buscó opciones para sustituirle. El problema es que no halló alguna verdadera. El caos se desató en la banca visitante.
Los zagueros Carlos Salcido y Oswaldo Alanís fueron considerados para el juego, mas quedó claro que aún no están listos para reaparecer, tras sus respectivas lesiones.
Se intentó que Miguel Basulto, titular y relevado en el descanso, reingresara al lienzo verde.
El cuerpo arbitral casi cae en el ardid, debido al carácter amistoso del choque. Esfuerzo estéril.
Almeyda jamás contempló a Salcido o Alanís. Mientras se buscó que se diera permiso al “Abuelo” Basulto, incluso con una camiseta distinta a la que utilizó durante la primera mitad, se pensó en un inverosímil plan B: echar mano del tercer portero como jugador de campo.
Faltaban ocho minutos por jugar, así es que el meta Miguel Jiménez entró —con el 2 de Alanís— para cumplir el requisito de contar con 11 futbolistas en el campo y ayudar a que los estadounidenses no marcaran el tanto que les habría dado la victoria.
Aunque era lo de menos para el “Pelado”, quien pudo haber perdido a una pieza clave.