TAMAULIPAS.- En los últimos años, la prolongada sequía que se registró en el centro de Tamaulipas obligó a muchos productores a buscar alternativas para no perder sus ingresos.
Una de ellas fue el aguacate, cultivo que comenzó a sembrarse en huertas reducidas o en puntos estratégicos donde la humedad favoreciera su desarrollo.
Hugo Pedro Ramos, productor de la región, recuerda que el aguacate llegó a convertirse en un salvavidas económico, ya que desde las primeras cosechas tuvo buena aceptación en el mercado internacional.
“De que se produce, se produce… y se vende bien”, afirmó, señalando que el precio de la caja pasó de 200 pesos a 750 pesos actualmente, debido a la escasez provocada por heladas y daños en otras zonas del país.
Mientras el aguacate ganaba terreno, los citricultores enfrentaban otro reto: el HLB (Huanglongbing), enfermedad que en años pasados causó pérdidas considerables.
Ramos explicó que se ha logrado combatir este mal con tratamientos biológicos como la quitinasa, que corta el ciclo de la plaga de manera rápida y efectiva.
“Con buena nutrición al árbol, la enfermedad casi no se expresa en los cítricos”, indicó.
Aunque las huertas de aguacate se mantienen en municipios como Güémez, Llera, Hidalgo y Gómez Farías, la atención de los productores vuelve a centrarse en la citricultura.
“El cultivo de la naranja no se acabó”, comentó.
Con nuevas prácticas de manejo del suelo y control de plagas, los naranjales retoman su papel central, mientras el aguacate se mantiene como una opción complementaria, lista para respaldar al campo tamaulipeco en futuras contingencias.
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