Opinión: La pluma profana de El Markés

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“Libertad de ex prisión”

“Libertad de expresión” es una expresión a la que siempre le ha faltado libertad para ser ella misma. Es como la chica hermosa que el padre celoso no deja salir de casa. Ha vivido recluida desde su nacimiento y cuando ha escapado y ha divulgado su sapiencia, muy caro le ha costado. Expresarse con libertad es algo que todos anhelan, pero que muy pocos pueden hacer. La inquisición contra la exposición de la verdad es tan añeja como el mundo mismo. Presa e incorrupta perece silenciosa dejando ver sólo esa parte cómoda, esa que le es permitida mientras su esencia perece silenciada.

Un buen cepillo dental, acompañado de una intensa limpieza bucal elimina la molesta halitosis. Pasa lo mismo con una certera bala dando en el blanco y justo donde se quiera acallar aquello que resulta molesto para algunos. A grandes males, grandes remedios. A sabiendas de que la justicia a mano propia está penada, muchos creen que aniquilando el problema de raíz resulta más eficaz que una espera que bien podría extenderse hasta por años.

Por lo menos en el estado de Coahuila los crímenes contra quien divulga información, o sea periodistas, es una cifra que va a la alza de una manera escandalosa. No creo que no exista un símil en el resto del país siendo que nuestra nación es una de las más peligrosas para desenvolverse en el mundo del periodismo. Hoy por hoy los juglares de la noticia viven a la defensiva y con una simulada protección gubernamental que en realidad no sirve de mucho. Cuando se estorba se estorba y con todo y que los dioses te tengan preparado un plan en la tierra, los dioses de los gobiernos te cambian todo el juego. Cometido el crimen viene el luto y los vanos y flacos discursos de consuelo a las familias y falsas promesas de protección. Tampoco faltan las ofrendas florales del gobierno en el sepelio y mucho menos las lágrimas sinceras, porque esas si son sinceras, de los colegas que siguen fielmente el cortejo fúnebre.

Por muchos años vivimos cegados y muy crédulos ante lo que decían los periódicos de mayor o menos circulación.  Creíamos que lo que exponían era doctrina. Pasaba exactamente lo mismo con los noticieros en televisión. Esos personajes vestidos con traje y con una solemne serenidad exponían lo que ocurría en Medio Oriente causando miedo y preocupación a los televidentes al exponer crudas escenas de la guerra. Su palabra como comunicadores era ley. Hablaban de los políticos como los grandes salvadores de la patria y era imposible pensar en la llegada de otro partido porque sabíamos, a causa de años de seducción informativa, que cambiar era de tarados… pero un día el telón se abrió antes de que los actores estuvieran listos. Los espectadores, atónitos y todavía acomodándose en sus asientos, descubrieron a la actriz en pantaletas y al actor sin su traje de gala. La plumas estaban por el suelo y los arlequines bebían un poco de cerveza. En un momento los encargados del teatro cerraron las cortinas y todo se volvió silencio. La magia había terminado. La actriz no era tan bella, ni el actor apuesto y ni los arlequines tan divertidos. Quitarles la careta fue lo mismo que verle el rostro a Jasón de “Viernes 13”. Y fue entonces que desde ahí, la sociedad se volvió fuerte. Su creencia en la palabrería de los comunicadores se volvió reservada. Creía pero no del todo. Y es así que hasta el día de hoy la credibilidad de los noticieros fue tan devastadora que muy pocos buscan la noticia en los canales tradicionales de televisión.

Mucho tiempo después y con la llegada de las redes sociales muchos se enteraron que las televisoras eran parte de todo un espectáculo circense que alimentaba la ignorancia de la gente. Periodistas aliados con la mafia hacían cuanto podían para llevar al ganado por “el buen camino”.

La muerte de periodistas se incrementó con la llegada de las redes. Comunicadores independientes comenzaron a crear canales de noticias desde los cuales emitían su información sin restricción alguna. Siendo autónomos no recibían un salario por exponer tal o cual información. Siendo así e incomodando a los grandes protagonistas de la escena política, estos comenzaron a  buscar el medio de darle solución a un problema tan incómodo como era un periodista echándole lodo.

La política, bien manejada por la prensa, puede llegar a altas esferas de éxito; sin embargo, teniendo en contra a la misma, el fracaso está asegurado. El estado de Veracruz es sin duda uno de los estados más vulnerados, pisoteados y humillados en cuestión de prensa. Es el territorio nacional con más muertes de corresponsales.

Hoy el periodismo real es estorboso y nada conveniente para los que obran en la oscuridad. El periodismo que grita la muerte de mujeres y el abuso sexual a menores resulta por demás incómodo y muy digno de extirparse como si fuera un tumor maligno.

Mientras la verdad le sea negada a la sociedad, los periodistas seguirán siendo un tremendo dolor de cabeza para esos que sonríen en campaña, pero que detestan a  su pueblo en su alcoba. Adieu.

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