Ni Cristiano Ronaldo: Bellingham, gol en sus primeros cuatro juegos de Champions League con Real Madrid

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MADRID.- Real Madrid consiguió perfección en Champions League tirando de carácter, de recursos y de experiencia. Derrotó a un Nápoli respondón, que se puso por delante con gol del Cholito Simeone, reaccionó a la remontada y tuvo sus minutos de jerarquía en el Bernabéu. Pero como en el encuentro del Maradona, se encontró con un futbolista dominante, gigantesco, capaz de imponer su talento de principio a fin para prohibir una derrota del Madrid en su competición favorita. Jude Bellingham marcó un gol, sí, y dio otro, el cuarto, pero por encima de los datos está el fútbol extraordinario, preciso, incisivo, especialmente en el tramo final, donde se deciden los partidos, para confirmar su jerarquía. Enganchado a él volvió a ganar un equipo en racha que hace disfrutar a su hinchada, entregada al inglés.

Hay enamoramientos instantáneos. Un gesto, una mirada, un susurro es suficiente para comprender que nacieron para encontrarse. Entre Jude Bellingham ha ocurrido algo menos romántico, pero mucho más efectivo. Desde el primer día que se puso la camiseta con el 5 ofreció todo lo que encandila al Santiago Bernabéu, y no hablamos de goles. Que también. Es más esa mezcla de fútbol elegante, de alta escuela, y entrega sin reservas que le convierten en el eje del equipo blanco. El escalofrío que recorrió el estadio al ver al inglés sobre el césped tras doblarse el tobillo convirtió en secundario un partido de Champions. Palabras mayores. Tal es la dimensión que ha alcanzado en tres meses.

Otro hito: Jude Bellingham ahora presume gol en cada juego de Champions con Real Madrid. Cuatro de cuatro. Ni Cristiano Ronaldo.

Bellingham, el eje del Real Madrid

Para entonces, minuto 42, el partido ya estaba en ventaja para el Madrid. Ancelotti había devuelto a Brahim la ocasión que su estómago le negó en Cádiz. También colocó a Ceballos sobre la banda derecha para ayudar a Carvajal con Kvaratskhelia, la gran amenaza del Nápoles en la alineación ante la ausencia de Osimhen, tocado. El georgiano, jugador de barrio, sólo necesitó una pelota en su zona para buscar el disparo, recoger el rechace de la defensa y colocar un centro cerrado a Di Lorenzo que el lateral dejó atrás para la llegada de Simeone. Remató a bocajarro Gio, Lunin se retorció en busca del milagro pero el chivato vibró en la muñeca del árbitro. Gol.

Pero está el Madrid en un punto dulce de la temporada. En lugar de acusar el golpe ante un buen adversario, se levantó al instante. Figura en la estadística el extraordinario golpeo a la escuadra de Rodrygo, tras medir a su par, partiendo desde la izquierda, su rincón predilecto. El empate inmediato no habría llegado de no mediar un robo magnífico de Brahim y una ruleta sobre Anguissa para iniciar la contra. Ese 1-1 desató a un Madrid brillante, con Carvajal disparado por banda, Kroos regulando el caudal, Brahim apareciendo entre líneas y Rodrygo mejorando cada ataque. El 2-1 fue consecuencia de un ataque largo, pausado, de lado a lado, que sorprendió a la zaga napolitana por la procedencia. Subió metros Alaba, que tiene un guante en la zurda, templó un pase diagonal a la espalda de Juan Jesús y allí apareció Bellingham para remachar el gol como un martillazo. Potencia y colocación,

Tramitó el resto del primer acto el Madrid con autoridad. Pudo aumentar la renta, especialmente por las coladas eléctricas de Carvajal, pero el Nápoles no estaba vencido, según proclamaba su capitán Di Lorenzo. Un rayo por la derecha. Un centro suyo al área buscó a Simeone para el empate, pero lo sacó Rüdiger, jefe de una zaga algo pasiva. Era el anuncio de lo que ocurriría nada más iniciar el segundo acto. Entró Osimhen por Simeone, se animó el Nápoles por banda izquierda y sacó petróleo. Zambo Anguissa buscó el centro, recibió el despeje trompicado de Ceballos y voleó, violento, a la red con poco ángulo.

Esta vez sí, el Madrid se resintió. Perdió el hilo del juego y de sus mejores futbolistas, engullidos por un rival en crecimiento. Ceballos perdió un balón impropio, con todo el Madrid en campo contrario, que obligó a un milagro de Valverde para evita el tanto. Fue lo último del andaluz en el partido. Entró Joselu, y poco después Nico Paz por un acalambrado Brahim,. El Nápoles tuvo su rato de dominio, aunque le dio para un gol anulado por claro fuera de juego de Osimhen y poco más.

Desaprovechó su ocasión el campeón italiano, algo que se suele pagar en el Bernabéu. Entró en combustión Bellingham como todocampista. Fue pasador, centrador y rematador. Todo en uno. Sólo faltó que Joselu se hubiera atado las botas correctamente. Malgastó cuatro ocasiones clamorosas, incluida una de cabeza sin portero. El arreón blanco encontró un héroe de la casa para remontar el partido. Nico Paz, una de las joyas de la cantera, dibujó una maniobra excelente ante Cajuste para tirar desde lejos. Meret falló e hizo bueno el viejo lema de probar suerte, por si toca. Tocó.

El 3-2 obligó al Nápoli a irse arriba y dejó campo abierto para Bellingham, que coronó su noche pletórica con un pase extraordinario dese la izquierda, al segundo palo, regalando el tanto redentor a Joselu. Como sería que pidió perdón a Jude, por malgastar tantas asistencias. Sólo por ver al inglés merece la pena pagar la entrada.

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