CD. DE MÉXICO.- Al australino Philip Nitschke le llaman el Doctor Muerte por no ser sólo un férreo defensor de la eutanasia, sino porque fue el primero en aplicar una inyección letal de manera legal y voluntaria por parte del paciente, además de ayudar a otras tantas personas en su deceso.
Ahora, forma parte del cine mexicano con un documental titulado Dulce muerte, dirigido por Analeine Cal y Mayor, listo para comenzar corrida por festivales.
“Es la historia de él, a quien seguimos por mucho tiempo, y la de una viejita inglesa que fue a Tijuana para conseguir un líquido por si en algún momento quiere morirse”, dice la realizadora.
“Es un tema fuerte, pero tiene su humor negro, al público le van a parecer divertidas algunas cosas”, adelanta.
A Nitschke lo conoció hace unos años cuando, tras haberle quitado su licencia médica, éste decidió dedicarse al stand up con temática mortuoria.
“No sabía que hacer sin licencia y siempre había querido ser comediante, entonces armó un stand up, teniendo su debut en el festival de Edimburgo y claro, era controversial y la policía llegó dos veces”, recuerda.
Carlos Sosa (Sanctorum), Laura Imperiale (Made in Bangkok) y la propia Cal y Mayor son productores del documental, que la semana pasada tuvo su versión final. Analeine debutó en cine con El niño que huele a paz, seguida por La voz de un sueño y El libro del amor, también dirigió series como Madre sólo hay dos y Los pecados de Bárbara.
Nitshke, de 75 años, dijo en 2009 que se le hacía inmaduro que la sociedad exigiera a los humanos vivir “con indignidad”, dolor y angustia, mientras se es más amable con las mascotas, a las que se les aplica la muerte asistida, para evitar sufrimiento.
“Él ya tenía una película de él enfocada en una señora que quiere morir al cumplir 80”, recuerda la realizadora.
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