La pluma profana de El Markés

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“La maldita primavera”

Con la bendita llegada de la primavera se ha dejado venir un torrente de sorpresas, bueno, aunque algunas de ellas se han vuelto tan recurrentes que la sorpresa se ha convertido en algo prácticamente domesticado.

El panorama frio y lúgubre que el invierno trajo consigo, dejó a la naturaleza devastada y un ambiente tan depresivo, que no sólo la cuesta de enero se tornó pesadísima para soportar, también el índice de suicidios por depresión se elevó a una dimensión muy pocas veces vista. Así y en tales circunstancias, fue el estado de Coahuila uno de los estados de la República mexicana que punteó, lideró y se coronó como uno de los principales afectados.

La economía, el desamor y la violencia fueron los motores principales que dispararon estas cifras. Muchas empresas cerraron sus puertas dejando sin trabajo a muchos; otras más simplemente sacaron la oz y cortaron cañas, despidiendo y haciendo recortes de personal. Así y empezando el año, muchos se tornaron seres fantasmales vagando por las calles en busca de trabajo, y los que vieron en esto una oportunidad para holgazanear, se convirtieron en la peor pesadilla de sus hijos y de sus mujeres. La violencia se incrementó y en automático los feminicidios e infanticidios. En este no me equivoco y con todo y que este tipo de notas “manchen” los discursos blanqueados de las autoridades políticas que con micrófono en mano gritan saldos blancos, la realidad es otra.

Con la llegada de la primavera llegó igualmente la Semana Santa. Con la llegada de los días más celestiales, espirituales y moralistas del año, llegaron igualmente las multitudes a las playas de Cancún, Acapulco, Puerto Vallarta, Mazatlán, Guayabitos, Nuevo Vallarta, Tampico y otros muchos destinos acuáticos más. Coludidos la santidad con la exhibición de cuerpos perfectos, el ser humano, tan hipócrita desde su creación, se ha guardado la Biblia en el librero y ha hecho sus maletas porque después del Covid, ya hacen falta unas buenas vacaciones… pero desafortunadamente para los que aman el Caribe, con el arribo de la Semana Santa y de la primavera, también ha llegado el divino Sargazo a la bellas playas de Cancún… y es que por más maquinaria y personal invertido en el desfogue de esta materia marítima, no hay nada ni nadie que pueda contra la sabia naturaleza. El Sargazo no está ahí para joderle la vida al turista, está ahí como un resultado natural de la vida natural.

Con el arribo de la primera estación del año y con los pies de Jesús andando sobre las aguas serenas del Mar de Galilea, también ha llegado el deseo de muchos por querer sancionar, mandar cerrar y hasta destruir esos sitios en los que se vende carne. Se debe de ser santo a como dé lugar y la carne no debe de comerse bajo ninguna excusa. Bienvenidos los peces, las tortitas de camarón y las lentejas. Y así, con un terrible antojo de pecar y comer carne, muchos van amando a dios y al diablo al mismo tiempo, en una fe tan falsa como los discursos de los políticos.

Esta primera estación igualmente ha acarreado algo peor que el sargazo, una marea roja de indocumentados que, en su intento por llegar al país de las barras y las estrellas, ponen en riesgo la vida propia y de los suyos. Hace unas horas en lo que fuera un contenedor de agua en un hotel de Oaxaca, de logró la detención de más de setenta indocumentados. Las nacionalidades iban desde cubanos, nicaragüenses, hondureños y de más. Fueron encontrados en condiciones deplorables, y claro, puestos a disposición de las autoridades migratorias.

Otro de los casos tristísimos con los que amanecimos hace unas horas, fue con la localización de ocho niños abandonados en la ribera del Rio Bravo. El pollero, traficante de personas o como se le quiera llamar a estos criminales, simplemente los dejó desorientados, a la intemperie y sin alimentos.

Sin duda alguna esta ha sido una primavera lo bastante maldita. Y hasta a la política ha alcanzado este fenómeno tan caótico pues, con el denominado Revocación de mandato, la ira contra el actual presidente se ha elevado mucho, aunque el apoyo mucho más. Es así, que entre el sargazo inquietando a los extranjeros, la hostia y los días de guardar manchados por la desobediencia; la invasión y el abuso contra los migrantes y la desigualdad social, esta ha sido una de las primavera más malditas que nuestro país haya vivido.

Sin duda alguna y como dijera Yuri a voz en cuello, “llegara así, la Maldita Primavera”, y claro, pasará, pero eso sí, muy ligera. Así que lo mejor es poner en práctica la paciencia, echar de lado el estrés y salir a tomar aire al campo, a caminar un poco, a fusionarse con la naturaleza, esa única cosa con la que bien podemos comulgar sin que nadie nos cobre un peso. Acojámonos a lo más sabio, a recibir la primavera como debe de hacerse, respirar profundo, admirar su bella evolución manifestada en aromáticos retoños, soles tibios, aguas cristalinas y polución de peces y animales silvestres, eso no tiene nada de maldita primavera, sino de una clara manifestación de que estamos vivos y de que los dioses siguen consintiéndonos pese a la tremenda sosería nuestra de no querer aceptar tales mimos, adieu.

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