La pluma profana de El Markés

0
197

“Transmigración”

Camila salió de Managua con la idea de que si no lo hacía de una vez, su vida se acabaría sumida en la prostitución. De pronto había pensado que lo suyo no era eso, que tenía que huir y aceptar la grandiosa oferta familiar de viajar hacia la ciudad de Chicago. Entonces tomó lo que no le pertenecía del bar, se lo entregó a un traficante de personas y se hizo a la tarea de cruzar buena parte de Nicaragua, otros países y finalmente tocar tierra chiapaneca. Ahí ya la esperaba un tipo mal encarado que de modo autoritario le dio a ella y a otros muchos todas las instrucciones pertinentes para poder lograr el más grande objetivo, cruzar territorio nacional, pasar la frontera y llegar finalmente a los Estados Unidos. Las palabras dulzonas del hombre los hicieron subir de a poco a la profunda y larguísima caja de un tráiler. Eran más de ochenta y Camila tal vez la ochenta y uno. En su mochila llevaba agua, dinero que creía suficiente, algunas joyas que habían pertenecido al hombre que la había manejado desde niña y una identificación oficial. Uno que otro llevaba linternas de pilas y otros más se alumbraban con las luces del celular cuando las enormes puertas terminaron por cerrarse y condenarlos así a una terrible travesía sumergidos ya no sólo en las tinieblas, también en los malos olores causados por la falta de aseo, heces fecales, orina y demás, la gran variedad de personalidades y caracteres tan diversos hacían que de vez en vez los ánimos de caldearan, llegaran a los empujones y hasta los golpes… luego venía la reconciliación y el entender que el trayecto sería tan largo que mejor convenía llevar la fiesta en paz.

Al cruzar por la larga tripa que era el estado de Veracruz, un tal Trino Aldape ya había comenzado a molestar a Camila proponiéndole relaciones sexuales apenas tuvieran una oportunidad. La chica, que había entablado charlas con él para hacer más llevadera la trayectoria, había terminado por convencerse que el tipo era tan peligroso que debía mantener la distancia.

En el estado de Hidalgo, Aldape renunció cuando por la noche el tráiler se había detenido para que los internos salieran a tomar aire en medio de la noche. Tomaré la Bestia apenas la encuentre, le había dicho, en La Bestia al menos se puede respirar, no que aquí terminaré asfixiado.

Luego de ese descanso no hubo más. El tráiler se detuvo quien sabe dónde, quién sabe cuándo y quién sabe a qué horas; de pronto ya nada se había movido y supieron que estar más de cinco horas sin movimiento, ya sonaba apeligro. Y el riesgo llegó cuando todos comenzaron a inquietarse, a perder el control a empujar a puerta para intentar salir antes de ser consumidos por el calor del medio día y el frio de la noche. Algunos supieron que lo extremoso del clima podría ser que tal vez estuvieran en medio del desierto de Coahuila, San Luis potosí o Durango. El terror se había comenzado a adueñar de todo y Camila sentía tanta lástima de ver a dos o tres madres de familia que llevaban bebés acuestas… y sí, luego de más de cuarenta y ocho horas sin ser escuchados, faltos de agua y cada vez hasta de aire, los dos bebés más pequeños murieron. Dos días después todo comenzó a tornarse putrefacto y hasta los hombres que parecían tan resistentes se habían debilitado… entonces un día cualquiera de marzo, julio o septiembre, las puertas se abrieron. La policía se echó atrás al sentir un terrible y pestilente vaho saliendo de aquella cloaca. Enseguida llegaron las ambulancias y comenzaron a sacar los cuerpos muertos de más de veinte personas, el resto, el resto fueron directo a los hospitales para su recuperación y posterior extradición. Camila tuvo una única oportunidad que no desaprovechó, huir a la primera oportunidad e internarse en lo profundo de la maleza. En poco tiempo y al contacto con las primeras personas, supo que se encontraba en Pinos, Zacatecas. Tuvieron que pasar más de quince años antes de que Camila decidiera dejar el pueblo que la había acogido y emprender su camino hacia Chicago. En Ciudad Acuña fue detenida y desafortunadamente, devuelta a Managua sin un centavo. Allá fue tomada por su antiguo jefe que luego de perseguirla por haberle robado algunas de sus pertenecías más valiosas, había terminado por asesinarla y ponerla en una cisterna de donde fue sacada diez meses después… ¿les suena conocida la historia? Seguro que sí, son cosas de todos los días y frente a nuestros ojos.

México es un territorio de migrantes. Cada vez son más y más las personas que, viniendo de Sudamérica, tienen la clara intención de cruzar  a territorio estadounidense. Sin embargo, cientos de ellos se quedan a vivir en territorio nacional. Muchos son los migrantes que han hecho vida en México, al grado de aceptar que volver a su patria es volver al hambre, al abuso, a la pesadilla de ser excluidos por el gobierno.

Lo más terrible del mexicano, es huir del migrante, el no extenderle la mano en su paso hacia el norte. Nos quejamos del trato que tiene los gringos con nuestra gente y nos olvidamos del trato que le damos a los que vienen del sur.

La transmigración que necesitamos es una transmigración emocional, una que nos torne más humanos y que podamos entender que México no es nuestro, que el territorio nacional no es para los mexicanos, es para los humanos, simplemente porque somos universales. Es sin duda el egoísmo, la vanidad, la falta de empatía lo que nos ha ido destruyendo como seres humanos. Adieu.

Mantente informado las 24 horas, los 7  días de la semana. Da click en el enlace y descarga nuestra App!