La pluma profana de El Markés

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Denme un chance

Hay veces que los súper héroes no pueden poner a salvo ni a su propia familia. Lo digo porque a últimas fechas Emilio Lozoya Austin ha buscado por todos lados la ayuda del paladín de la justicia, su pariente lejano Austin Power. Sin embargo, los fans de este caballero de la justicia saben que lo último que haría este fotógrafo de día y justiciero de noche, sería ayudar a alguien que está hasta el cuello de corrupciones y malversaciones de dineros. Tal vez, y subrayo el tal vez, este defensor se ocuparía de tomarle la mejor foto para que saliera lo bastante guapo en la primera plana de los diarios de mayor circulación en el mundo, pero sólo eso.

A sus cuarenta y tantos el joven Emilio tiene tras de sí universidades de alto prestigio que lo colocaron en su momento como un estudiante estrella que con sus conocimientos logró posesionarse en negocios de economía llevándolo en directo a relacionarse con personajes de alta cuna política. Durante los primeros meses del mandato del presidente Enrique Peña Nieto, en sí, allí entre el 2012 y 2013, Lozoya pasó a ser el líder más transparente en finanzas. La confianza que obtuvo por su labor lo llevó a navegar, ahora sí, en una región más transparente, como la novela de Carlos Fuentes. Los mexicanos veían en él la perla de gran precio que el país necesitaba para sanear los desfalcos y los caminos contaminados de Petróleos Mexicanos.

Durante 12 años el partido blanquiazul se había encargado de hacer sus maniobras para hacer de México un país que tuviera dignidad ante el mundo, sin embargo, al final de este poderío el territorio azteca estaba teñido de sangre a causa del combate al narcotráfico de manos de un Calderón Hinojosa que ya pensaba más en las bebidas embotelladas que meter en cintura a los grandes capos de la droga. Defraudados, los mexicanos decidieron volver a las viandas sucias que le ofrecía un viejo gobierno de ideas repetitivas y obsoletas, un partido de tres colores que terminó coronando a un chamaco admirado por las mujeres y amado por los internautas dedicados al llamado meme que, como una diversión, hicieron de su imagen la comidilla durante seis años. Fue justo en este tiempo cuando Lozoya llega mostrando una expresión de confiabilidad que permitió que se creyera en él… pero de pronto, y al poco tiempo de ser camarada del recién coronado presidente Peña, el decente y cristalino Emily adquirió una mansión de tan sólo 38 millones, 175 mil pesos. No sabríamos decir si ese fue su primer logro estando en el poder, y lo digo porque así nomás porque sí se convirtió en un hombre de amplia apreciación artística; lo digo porque en las paredes de su palacio colgaban obras de pintores de renombre. Estamos hablando de cuatro obras de Salvador Dalí valuadas en 50,000 dólares; también del artista oaxaqueño Luis Zárate, de un costo de 400,000 dólares. Sin tapujos, el empoderado exhibió y reveló haberlo pagado todo al contado.

Haciendo alarde de su poder adquisitivo hizo oficial su muestrario de relojes con engranaje de oro, que había obtenido entre 2010 y 2011.En el pináculo del poder reveló ser un hombre acaudalado y volviendo al arte, dijo tener una obra de Picasso obtenida por medio de una herencia… pero todo cae por su propio peso y no hay odre, por más resistente que este sea, que pueda poseer más cantidad de vino del que puede tener, y de pronto, ¡Puum!, el odre estalló, el vino se regó y el hombrecito era buscado por todo el orbe acusado de un sinfín de cargos. Uno de los más importantes, el caso Odebrecht.  Lograron pillarlo en una zona residencial en España en la que vivían magnates que ni sabían que existía la pobreza. Se dice que el mal se lleva en la sangre y aquí se aplica con exactitud cuando tanto la madre como el padre del pequeño Emily, igual habían estado manchados por crímenes que tenían que ver con malos manejos de dinero público.

Al borde del abismo y a punto de ser enjuiciado de por vida, Lozoya Austin ya no vio la llegada de su pariente Austin Power y pidió una séptima prorroga de 60 días antes de ser enjuiciado por los casos de Odebrecht y Agronitrogenados. Denme un chance, parece suplicar en todas esas imágenes que circulan en internet, un chance que a todas vistas parece no llegará nunca ante las puntas condenatorias que lo tiene al tope.

¿Acaso no experimentará pesar el ladrón público al quitarle el bocado de la mano al más pobre? ¿No existirá remordimiento al comer de amplias viandas mientras que el mas mísero de los mexicanos deambula frente a una panadería anhelando aunque fuere un trozo de pan? No hay peor miseria para un hombre que ver a sus hijos padecer hambre, e infame aún, no encontrar el medio de obtenerlo para llevarlo a casa. Igual no hay peor miseria y condena para un hombre que se apodera con injusticia de lo que pertenece a todos. Es pues el egoísmo la marca de los partidos políticos fundados en nobles anhelos, pero elevados a base de engaños y corrupciones, adieu.

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