La pluma profana de El Markés

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¿Y si les ponemos cero?

Como si fuera un acto circense, todos cuantos supieron de la petición de Rigoberto, secretario general de la sección 30 del SNTE, se echaron a reír. Y es que no fue una sonrisa o una mueca de agrado, no, fueron carcajadas. Y es que este honorable señor y reconocido líder de los maestros en Tamaulipas, ya no sólo pidió, exigió una disculpa casi mundial por parte de las comitivas de vacunación por evidenciar, sacar a luz, echar de cabeza, ponerles el dedo, chismorrear, decir en voz baja, o como quiera llamársele, al hecho de decir con altavoz que los maestros de tal o cuál sección y que ya sabemos cuál, estaban haciendo hasta lo imposible por volverse a vacunar. El secretario sacó una y mil opiniones, excusas y libretas llenas de sus razones, sin embargo, la sociedad entera se tapó los oídos, pues aquí y en China, y con respecto a la vacuna, hasta el momento todo humano se ha puesto una dosis y, en algunos casos, una más dependiendo de la farmacéutica.

México es uno de los países que dio atención rápida a sus ciudadanos. Testigos somos que el gobierno se movilizó prontamente y veíamos en los diversos medios informativos cómo llegaban aviones cargando dosis para aplicarse en el orden establecido. No está de más decir que el orden fue tomado muy sabiamente y bastante bien estudiado. Los adultos mayores y los médicos fueron los primeramente privilegiados. Los primeros por ser punta de flecha en una enfermedad que hasta ese momento todavía no entendíamos muy bien. Nadie puso objeción de que así fuera porque era lo justo y lo inteligente. Los adultos mayores y su fragilidad ameritaban ser los segundos. Tampoco nadie puso objeción con todo y que los detractores pusieron mil trabas objetando de que se les tenía en condiciones infrahumanas durante la aplicación. En contra de todos los enemigos y malos pronósticos, la comunidad adulta fue inoculada. Entonces siguieron los hijos de Vasconcelos, los profes. A partir de ahí el resto de la sociedad fue vacunada como ya sabemos, por edades y en sus tiempos. El proceso de vacunación estaba bien hasta que llegó este grupo de ¿educadores? Tratando de deseducar a la sociedad, alterar el orden, exigir lo que era ilógico e intentando hacer valer un derecho que si bien es cierto, existe un orden.

México fue bendecido con una atención oportuna, sin embargo, existen millones de personas que siguen sin ser inoculados por muchas razones. Algunos por enfermedad, otros por vivir en regiones tan remotas que todavía se busca el modo de llegar hasta ellos. El gobierno ha sido tan audaz y responsable, que de llegar se llega. De que existen apáticos, incrédulos y de más, eso es verdad, y en ese aspecto cada quien se echa al lomo su grado de responsabilidad.

Con todo y que la población infantil no ha sido vacunada, a excepción de quienes se han amparado, esta acción ya se escucha y hasta se está programando para llevarla a cabo. A lo que vamos, señores míos, es que este beneficio médico es para todos, existen vacunas para todos, y no es necesario el ser codiciosos, mezquinos o acaparadores de un beneficio que debe ser para todos. De que se puede poner una segunda dosis, como dicen los maestros, está correcto, qué bien que así sea, sin embargo, todavía faltan muchos ciudadanos mexicanos, ya sea niños, jóvenes o rezagados que aguardan por su vacuna. No se puede ser tan necio y obstinado como para creer que por ser maestros y denominarse “parte importante de la sociedad” ello signifique brincar al resto. De que son importantes los maestros, lo son y lo subrayo, pero como humanos y con respecto a la salud, todos tenemos un mismo derecho y en eso no hay niveles ni profesiones, claro, con la particularidad que ya se mencionó al inicio con respecto a los médicos que por obvias razones iban por delante.

¿Y si les ponemos cero por revoltosos?, más bien creo que deberíamos llevarlos a la prefectura para que hablen con ellos; bueno, eso se hacía en los noventa, hoy se les lleva con un psicólogo.

Tomando las cosas como son e intentando ser coherentes y bien educados, creo que los maestros deben tomar bien el lápiz y hacer una plana que diga “Debo ser obediente y acatar la disposición”. Con unas diez planas a letra pegada estaría bien, y sólo así, y como decía Chabelo en una de sus canciones, podríamos ponerle un buen garabato colorado y dejarlos salir al recreo.

Brincados los treinta, cuarentones o cincuentones, ya sabemos el orden de las cosas. El tiempo de los dinosaurios, esos que por tener mucho tiempo en las dependencias se creían con poderes, eso ya terminó hace mucho.

Así es que yo invitaría al señor Rigoberto que hiciera honor a su nombre, sí, que recordara a Rigoberta Menchú y que pusiera en paz a su gremio aunque con ello no sea premiado ni reciba el nobel de la paz. Adieu.

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