“Insensibilidad bélica”
Hace unas horas escuché una entrevista a un grupo español que tuvo su tiempo de gloria allá por los años ochenta. La Movida madrileña fue un movimiento musical que puso a media Europa de cabeza. Los grupos musicales salían como termitas de entre la madera y no podía haber nada mejor cuando el continente estaba medio sumergido en algunos conflictos bélicos. Hoy, a varias décadas de aquello la entrevista se decantó hacia lo que la agrupación pensaba sobre el actual conflicto entre Rusia y Ucrania. Su respuesta me alarmó un poco porque siendo ellos influencia en el mundo juvenil por mucho tiempo, toman esa contienda como algo “normal” algo que “atañe a ellos y no a nosotros”. Se habló de una situación que de un modo u otro habría de ocurrir, pero con todo y que el conflicto estuviera a menos de un kilómetro. Era algo que sólo los países en pugna deberían de resolver. La vida sigue, decían, y eso no debe afectarnos. El entrevistador, atónito, luchaba por mantener un ambiente de cordialidad ante un tema que por sus opiniones se estaba saliendo de control.
Indudablemente la indiferencia es mucho más dolorosa que la lástima que podamos tener hacia un pueblo vencido. Ucrania es un país pequeño ante la inmensidad de Rusia, sin embargo, eso no significa que se deban rendir o dejar que los pisoteen. La gente ama a su pueblo y muchos, en apoyo de su líder, hacen cuanto pueden para mantenerse al frente. El mundo entero podrá ignorarlos, pero la lucha sigue. Esta situación de Ucrania me hace recordar la vida de cientos de judíos que murieron de la manera más detestable a manos de los alemanes. No hubo nadie, pero nadie que quisiera entrometerse en un asunto así. Para cuando los grupos aliados optaron por poner un alto, los muertos en los campos de concentración se contabilizaban por miles y millones. Lo que se encontró en los diversos sitios de tortura es algo que la humanidad jamás podrá olvidar, y no sólo eso, es un peso a la conciencia que llevaremos hasta que muramos.
Dwight D. Eisenhower dijo en una ocasión que en lo personal odiaba la guerra y que solo un soldado que la había vivido en carne propia, es el único que podía testificar sobre su brutalidad, su inutilidad y su estupidez. Y nada más cierto. Un solado en medio del fuego cruzado, al ver a compañeros ser abatidos, o ver al enemigo caer ante las mortíferas ráfagas de sus armas, cae en la cuenta de que ni él sabe el porqué está ahí, porqué matar a los demás mientras que los lideres están, quizá en ese momento, comiendo los mejores manjares en sus palacios.
México es enemigo de las guerras. Siempre se ha mantenido al margen cuando las naciones empiezan a herirse unas contra otras. Sin embargo, la guerra intestina que al momento sacude a la nación, es tan igual a esas contiendas mundiales, pero muchos no lo vemos así. No lo vemos como tal simplemente porque nos hemos acostumbrado a ver los noticieros y los diarios de más circulación que los muertos son algo de cada día. Los estados de Tamaulipas, Zacatecas, Jalisco, Sinaloa, Sonora, Chihuahua y otros, son territorios tomados por los diversos cárteles de la droga. Cada uno posee sus reglas y sus aliados. Esa guerra intestina ha traído muchos muertos y si se sumaran todas desde que la droga circula por el país, las cantidades de muertos superarían por mucho la guerra sandinista y hasta la de medio oriente.
Por eso, al escuchar a estos cantantes de la vieja Movida española, no podía creer tanta insensibilidad hacia sus propios vecinos. La santa inquisición, por ejemplo, muy difundida en España y traída a México, amparó por décadas a esos hombres que se decían enviados de dios y en ese amparo, mandaron a la hoguera a cientos de personas que pensaban distinto.
México es enemigo de las guerras, sin embargo, entrena con su mal gobierno a una generación que decidirá vivir de los estupefacientes antes que de un trabajo noble. La corrupción es peor que una pandemia, lo llena todo, hasta las esferas más altas del gobierno. Así que si bien nuestro país detesta la guerra y presume no estar a favor, dentro de sí los cárteles asesinan personas inocentes y también no tan inocentes.
La guerra en Ucrania es devastadora. Los noticieros y las redes sociales nos muestran día con día los que sucede en las calles. Cientos de miles de ciudadanos ponen en sus perfiles de Facebook un “Todos por Ucrania” y cosas por el estilo, sin embargo, nada hacen por parar y desde su trinchera, todo el holocausto que se vive aquí mismo. Doble moral, una actitud muy característica de aquel que aborrece la guerra, pero que deja que su hijo consuma droga, violente a su esposa, hijas y demás. Una doble moral que nos condena invariablemente a fingir ser gente de paz sumidos en un territorio de guerra. Adieu.
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