La ONU advirtió el riesgo de una carrera por la vacuna contra el coronavirus; fue ignorada

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Como lo advirtió Naciones Unidas, el mundo está inmerso en una carrera biotecnológica por la vacuna contra el coronavirus. Una competencia marcada por el nacionalismo y el egoísmo que aún deberá superar retos, demostrados por el caso del producto desarrollado por AstraZeneca y la Universidad de Oxford.

Mucho antes de que Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hiciera su advertencia sobre el “nacionalismo de vacunas” hace tres semanas, al llamar a los líderes internacionales a compartir los medios para enfrentar el Covid-19, la Casa Blanca ratificó de hecho sus palabras, tratando de acaparar la producción de una compañía alemana.

De acuerdo con un reporte del diario Die Welt confirmado por el gobierno alemán en marzo, la administración Trump ofreció “grandes sumas” para lograr acceso exclusivo a la vacuna contra el coronavirus que desarrollaba la firma CureVac, con sede en Tubinga. Intentó que la compañía ubicara su ala de investigación en Estados Unidos y trabajara en la inmunización “sólo para Estados Unidos”, lo que forzó a las autoridades federales de Berlín a proponer incentivos financieros a CureVac a fin de que permaneciera en el país europeo.

La semana pasada, al tiempo que docenas de vacunas experimentales han entrado a la carrera, Adhanom reiteró su declaración, al subrayar que este nacionalismo prolongará la pandemia en lugar de acortarla. Utilizar las vacunas en todo el mundo es “un bien público global” y está “en el interés nacional de todos y cada uno de los países”, añadió.

El lunes, el presidente estadounidense Donald Trump afirmó que una vacuna podría ser entregada al país en octubre, señalando que sería “muy segura y efectiva” gracias a la “Operación Warp Speed”, una asociación público-privada establecida en mayo.

Trump necesita una “sorpresa de octubre” para mejorar su popularidad rumbo a las elecciones generales en Estados Unidos. Sin embargo, la misma razón estuvo detrás de la negligente posición que asumió a principios de año cuando la pandemia comenzó a arrasar a la población estadounidense.

Pese a la alerta emitida en enero por su asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien, un Trump más preocupado por sus índices de popularidad minimizó deliberadamente el peligro, revelaron el miércoles las primeras reseñas de Rage, el nuevo libro de Bob Woodward. “Siempre quise restarle importancia. Todavía me gusta hacerlo, porque no quiero crear pánico”, dijo Trump a Woodward en marzo.

“No hubo una verdadera teoría para manejar el caso o cómo organizar una iniciativa masiva para lidiar con una de las emergencias más complejas que Estados Unidos haya enfrentado”, resumió el famoso periodista.

Por supuesto, el daño infligido por Trump va más allá de las casi 195 mil personas muertas en su propia nación. Tiene un nocivo alcance global en varios terrenos, como podía esperarse en el ocaso de la globalización neoliberal impuesta por Occidente desde los ochentas. Ahí está la demagogia del “virus chino” que ha contribuido a generar una nueva Guerra Fría promovida por los sectores más reaccionarios de Estados Unidos, sin mencionar el retiro de Trump de la OMS.

Sin ayuda internacional
Apenas esta semana también se conoció que la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID) eliminará la fuerza de tareas que creó para contrarrestar la pandemia. La unidad participaba en la supervisión y distribución de ayuda relacionada con el coronavirus, incluso mediante el envío de ventiladores a otros países.

Washington rechazó asimismo unirse al Dispositivo de Acceso Global a la Vacuna (COVAX), un esfuerzo dirigido por la OMS encaminado a colaborar con farmaceúticas para proporcionar a los países acceso equitativo a productos seguros y eficientes, una vez que estén registrados y autorizados. En total 172 naciones participan en las discusiones para su participación en COVAX, que busca disponer de 2 mil millones de dosis para fines de año, si bien esta cifra sería equivalente a 0.37 dosis por persona.

En cualquier caso, si hubo una carrera por la vacuna ésta ya fue ganada por Rusia, que registró su Sputnik V el 11 de agosto. A pesar del escepticismo eurocéntrico y de las críticas, incluso contra la renombrada revista científica The Lancet por reconocer su eficacia, la Sputnik V vuela y está lista para su distribución mundial, según el Ministerio de Salud ruso.

Sorpresivamente, el Fondo Ruso de Inversión Directa, que financió el desarrollo de la vacuna, anunció el miércoles que llegó a un acuerdo con la farmacéutica mexicana Landsteiner Scientific para la entrega de 32 millones de dosis. Esta cantidad, suficiente para cubrir 25% de la población de México, empezaría a llegar en noviembre, sujeto a la aprobación de la agencia reguladora Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios).

Es necesario mencionar, no obstante, que Rusia lanzó el mismo día los ensayos fase tres de la Sputnik V para determinar la seguridad de la vacuna a largo plazo y su eficacia. Mijaíl Murahsko, ministro de Salud, dijo que 31 mil de los 40 mil voluntarios necesarios ya han sido reclutados para el estudio. Recibirán un refuerzo de la misma vacuna 21 días después de la primera inyección.

A su vez, China proclamó una virtual victoria sobre la pandemia durante una ceremonia en el Gran Salón del Pueblo en Beijing. “Estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para proteger la vida de la gente”, expresó el presidente Xi Jinping a los asistentes, la mayoría de los cuales portaba mascarillas y mantuvo la distancia social.

Xi declaró que China continuará su apoyo a la OMS para jugar “un papel de liderazgo en la lucha global contra la pandemia de Covid-19”; resaltó que “todo el egoísmo, la búsqueda de chivos expiatorios y la confusión entre el bien y el mal no sólo lastimará a un país y su pueblo, sino que también dañará a los pueblos de todos los países”.

En la reunión, dedicada a reconocer el trabajo de cuatro científicos especializados en combatir el coronavirus y el SARS, una enfermedad provocada por un virus relacionado que afectó al este de Asia en 2002-2003, Xi enfatizó que Beijing ha enviado a otros países 209 mil ventiladores, mil 400 millones de trajes protectores y 151 mil 500 millones de mascarillas.

Hasta el miércoles, China no había reportado ningún caso de transmisión local en más de tres semanas y los nuevos contagios detectados en ese periodo se dieron entre viajeros del exterior. Tres vacunas producidas en China fueron presentadas el martes en una feria de comercio y servicios de Beijing; estarían listas para llegar al mercado a finales de año y la fabricación anual podría aumentar hasta 600 millones de dosis, suficientes para inmunizar a casi la mitad de la población china.

El país asiático se comprometió en mayo a que su vacuna sea un “bien público global”, durante la crucial asamblea anual de la OMS donde Trump, en agudo contraste, anunció el retiro de su gobierno de la agencia de la ONU. Ahora la pregunta es cómo Beijing distribuirá las dosis si se confirma su seguridad y eficacia. Ya ofreció donativos a una docena de naciones en Asia sudoriental y África, así como a Hong Kong y Macao.

Esta semana, EL UNIVERSAL destacó que las naciones occidentales han apartado más de 2 mil millones de dosis en contratos bilaterales con empresas farmacéuticas, con la mira puesta en estar entre las primeras que obtengan la vacuna, ya que se estima que sólo 10% de los proyectos alcanzará la fase final de aprobación.

Debido a sus características demográficas, Reino Unido encabezaría la lista de órdenes con 300 millones de dosis equivalentes a cinco por persona, seguido por Estados Unidos con al menos 800 millones o dos por persona. De su lado, la Unión Europea acordó la compra de 300 millones y tiene opciones por 100 millones adicionales.

Resulta interesante apuntar que las órdenes de la Unión Europea y de países como Estados Unidos y Australia se negociaron con el gigante británico AstraZeneca, que también alcanzó un convenio para fabricar en México y Argentina la vacuna AZD1222. La suspensión de sus pruebas en Estados Unidos, Reino Unido y Brasil, como resultado de la enfermedad presentada por una de las voluntarias inoculadas, representó un revés para la comunidad científica y la caída de las acciones de la firma en 6%.

La mujer que enfermó padecería síntomas neurológicos consistentes con un raro pero grave trastorno inflamatorio espinal llamado mielitis transversa. Pascal Soriot, ejecutivo en jefe de AstraZeneca, explicó que la voluntaria será sometida a nuevos exámenes; los datos se someterán a un comité de seguridad independiente, que los evaluará para decidir si las pruebas pueden reanudarse.

“No sabemos si es mielitis transversa. No sabemos cuál será el diagnóstico final”, dijo Soriot. Agregó que la AZD1222 aún podría estar disponible este año o principios del próximo.

El caso ha reforzado los pronósticos de la OMS, que considera que en 2021 habrá escasez de la vacuna, dados los problemas logísticos que todavía deben resolverse. “Con el objetivo de cubrir la demanda de miles de millones de dosis a tiempo tenemos que empezar ahora a crear la capacidad de producción”, afirmó Melanie Saville, directora de investigación y desarrollo de vacunas en la Coalición para Innovar en los Preparativos ante Epidemias.

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