La historia de abuso y depresión que llevó al límite a Brendan Fraser

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LOS ANGELES.- Después de ser un ídolo del cine a finales de los 90 e inicios del 2000 y uno de los actores más solicitados, Brendan Fraser desapareció casi por completo de la vida pública y de su trabajo como actor hollywoodense por depresión y una serie de problemas de salud con los que lidió por años.

El año pasado hizo su gran regreso a la meca del cine con su protagónico en La Ballena, una película de drama que le ha hecho merecedor de varios premios internacionales y por la que,dicen los críticos especializados, hizo su mejor actuación.

¿Por qué Brandan Fraser tuvo depresión?
La depresión con la que vivió por años fue desencadenada principalmente por la experiencia de abuso sexual que vivió en 2003 durante un almuerzo de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA), organización anfitriona de los Golden Globes.

En una entrevista que sostuvo con la revista GQ en diciembre de 2017, Fraser dijo que por años intentó contar su historia de agresión sexual, pero se limitó a vivir con el trauma y trabajar en superarlo porque le faltó “el coraje de hablar por riesgo a la humillación o daño a mi carrera”.

Si bien se habló de la depresión que sufría, nunca se aclararon los rumores y él no se pronunció personalmente al respecto hasta el momento de la entrevista.

El actor narró que fue interceptado por Philip Berk, expresidente de la HFPA, al terminar el almuerzo para estrechar su mano, pero en lugar de saludarlo, Berk le pellizcó un glúteo y en seguida hizo algo más íntimo e invasivo, sin su consentimiento, que le causó pánico y miedo.

“Su mano izquierda se estira, me agarra la nalga y uno de sus dedos me toca en la mancha. Y comienza a moverlo”. Esta afirmación, sin mayores detalles, apareció en las memorias de Berk y se informó como una simple broma durante un reportaje del New York Times.

Fraser dijo que llegó a su casa y le contó a su esposa Afton. Desde ese momento sólo sabían la verdad de lo sucedido Fraser, su esposa y Berk.

“Me sentí enfermo. Me sentí como un niño pequeño. Sentí como si hubiera una bola en mi garganta. Pensé que iba a llorar”, dijo. “Sentí como si alguien me hubiera arrojado pintura invisible”.

Luego de la publicación de GQ, la oficina de Berk emitió un comunicado señalando que la versión de Brendan “fue una invención total” y agregó que había sido una broma.

Luego del incidente, Brendan se deprimió y se culpó en secreto por lo que había sucedido, incluso dice que hay una parte de su vida después del abuso que no recuerda ahora.

“Me culpaba a mí mismo y me sentía miserable, porque decía: ‘Esto no es nada; este tipo se estiró y lo tocó. Ese verano pasó, y no puedo recordar en qué trabajé a continuación”.

En los años siguientes, su carrera fue en declive y las disculpas que pidió Berk y la HFPA no fueron lo suficiente, ya que la disculpa de Philip Berk no fue sincera y la asociación no lo apoyó como esperaba, de hecho dejó de invitarlo a los Golden Globes después de 2003.

Durante la charla aceptó sentir miedo, a pesar de los más de 15 años que habían pasado desde el incidente, y aún dijo sentirse “solitario” y con una carrera ahogada en el fracaso.
El trabajo “se secó en la vid para mí. En mi mente, al menos, me habían quitado algo”, dijo y agregó: “¿Todavía tengo miedo? Absolutamente. ¿Siento que necesito decir algo? Absolutamente. ¿He querido muchas, muchas veces? Absolutamente. ¿Me he detenido? Absolutamente”.

Después de las primeras proyecciones de La Ballena, varias organizaciones de premios de cine y televisión reconocieron a Brendan, incluido los Golden Globes de 2023 a los que Fraser faltó por los antecedentes de abuso y poco apoyo que le dio la HFPA.

Según la entrevista que le dio a GQ, Brendan lidió con la depresión derivada del abuso y una serie de problemas de salud y personales como el cambio de su imagen con el paso de los años, la muerte de su madre, su divorcio, sus pocos trabajos en Hollywood después de 2003 y un montón de cirugías a las que fue sometido casi por obligación para rejuvenecer su imagen, solucionar lesiones en los huesos y rellenar sus icónicos músculos.

Otras razones por las que decidió mantenerse a bajo perfil en la industria por casi 10 años fue la crianza de sus hijos Holden de 13 años, Leland, de 11 y el diagnóstico de autismo que le dieron a su hijo Griffin, de 15 años.

“Griffin está clasificado en el espectro del autismo. Um, entonces él necesita más amor en el mundo, y lo consigue”, le dijo a GQ.

Una de sus terapias para el control de la depresión y el trauma fue refugiarse en su rancho al norte de Manhattan, Nueva York y los caballos que cría y monta como actividad recreativa, e incluso deporte.

 

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