Juan Domingo Argüelles publica El libro de los disparates    

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El libro de los disparates. 500 barbarismos y desbarres, de Juan Domingo Argüelles. Una obra que deberá ser de cabecera para todo lector que quiere hablar y escribir bien. (youtube: El Canal de Juan Carlos Domínguez)

CDMX.- Censor no es lo mismo que sensor, como tampoco abrazar es lo mismo que abrasar, ni cegar es lo mismo que segar, ni exitar es igual que excitar. Ese tipo de dudas sobre qué decimos y escribimos en español están contenidas en El libro de los disparates. 500 barbarismos y desbarres, de Juan Domingo Argüelles. Una obra que deberá ser de cabecera para todo lector que quiere hablar y escribir bien.

Sin temor, el autor asegura que sí, que esta es una obra didáctica, un diccionario que se dio a la tarea de escribir para los lectores preocupados y ocupados en el cuidado de nuestro idioma. Para quien se interesa por saber que hay una gran diferencia entre echizo y hechizo, echo y hecho, entre él y el y entre eh y he, por ejemplo.

“Este libro es un acompañamiento de esos materiales sobre la lectura que he venido publicando. En este caso no temo denominarlo didáctico. Es un libro didáctico con ese propósito, estoy hablando de 500 ejemplos, pero hay muchos más. Sigue existiendo esta falsa idea de que puesto que el lenguaje lo hace el pueblo y se transforma con el uso, pues no importa la manera en que lo digamos. Yo creo que sí importa porque una de las cosas fundamentales que le da identidad a un país es el uso de su lengua”, señala Argüelles.

El experto en lectura asegura que el español en general y el español en México en particular está cayendo en el gran problema del galicismo que tuvieron nuestros países en los siglos XVIII y XIX, pero hoy es el gran problema del anglicismo. “La gente no distingue entre abrir y aperturar. Aperturar es una cosa horrible que nos trajo el lenguaje de lo electrónico, de Internet. Uno no entiende por qué tendríamos que usar aperturar si existe el verbo abrir. Como ese hay muchas cosas con las que estamos socavando nuestra propia lengua producto de nuestra falta de interés en ejercerlo bien”, explica el poeta.

El autor de libros como Cuentos inolvidables para amar la lectura asegura que en este nuevo volumen publicado por Ediciones B, le interesa no la generalidad como los diccionarios comunes, como el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, sino la especificidad para mostrar dónde está el error en la persona y en el tiempo cuando se conjuga, por ejemplo. “No es un libro de generalidades, sino de especificidades. Dónde falla la conjugación de las personas justamente porque no saben las reglas gramaticales. O porque no saben dónde va un acento. ¿Por qué el acento va en jóvenes que es una palabra esdrújula y no va en joven que es palabra llana o grave? La gente no sabe esto porque antes en la escuela le enseñaban que una palabra llana o grave terminada en n, s o vocal no debía llevar tilde y hoy no le enseñan nada de eso. Y la gente piensa ‘si la palabra jóvenes lleva acento pues la palabra joven también lleva acento’. Es una lógica ilógica, es una mala aplicación de la lógica producto de una falta de enseñanza de la lengua, de una falta de didáctica del lenguaje en las escuelas”, afirma.

El experto en la lectura dice que los barbarismos peores son aquellos que provienen de nuestra certeza de que están bien dichos y los que más le chocan son los que provienen del inglés, que son los que se dicen con mayor énfasis. “Si uno va a una sucursal bancaria, va uno a aperturar su cuenta, si uno se mete a Internet uno apertura su cuenta de Internet. Ya para todo se habla de aperturar pero lo que hacemos es abrir, entonces ¿qué sentido tiene poner términos que son absolutamente innecesarios en nuestra lengua que además ni siquiera reflejan lo que estamos haciendo?”.

Para el estudioso este tipo de cosas son curiosas, graciosas y chistosas pero que van socavando nuestro español. “Los reporteros de la nota roja dicen por ejemplo: ‘amordazado de pies y manos’. Pero cómo puedes amordazar a alguien de pies y manos, obviamente lo atas de pies y manos pero la mordaza no puede ir más que en la boca porque viene de morder. Cuando uno lee estas cosas que ya forman parte del uso disparado de nuestro idioma, pues nos confirma que hay usos muy equivocados y ese es un disparate que hay que evitar”.

También cuestiona al sistema educativo mexicano, pues asegura que no privilegian la comprensión de la lectura sino la velocidad, así como el que se trate de subsanar un problema distribuyendo tabletas electrónicas cuando eso no resuelve el fondo.