Tapachula.— Desde hace 15 días, el gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Migración (INM) y la Guardia Nacional (GN), puso en marcha operativos en la carretera de Ciudad Hidalgo, localidad fronteriza con Guatemala, para detener a migrantes haitianos, quienes son trasladados al punto fronterizo de Talismán y obligados a retornar a territorio guatemalteco, sin ningún acuerdo internacional.
De acuerdo con autoridades migratorias, que se reservaron su identidad por no estar autorizadas para hablar, las detenciones se realizan para evitar que los haitianos lleguen a Tapachula debido a la gran cantidad de extranjeros que se encuentran actualmente en esta ciudad.
“Como no los podemos deportar a Haití, ya que desde que mataron a su presidente cerraron el aeropuerto, los llevamos a Talismán para impedir que lleguen a Tapachula, pero esa no es solución, es un juego perverso”, dijo.
Durante un recorrido que realizó EL UNIVERSAL en la frontera de Talismán, ubicada en el municipio de Tuxtla Chico, Chiapas, se observó en diversos momentos la llegada de camionetas con migrantes haitianos a los que obligaban a cruzar a territorio guatemalteco.
Ana Lucía, mujer haitiana madre de una niña de ocho meses de nacida, deportada junto con otras 40 personas, dijo que los menores venían enfermos.
Miles varados en Tapachula
Alrededor de 10 mil migrantes haitianos de todas las edades sobreviven en condiciones de pobreza, situación de calle, enfermos, discriminados y abusados por prestadores de servicios.
Muchos han sido detenidos y enviados a Guatemala, sin importar que su situación migratoria esté en proceso.
La masiva llegada de migrantes procedentes de Haití, Venezuela, Colombia, Nicaragua, Honduras, Guatemala y El Salvador, entre otros países, a esta ciudad fronteriza ya rebasó la capacidad de atención de la Comisión Mexica de Ayuda a Refugiados (Comar), que a diario atiende a unas 2 mil personas que solicitan la condición de refugio.
Ante la cantidad de migrantes, las citas para iniciar los trámites ante la Comar tardan hasta cinco meses, y luego hay que esperar otros dos o tres meses para llegar ante el Instituto Nacional de Migración (INM) y legalizar el estatus migratorio.
Esto ha provocado que los migrantes se queden varados en esta ciudad sin trabajo, dinero ni un lugar donde vivir.
Desesperados por la falta de trabajo y de recursos, los haitianos tomaron el centro histórico de esta localidad para instalar puestos en los que venden ropa, alimentos tradicionales de su país, aguas y refrescos embotellados, zapatos, verduras, cremas, lociones y cabellos sintéticos para pelucas o trenzas.
También ofrecen servicios de manicure, pedicure, corte de cabello y trenzado, reparación de ropa y celulares, cambio de papel moneda, servicios de venta de tarjetas y recargas telefónicas.
El ambulantaje que realizan los caribeños ha molestado a comerciantes del primer cuadro de la ciudad, ya que consideran que hay una competencia desleal, debido a que ellos pagan impuestos, renta y empleados, mientras los haitianos son comerciantes irregulares que hacen caso omiso de los protocolos de salud por Covid-19, pues muchos no utilizan cubrebocas, gel antibacterial y no guardan la sana distancia.
Yuriana, una joven haitiana de 28 años de edad, vende aguas y refrescos embotellados a un costado de la iglesia San Agustín. Explica que, al igual que muchos de sus connacionales, se vio obligada a buscar una forma de ganar dinero para poder pagar 5 mil pesos de renta de un cuarto.
“De algo tenemos que vivir. La renta es muy cara, nosotros ya nos queremos ir, pero los papeles son muy tardados”, dice.
Félix Wisted, de 25 años, señala que la situación es complicada porque muchos haitianos llegan a diario “y otros vienen en camino y estamos aquí varados, no sé qué va a pasar”.
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