COSTA RICA.- Cuando la médica cubana Hilda Molina se percató de que el entonces presidente de Cuba, Fidel Castro, dolarizó en 1994 los servicios de un centro neurológico de La Habana para priorizar un trato preferencial a una clientela extranjera, renunció a su bancada en la Asamblea Nacional y a su militancia partidista y rompió con la revolución comunista cubana.
A Molina se le derrumbó el paradigma que presentó al régimen que se instaló en 1959 en su país como símbolo de salud sin discriminación de ningún tipo… y menos por dinero.
Fundadora del (estatal) Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN) en La Habana, Molina se despojó en 1994 de los privilegios de connotada científica y de diputada y se desafilió del Partido Comunista de Cuba (PCC), en una expresión política de rebeldía y de desengaño.
Acusada de ser portadora de secretos o de informes confidenciales acerca de la revolución, Molina fracasó en su intento de obtener permiso de Castro (1926-2016) para salir de Cuba y viajar a Argentina a reunirse con su familia.
En su insubordinación, en 1996 devolvió al régimen cubano todas las condecoraciones por su labor científica y no fue sino en 2009, con más de 15 años de estar desconectada de su mundo de ciencia y relegada al olvido, cuando logró trasladarse a Argentina.
Pero en su expediente prevalecerá un momento estelar en el que señaló un antes y un después en la medicina y la salud en Cuba.
El dólar —repudiado por décadas por Castro como símbolo del imperialismo de Estados Unidos— pasó a regir el acceso a la salud y creó una especie de “apartheid” o de segregación en la salud por nacionalidad.
Por un lado, quedó la estructura de salud en acelerado deterioro y de aguda y permanente escasez de insumos médicos en la década de 1990 y para atender a los nacidos en Cuba.
El campo socialista de Europa del Este se derrumbó: cayó el Muro de Berlín en 1989, finalizó la Guerra Fría (Moscú versus Washington o comunismo contra capitalismo) y la Unión Soviética, principal soporte de Cuba mediante subsidios, trueques y otros beneficios, se disolvió en 1991. Cuba entró en ese decenio a lo que se denominó “periodo especial”, un recuerdo imborrable para millones de cubanos: el sacrificio generalizado ante las severas carencias provocadas por el colapso, de 1989 a 1991, del campo socialista de Europa del Este, comandado por la URSS como benefactor clave de la isla por 30 años.
Por el otro, funcionó —y en dólares y luego en euros— el de la salud solo para los extranjeros, residentes o turistas, con capacidad de pago en moneda dura de los medicamentos y de los servicios.
Para conseguir toallas sanitarias y enfrentar los días de menstruación, las cubanas debían primero buscarse el dinero y después a un extranjero que les hiciera el favor de acudir a una farmacia en moneda foránea a comprarles esas piezas vitales para sobrellevar el periodo. Al ejemplo de las toallas se sumó el de gran cantidad de medicinas, artículos —una gaza, un paquete de algodón, talcos, un biberón o hilo dental— y otros bienes de uso medicinal.
Con sus ofertas exclusivas solo para clientes extranjeros, la situación en las clínicas del capitalismo estatal de Cuba en dólares o en euros marcó por décadas un contraste con la del socialismo.
Desde la entrada y con sus pasillos reluciente, los centros de salud que operan en moneda extranjera nunca se compararon con los hospitales que funcionan de gratis con cuartos sin ventanas, con goteras, sin almohadas ni ropa de cama y con otras severas carencias y limitaciones.
La revolución comunista blandió una respuesta para justificar todas las dificultades de la isla, como las que hundieron a la salud, y las atribuyó repetidamente al bloqueo económico, comercial y financiero que EU impuso contra Cuba en 1962.
Washington sancionó a La Habana por nacionalizar empresas estadounidenses en la isla y alinearse ideológicamente y como aliado de los regímenes comunistas de la Unión Soviética y Europa del Este. EU ahora mantiene el embargo como mecanismo punitivo a Cuba con el alegato de que no es una democracia y viola los derechos humanos de los cubanos.
Al cumplir 64 años el pasado primero de enero, la revolución reafirmó su voluntad de resistir y ratificó que los cubanos soportarán todas las tribulaciones, como las que se agudizaron en la salud.
En un contexto que, según reportó Cuba en 2022, se saldó con daños en seis décadas de embargo por 154 mil 217,3 millones de dólares, la salud sufrió severas consecuencias negativas.
Entre otros, Cuba planteó en 2022 los siguientes alegatos sobre el resultado de las sanciones de EU en aspectos sanitarios:
*El bloqueo viola el derecho a la vida y a la salud de la población cubana. y cubanos. El impacto de esta política se refleja en el desabastecimiento de productos imprescindibles para el consumo humano, así como las dificultades de la industria nacional para adquirir insumos necesarios para la producción de fármacos y otros servicios esenciales.
*Cuba es capaz de producir más del 60% de su cuadro básico de medicamentos. Pero estos niveles no se han podido garantizar durante meses por el efecto del bloqueo en la capacidad de pago del país, la imposibilidad de acceder a tecnologías médicas con más de 10% de componentes estadounidenses y la necesidad de recurrir a rutas de transportación alternativas con elevado costo adicional.
*También repercute la creciente negativa de instituciones financieras y bancarias en diversos países a tramitar operaciones con Cuba, lo que impide realizar las transacciones con los proveedores de estos insumos.
*Por el bloqueo, el (estatal) Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), productor de la vacuna cubana Abdala contra el coronavirus, reportó afectaciones por más de 190 millones de dólares.
*Estudios clínicos de enfermedades autoinmunes, como la psoriasis, la esclerosis múltiple y las neurodegenerativas, no pudieron iniciarse porque los medicamentos necesarios, que son estándares terapéuticos en el resto del mundo, no están disponibles para pacientes cubanos.
*Las severas limitaciones perjudican la calidad de los servicios prestados a la población cubana, ya que se generan demoras, listas de espera para recibir atenciones médicas especializadas, incrementos en las estadías hospitalarias y otros efectos negativos.
*Cuba se enfrentó a la imposibilidad de comprar insulina a una compañía danesa ante la negativa de un banco de Dinamarca a aceptar las transferencias bancarias, con el alegato de que está incapacitado para recibir fondos procedentes del (estatal) Banco Financiero Internacional, de Cuba, por ser una entidad cubana sancionada por EU.
*Los medicamentos, equipos, dispositivos médicos, reactivos y otros insumos utilizados en la atención médica tienen que obtenerse en mercados geográficamente lejanos y en muchas ocasiones a través de intermediarios, con un notable incremento en los precios.
*El carácter extraterritorial del bloqueo obstaculiza la compra de piezas de repuesto, el mantenimiento y reposición del equipamiento para la atención médica y las investigaciones.
El escenario cubano de la salud fue sacudido esta semana luego de que el Ministerio de Salud Pública de Cuba notificó el pasado lunes que och0 bebés prematuros y con bajo peso fallecieron este mes en un hospital ginecobstétrico capitalino.
Según el Ministerio, cuatro murieron por “signos presuntivos de sepsis”, un síndrome de anormalidades fisiológicas, patológicas y bioquímicas, y los otros por “causas relacionadas con su delicado estado de salud”.
La tasa de mortalidad infantil oficial en Cuba, una de las más bajas en América, subió de 4,0 por cada mil nacidos vivos en 2017 y 2018 a 5.0 en 2019, 4.9 en 2020, 7.6 en 2021 y 7.5 en 2022.
Enfrentado a la versión del régimen, el Observatorio Cubano de los Derechos Humanos, una agrupación no estatal con sede en España y dedicada a ofrecer una versión “no oficial” de los acontecimientos en la isla, denunció en octubre de 2022 que el panorama sanitario es negativo.
El Observatorio emitió ese mes el informe “El estado de los derechos sociales en Cuba”, basado en mil 227 entrevistas personales a cubanos mayores de 18 años en 59 municipios de 14 de las 16 provincias de Cuba, en las zonas occidental, central y oriental y en una muestra representativa de la población nacional.
El estudio mostró, según el Observatorio, que “se mantiene la valoración negativa del sistema de salud cubano, especialmente el estado de las instalaciones y del abastecimiento hospitalario; la capacidad y desempeño de los profesionales médicos se valora algo mejor (53% califica su capacidad como buena o muy buena)”.
“Para la mayoría de la población (56%) es necesario hacer algún tipo de regalos o pagos para ser atendidos ellos mismos o su familia cercana”, puntualizó.
Al exponer los líos para acceder a medicamentos y con octubre de 2022 como referente, precisó que “ocho de cada diez cubanos que necesitaron medicinas en los últimos 3 meses no las consiguieron en la farmacia”.
Hay un “empeoramiento” en el factor sanitario, añadió.
“Ha aumentado significativamente la cantidad de personas que han necesitado ayuda de familiares y amigos (23%, en comparación con 17% en 2021). También aumenta la cantidad de cubanos que han tenido que gastar de sus ahorros para cubrir gastos de salud (18% comparado con el 10% en 2021)”, reveló.
El 15% reconoció que se vio obligado a hacer un intercambio o trueque de artículos por medicina y el 13% que quedó forzado a ingerir medicinas vencidas.
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