Bombarderos rusos atacaron ayer posiciones yidahistas despegando, por primera vez, desde un aeródromo en Irán, un paso más en la cooperación militar entre los dos principales aliados del Gobierno sirio.
Estados Unidos, que lidera una coalición aérea internacional anti yidahista en Siria, dijo que el movimiento ruso dificultaba aún más la crisis, pero admitió que había sido informado de las operaciones rusas.
El Ministerio ruso de Defensa declaró que bombarderos Tu-22M3 y Su-34 despegaron de la base militar de Hamedan, en el noroeste de Irán, para atacar en Siria posiciones del grupo Estado Islámico (EI) y del Frente al Nosra, actualmente conocido como Frente Fateh al Sham, tras renunciar a su lealtad a Al-Qaida.
Estos ataques aéreos permitieron, según el ministerio, destruir “cinco grandes depósitos de armas y municiones” y campos de entrenamiento en Deir Ezor, en Saraqeb en la región de Idleb y en Al Bab, una ciudad controlada por el EI en la región de Alepo.
Los aviones rusos también bombardearon tres centros de mando en las regiones de Jafra y Deir Ezor, eliminando a “un gran número de combatientes”, según el comunicado.
Esta es la primera vez que Rusia emplea un tercer país para bombardear Siria desde el inicio de su campaña militar en el país, hace casi un año.
En Washington, el portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner, dijo que el despliegue ruso en Irán era “desafortunado, aunque no inesperado”, añadiendo que hacía aún “más difícil” una situación de por sí compleja.
Horas antes, el portavoz militar estadounidense Chris Garver había admitido que Moscú los había informado.
“Hemos garantizado la seguridad (de los rusos) cuando los bombardeos se dirigían (…) hacia su objetivo y cuando han regresado”, precisó, añadiendo que esos ataques no habían “afectado a las operaciones de la coalición ni en Irak ni en Siria”.