Con un mensaje esperado con gran expectativa y que generó reacciones variadas, la cúpula de la Iglesia católica en Nicaragua evitó este lunes confrontar directamente al presidente Daniel Ortega por impedir que las fuerzas opositoras participen en los comicios generales de noviembre próximo, pero instó a la población a eludir “la tentación de violencia” y a decidir “votar o no votar”.
En un acto que concluyó con una lacónica orden a la prensa de “ni preguntas ni respuestas”, la Conferencia Episcopal de Nicaragua —con un aparato parroquial favorecido al año por una partida de más de 520 mil dólares autorizada por Ortega— sólo mencionó “situaciones de hecho, creadas por decisiones irregulares” sobre los comicios.
La Conferencia eludió referirse a la decisión judicial de despojar a la principal alianza opositora de su poder legal partidista, para otorgárselo a un sector afín a Ortega, así como al fallo electoral de cancelar la credencial de 28 diputados opositores.
“Creímos que la Iglesia católica iba a tener una posición [más fuerte] frente al voto. Lo dejó libre”, lamentó Eliseo Núñez, uno de los 28.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Núñez adujo que aunque el cardenal emérito Miguel Obando y Bravo, estrecho aliado de Ortega, está retirado, mantiene influencia y logró que el mensaje estuviera exento de ataques frontales en contra del presidente .
Pedro Joaquín Chamorro Barrios, otro de los legisladores destituidos, afirmó: “Esperaba una declaración como la que emitió la Conferencia. Eso no quiere decir que eso es lo que yo hubiera deseado”.
Con esas medidas la oposición quedó fuera de las elecciones, en las que Ortega se postula a la presidencia y su esposa Rosario Murillo, a la vicepresidencia, por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Los opositores proclamaron que los comicios serán una farsa y exhortaron a los nicaragüenses a abstenerse de votar.
“La decisión de votar o no votar o la de votar por determinada opción debe ser tomada por cada persona desde el interior de su conciencia”, afirmó la Conferencia.
Ortega es acusado de ser un dictador con afanes dinásticos, que controla a su capricho los poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral, al amparo del timón militar y policial.