MÉXICO.- Los casos de adolescentes que siguen con el novio que ya las celó, insultó o golpeó suelen ser inexplicables para quienes las rodean; sin embargo, no es sencillo terminar con alguien violento porque, en relaciones así, se crea un círculo vicioso difícil de romper, advierten psicólogas.
Las jóvenes que crecen con violencia intrafamiliar o piensan que el amor es un sacrificio, explican, son más propensas a seguir en relaciones violentas.
“Es más común que aguante la violencia quien ya la sufrió en casa porque la ve parte de su vida y la normaliza”, apunta Eugenia Vega, psicóloga de la Sociedad Psicoanalítica de México.
Incluso, este perfil no tiene que ver con la preparación académica, pues también hay casos de universitarias violentadas, subraya Martha Rocío Tronco, directora de la Unidad Politécnica de Gestión con Perspectiva de Género.
En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se celebra este 25 de noviembre, las especialistas piden aprender a detectar este problema.
Alrededor de 20 millones de mexicanas de 15 años y más sufrieron violencia en sus relaciones de pareja en 2016, según datos del Inegi.
De esa cifra, 36 por ciento fue agredida y presentó moretones, hemorragias, cortadas, quemaduras o requirió hospitalización; sin embargo, sólo 20 por ciento solicitó apoyo o denunció.
Eugenia Vega detalla que las jóvenes se enganchan porque tras la violencia siempre viene un episodio de “luna de miel”, donde el agresor se arrepiente, pide perdón, se comporta cariñoso y chantajea diciendo que reacciona así por ella.
“La persona vuelve a caer porque piensa: ‘sí es lindo, hace sacrificios por mí y está cambiando”.
Esto lleva a las jóvenes a minimizar las agresiones, las cuales irán en aumento, indica Karen Valdez, psicóloga de API Fundación por la Equidad.
“El agresor comienza la violencia de manera verbal, después señala cómo debes vestirte y qué hacer o con quién salir, y así puede llegar hasta los golpes”, menciona.
Destacan que no se requiere un ojo morado para terminar una relación, basta con las sutilezas de la violencia.
Si se teme a la reacción que tendrá la pareja al ver saludar a otro, al no contestar una de sus llamadas o al usar falda, es momento de poner fin.
“No importa cuánto te diga que te ama, no te está dejando ser. El amor no hace daño, no lastima ni angustia”, remarca Vega.
Las expertas aconsejan a los padres estar alerta de cualquier cambio de conducta que presenten sus hijas tras iniciar una relación, como dejar de salir con sus amigas o tener menor rendimiento escolar.
Si sospechan de violencia, recomiendan no juzgar con frases como “¿por qué te dejas?”, sino generar confianza para que las jóvenes se atrevan a hablar y buscar ayuda profesional.
Dado que 64 por ciento de las mujeres violentadas por su pareja sufre depresión, sugieren observar el estado de ánimo de sus hijas.
Lo más importante, destacan, es enseñarles desde pequeñas la importancia del autocuidado y no poner de ejemplo una relación sin respeto.
“Nadie nos debe hacer sentir mal ni en el cuerpo ni el corazón”, apunta Vega.
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