MONTEVIDEO.- Con el entusiasmo que generó el recambio que dispuso Jorge Sampaoli, Argentina arribó a Montevideo con la misión de ganar para encaminar su clasificación rumbo al próximo Mundial que organizará Rusia. Con varias caras nuevas y un tridente ofensivo novedoso, los albicelestes se presentaron contra un equipo uruguayo que intentó imponer su habitual esquema rígido, amparado en la individualidad de sus dos máximos referentes de ataque: Luis Suárez y Edinson Cavani.
A pesar de los deseos criollos de llevar el pleito a la zona de Fernando Muslera, la primera acción de riesgo la tuvo la Celeste. Un error de Lionel Messi le dejó servida la pelota a su compañero del Barcelona, y éste intentó asociarse con el atacante del PSG. Sólo por el oportuno cierre de Nicolás Otamendi el choque se mantuvo igualado.
La respuesta del elenco argentino llegó en los pies de su capitán. Sobre la media hora el astro de Rosario se hizo un espacio por el sector derecho y buscó el segundo palo hacia la llegada del ex central de Vélez. Por centímetros no se concretó el tanto. La paridad del cotejo se mantenía inalterado, pero las desinteligencias defensivas de Federico Fazio y Gabriel Mercado le daban la chance a Luis Suárez de exigir a Sergio Romero. En otra intervención de Lucho, Chiquito observó cómo una pelota se fue besando el techo de su arco. Sin dudas, el partido se iba abrir por un detalle.
Los centrales argentinos contribuyeron en la creación ofensiva local. Un flojo despeje de Otamendi le dio la oportunidad al Cebollla Rodríguez de probar de lejos. El rebote largo del arquero complicó la escena, pero el ex Racing se recuperó con una atajada notable frente a Cavani. Tras el milagro, Lucas Biglia amenazó a Muslera de media distancia, pero un desvío derivó la acción en el tiro de esquina. Con poco, los del Maestro Tabárez se mostraban levemente superiores.
La única luz de esperanza que arrojó el elenco de Sampaoli fue la pared que construyeron Lionel Messi y Paulo Dybala antes de que llegue el descanso. La combinación sirvió para desarticular a la sólida defensa charrúa, pero al remate de Leo le faltó potencia y Musera desactivó el riesgo con un manotazo.
En el complemento el espectáculo continuó bajo la misma sintonía. Las imprecisiones de los argentinos le brindaban posibilidades a los uruguayos y el sacrificio de Messi no era suficiente para romper el cero. Las diagonales de Icardi no representaban ningún peligro y las intervenciones de Dybala carecían de claridad. El tiro libre que improvisó la Pulga pudo cambiar el destino del juego, pero el arquero evitó lo que hubiera significado un golazo.
Con el ingreso de Javier Pastore (en lugar de Dybala) y Lautaro Acosta (por Acuña) los de Sampaoli encontraron más velocidad y claridad en el ataque. Así, Ángel Di María consiguió conectar con el ex Huracán y triangular con Icardi. Además, el hombre de Lanús le brindaba más opciones cuando Messi se adueñaba de la pelota para crear las situaciones de ataque.
En las instancias finales Tabárez expuso su preocupación por la lesión que sufrió Luis Suárez. El artillero del Barcelona se vio obligado a abandonar el terreno para cederle su lugar a Christian Stuani. Los inconvenientes no sólo se basaban en la definición del compromiso de local, sino en la visita a Asunción para enfrentar a Paraguay.
La repartición de puntos conformó a ambos equipos. Sobre todo por la derrota que sufrió Chile y el empate que protagonizó Colombia. El diálogo entre los amigos del Barça antes de que se reinicie el segundo período resultó tan llamativo como amistoso; y recordó los viejos acuerdos que ya se celebraron en otras oportunidades. La igualdad generó algunas sonrisas.
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