Amelia regresa a México 30 años después… en una urna

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Chilpancingo.— Después de 30 años, Trinidad Méndez Méndez se volvió a encontrar con su mamá, Amelia Méndez Vivar: recogió sus cenizas de una funeraria ubicada en el centro de esta ciudad. No la pudo mirar a los ojos… no la abrazó… no sonrieron juntas.

Trinidad recuperó los restos de su madre, los cuales llegaron la noche del sábado a México procedentes de Estados Unidos.

Amelia murió en abril a causa de Covid-19, en Nueva York.

Trinidad y Amelia había hablado de este encuentro, pero lo habían pensado distinto: dentro de tres o cuatro años más y, sobre todo, de otra forma, en otro lugar.

Trinidad tenía el deseo de que Amelia conociera, abrazara y besara a sus nietos por primera vez.

Amelia vivía en la Unión Americana con sus otros siete hijos, no estaba sola. Trabajaba en Nueva York limpiando casas.

Ella fue la primera que llegó a aquel país y después, sus hijos.

Trinidad se quedó porque ya había conformado su familia.

Amelia siempre estaba pendiente de lo que pasaba en su pueblo, Alpoyeca, en la Montaña de Guerrero. Pero el coronavirus terminó con los planes y sueños de regresar a su pueblo, de conocer a sus nietos, de reencontrarse con su hija.

Amelia es una de las 23 migrantes que regresaron a México convertidos en cenizas.

Todos murieron de Covid-19 y fueron repatriados y entregados a sus familiares el lunes pasado en una funeraria de Chilpancingo.

Son apenas los primeros 23 que han regresado de Estados Unidos, faltan otros 151 guerrerenses que han muerto de coronavirus en aquel país.

Sin embargo, que regresaran no fue cosa fácil. Paulino Rodríguez Reyes, del área de Atención a Migrantes del Centro de Defensa de los Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan, documentó parte de estas historias.

La mayoría llegó a Estados Unidos a trabajar en cualquier cosa con el objetivo sostener a sus familias. No tenía ninguna protección ni derecho, ningún servicio. La mayoría se contagió trabajando, padecieron la enfermedad solos.

Y ya muertos, en muchos casos, fueron rescatados de las morgues por otros migrantes que tenían muy pocas posibilidades de ayudar: el cierre masivo de negocios los dejó sin empleo ni dinero.

La mayoría de los restos que fueron repatriados son originarios de la región de la Montaña. Y eso no es casualidad; ahí, muchos tienen como única opción para sobrevivir huir de sus pueblos a los estados del norte del país o a Estados Unidos a trabajar de jornaleros.

Este éxodo, que se ha convertido en permanente, ha provocado que las familias se separen y establezcan vínculos distantes.

El lunes, a la funeraria llegaron los hermanos Rey David y Fernando Camilo Escamilla a recoger las cenizas de su cuñado, Raúl Marcelo de Jesús.

Los restos de Raúl son lo más cercano que han podido tener de su hermana mayor.

Rey David y Fernando no conocieron a Raúl en persona, siempre en fotos o por teléfono.

Lo mismo ocurre con su hermana mayor, a quien nunca han tenido de frente ni la han abrazado.

Sin embargo, su hermana y su cuñado siempre han estado presentes en sus vidas: las remesas que les han enviado desde hace más de 25 años les han ayudado a sobrevivir, vestir, alimentarse y a estudiar.

Aquel día en la funeraria, estas familias terminaron con una etapa: sus parientes se encuentran de vuelta en su tierra, ahora los podrán velar, despedir y comenzar el duelo, pero, inminentemente, iniciarán una nueva: buscar cómo sustituir la ayuda que les enviaban desde la Unión Americana.

(EL UNIVERSAL)

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