CD. VICTORIA.- En medio de una sequía persistente, de políticas nacionales que —según los productores— no han beneficiado al agro mexicano, y bajo la amenaza de una guerra arancelaria desde Estados Unidos, el campo de Tamaulipas atraviesa una de sus peores crisis.
Así lo denunció Guillermo Aguilar Flores, presidente del Frente Estatal de Productores Agropecuarios de Tamaulipas, quien advirtió que las nuevas presiones del gobierno de Donald Trump podrían agravar la ya delicada situación de los sorgueros en el estado.
“Definitivamente, los aranceles y la presión del norte están impactando fuerte en la agricultura nacional”, sostuvo.
A este panorama se suma la fuerte dependencia de México hacia las importaciones de granos, lo que —en palabras del dirigente— contradice el discurso oficial sobre la llamada soberanía alimentaria.
“Eso de la soberanía es puro dicho; no se está aplicando, y mucho menos se refleja en el apoyo a los productores”, lamentó.
En la zona norte de Tamaulipas, particularmente en San Fernando, se registra una drástica caída en la producción de sorgo, cultivo emblemático de la región.
Según Aguilar Flores, entre el 80 y 90 por ciento de las 670 mil hectáreas sembradas corresponden a sorgo, pero el panorama es desolador.
“Este ciclo viene muy golpeado. Tenemos un promedio de 50% de pérdida en la producción por falta de lluvias.
En algunas partes llueve, en otras no, y seguimos en sequía”, explicó.
La incertidumbre se agrava por la falta de precios claros en el mercado, a pesar de que el dólar se mantiene alrededor de los 20 pesos.
“Hay especulación, no hay precios claros, y eso nos tiene en total incertidumbre.
Esperamos una reunión en el estado o en la Ciudad de México para plantear un esquema compensatorio que ayude a los productores”, agregó.
La trilla del sorgo está programada para iniciar en unas tres semanas, pero ya se anticipa una caída de hasta el 60% en la producción, cifra que duplicaría el desplome registrado el año pasado.
“La producción va en picada, en decadencia total. No hay apoyo, no hay agua, y ahora se nos viene el tema de los aranceles encima”, advirtió.
De imponerse nuevas barreras comerciales desde Estados Unidos, los insumos y maquinaria importados podrían encarecerse, mientras que las exportaciones mexicanas perderían competitividad, lo que pondría en riesgo no solo a los productores del norte, sino a toda la cadena agroalimentaria del país.
Aunque la cosecha aún no comienza, los estragos de esta tormenta política y climática ya están sembrando preocupación entre quienes dependen de la tierra para vivir.
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