Tamaulipas… en la ruta de huracanes

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CD. VICTORIA.- Este año, entre el 1 de junio y el 30 de noviembre, Tamaulipas tiene un 55 % de probabilidad de que una tormenta tropical con nombre impacte su territorio durante la temporada de huracanes 2025.

En un estado con una amplia franja costera y con un historial de desastres provocados por ciclones, este dato no es menor.

Las cifras provienen del pronóstico más reciente de la Universidad Estatal de Colorado (CSU), que además estima una probabilidad del 32 % de que un huracán toque tierra en la entidad, y un 12 % de que se trate de un huracán mayor, es decir, de categoría 3, 4 o 5.

Traducido a términos sencillos: uno de cada tres huracanes que se formen este año podría pasar a menos de 80 kilómetros de las costas tamaulipecas. Y uno de cada diez tendría fuerza suficiente para provocar daños severos.

El modelo utilizado por CSU considera como “impacto” cualquier ciclón que pase a menos de 50 millas (alrededor de 80 kilómetros) de una zona determinada.

Por lo tanto, para Tamaulipas, esto incluye puntos críticos como Tampico, Soto la Marina, San Fernando y Matamoros. Aunque la naturaleza siempre es incierta, y lo que hoy se pronostica con más de un mes de anticipación puede cambiar.

Condiciones ya activas
Aunque la temporada inicia oficialmente el 1 de junio, las condiciones que la favorecen ya están presentes: temperaturas del Atlántico por encima del promedio, transición del fenómeno de El Niño a La Niña y el calentamiento global empujando los límites de lo “normal”.

Temporada muy activa
El pronóstico general para 2025 contempla 17 tormentas con nombre, 9 huracanes y 4 huracanes mayores, lo que la ubica entre las temporadas más activas de los últimos años. Tamaulipas, por su ubicación frente al Golfo de México, vuelve a estar en la línea de riesgo.

En 2024, la temporada fue calificada desde el inicio como “hiperactiva”, y así se cumplió.

Aunque generó preocupación, también trajo alivio a la severa sequía que afectaba a varios estados costeros, entre ellos Tamaulipas.

Las lluvias resultaron más benéficas: pusieron fin al estrés hídrico que por casi una década afectó a las regiones centro y altiplano, así como al sur del estado, donde el sistema lagunario de Tampico estuvo a punto de secarse, dejando sin agua potable a la zona conurbada.

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