La OTAN se siente bastante satisfecha consigo misma en este momento.
Por supuesto, cuando hablas con los funcionarios en el monolito de hormigón sin alma que es el cuartel general de la OTAN en Bruselas, nadie expresa placer por la situación actual en Europa después de la invasión rusa de Ucrania.
Pero no tardan en decirte lo sorprendidos, asombrados o animados que están, y que la alianza está “muy” unida.
También oyes que tanto la cooperación transatlántica como la relación de la Unión Europea con la OTAN acerca de las sanciones impuestas a Rusia, por ejemplo, han sido muy fluidas.
Lo de ponerse de acuerdo no es muy común.
“Si me hubieras preguntado en febrero, o incluso hace seis meses, de ninguna manera habría predicho la unidad que tenemos ahora en nuestras filas”, me dijo un funcionario estadounidense en Bruselas.
Entonces, ¿cuál es el pegamento que mantiene unidos a los aliados occidentales?
La pregunta llega después de ver innumerables titulares que predecían la fragmentación del apoyo occidental.
E incluso en verano, 5 meses después de que comenzara la invasión, se empezó a hablar de la “fatiga de Ucrania”.
Además, la crisis del costo de vida y los precios de la energía dolorosamente altos vinculados a la invasión de Rusia ayudaron a reducir el apoyo de los líderes occidentales a Kyiv.
Dado que Rusia tiene el mayor arsenal de ojivas nucleares del mundo, se asumió que algunos países preferirían tomar distancia de lo sucedido en Ucrania por temor a una acción drástica por parte de Moscú.
Pero ese no fue el caso.
Atrocidades rusas
“La firme determinación de apoyar a Ucrania que vemos ahora se ha visto favorecida por las atrocidades cometidas por Rusia: atacar a civiles e infraestructura civil”, me dijo un destacado funcionario de la OTAN bajo condición de anonimato. Como muchos de los funcionarios con los que hablé, preferirían poder hablar con más libertad.
“Una dieta diaria de crímenes de guerra, esas imágenes que llegan a nuestras pantallas día tras día. Eso hace que sea difícil alejarse”.
Rusia ha negado repetidamente haber cometido crímenes de guerra.
Funcionarios occidentales dicen que las tácticas del Kremlin han fallado gravemente.
“[Moscú] ha tratado de chantajear o manipular a las naciones que apoyan a Ucrania con un mensaje de ‘también podemos hacerte sufrir'”, me dijo un funcionario de un país grande de la OTAN.
“Pero ha sido un fracaso total. Y Rusia tampoco ha logrado desgastar la determinación ucraniana con los crímenes de guerra diarios que impone al país”.
La culpa de Vladimir Putin de la expansión de la OTAN hacia el este por el conflicto también se ha convertido en un objetivo propio.
Suecia y el vecino de Rusia, Finlandia, han optado por unirse a la alianza -después de décadas prefiriendo la no alineación- como resultado directo de las acciones del Kremlin.
Muchos funcionarios también vincularon los avances inesperados de las fuerzas armadas de Ucrania contra Rusia al fuerte apoyo occidental. O, dicho de manera más cínica, haciendo políticamente mucho más difícil para los aliados reducir ese apoyo.
Los países de la OTAN están haciendo malabares con dos formas de respaldo para Ucrania: la práctica y la política.
La práctica se centra en cómo estructurar las industrias para poder seguir fabricando y brindando apoyo militar a Ucrania.
Funcionarios de la OTAN dicen que la ayuda a Ucrania es ahora más intencionada y de largo plazo que en las primeras semanas de pánico que siguieron a la invasión de Rusia.
Decisiones nacionales
Pero la alianza traza una línea deliberada entre el apoyo militar que proporciona a sus propios miembros y a Ucrania, donde la ayuda es decidida y proporcionada por cada gobierno nacional de entre los países que pertenecen a la OTAN, no por la alianza en su conjunto.
Esta distinción “delgada como una telaraña”, como me dijo un diplomático de Bruselas, no es reconocida por el Kremlin.
Pero es importante para la OTAN, que trata desesperadamente de evitar entrar en un conflicto directo y, por lo tanto, escalar la contienda, con la potencia nuclear de Rusia.
Lo que ha hecho la OTAN es aumentar considerablemente las capacidades de defensa de su “flanco oriental”.
Es decir, de los países miembro que geográficamente están más cercanos a Rusia, pero la alianza dice que no tiene una misión organizada dentro de Ucrania.
No está entrenando soldados ucranianos ni brindando apoyo militar a Kyiv como organización.
El aspecto político de mantener el apoyo a Ucrania es algo que los países miembros de la OTAN tienen que manejar con su parlamento y su población en casa.
Los analistas dicen que el costo de ayudar a Ucrania no es nada comparado con lo que Estados Unidos o países europeos como Francia o Reino Unido gastaron en Irak y Afganistán, pero vale la pena mirar las encuestas de opinión recientes en Alemania, Francia e Italia.
Apoyo de la ciudadanía
Sugieren un apoyo público menguante (solo 28% en Francia y Alemania y 26% en Italia, según un estudio del grupo de inteligencia Morning Consult) a las actuales sanciones contra Rusia que tienen un impacto directo en el costo de vida.
Sin embargo, los líderes de esos países parecen inquebrantables, por ahora, en su apoyo a Ucrania.
Podría decirse que es más firme ahora, de hecho, que antes en el conflicto.
Qué contraste con la segunda Guerra del Golfo, en la que Berlín y París acabaron por retirarse después de comprobar el fuerte sentimiento contra la guerra de sus ciudadanos.
Entonces, ¿qué está pasando ahora?
Simple: el asalto de Rusia a Ucrania es el 11 de septiembre de Europa, dice Camille Grand, hasta hace poco secretaria general adjunta para inversiones en defensa en la OTAN, y ahora en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
“[La invasión de Rusia] ha sido una enorme llamada de atención en materia de defensa y seguridad”, me dijo.
“Un momento crucial que cambia las reglas del juego, que lleva el conflicto directamente a nuestras fronteras”.
Cualquiera que sea el resultado en la propia Ucrania, Grand cree que la situación en Europa seguirá siendo compleja durante los próximos años en términos geopolíticos y de seguridad.
Un funcionario estadounidense en Bruselas va un paso más allá: “Lo que hizo Rusia provocó un cambio de paradigma en los cálculos de seguridad en todo el mundo”.
Amenaza a las democracias
No solo la OTAN reconoció esto, dijo.
Otras democracias como Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Australia han visto las acciones de Vladimir Putin como una seria amenaza al orden mundial democrático.
Existe la sensación de que si se le permite “salirse con la suya” en Ucrania, entonces nadie está a salvo.
A nivel internacional, no todo el mundo se siente así, por supuesto.
Occidente y sus aliados también están acusados de hipocresía y doble rasero en la prisa que se dan por defender a Ucrania o acusar a Rusia de crímenes de guerra, cuando las fuerzas occidentales fueron acusadas de abusos contra los derechos humanos y crímenes de guerra en Irak, por ejemplo.
Y la bienvenida ofrecida a los refugiados sirios que llegaron a Europa en 2015 fue claramente menos generalizada y efusiva que la que se dio a los que huían de la guerra en Ucrania este año.
Pero en febrero en la OTAN, la conmoción por la invasión rusa de Ucrania, y la preocupación por las implicaciones más amplias si las acciones del Kremlin no se controlaban, llevaron a Estados Unidos a alejarse de su enfoque previsto en China y el Indo-Pacífico.
De mala gana, su atención volvió a centrarse en la defensa militar de Europa, incluso a riesgo de que eso perjudicara al presidente Joe Biden en las recientes elecciones intermedias (aunque al final no pareció afectarlo).
Podría decirse que fue la determinación de EU, además de las acciones de Rusia en Ucrania, lo que cambió a posteriori el tono a nivel de liderazgo en Francia, Alemania e Italia, visto al principio por muchos como demasiado blando con Rusia.
Berlín y Roma tenían estrechos vínculos comerciales y energéticos con Moscú.
No volverá a ser lo de antes
Y, para sus críticos, el presidente Emmanuel Macron parecía seducido por lo que percibía como un entendimiento personal con Vladimir Putin.
Pero este otoño y pese a la tímida entrega de armas al principio, Alemania ya se ha convertido en el cuarto mayor donante de ayuda militar a Ucrania, aunque EE. UU. empequeñece las contribuciones europeas en un grado asombroso.
La UE ha trabajado rápido a nivel de Estado miembro y como bloque para dejar de depender energéticamente de Rusia, y Macron no se anda con rodeos en estos días cuando se trata de Moscú.
“Hay crímenes de guerra que no pueden quedar impunes”.
Así describió los ataques en curso contra civiles e infraestructura civil ucranianos esta semana.
Esos ataques han dejado al 75% de la capital, Kyiv, sin electricidad ni agua.
“Tuvimos algunos rezagados al principio”, me dijo un funcionario estadounidense en Bruselas.
“Pero ya no”.
Muchos ucranianos no tienen electricidad ni agua corriente después de los ataques rusos a las infraestructuras, y dependen ahora de teléfonos y velas para alumbrarse.
¿Y qué pasó con las llamadas telefónicas uno a uno entre el canciller alemán Olaf Scholz o el presidente Macron, y Vladimir Putin?
“[Estados Unidos] también tiene líneas abiertas de comunicación con Moscú. No para discutir el futuro de Ucrania, eso lo deciden los ucranianos, sino para hablar sobre otros temas, como la cuestión nuclear”.
¿Qué pasará a largo plazo?, me pregunto.
A veces parece que París y Berlín piensan que cuando la crisis en Ucrania haya terminado, podría ser posible volver a “negocios como siempre” con Rusia.
El funcionario estadounidense con el que hablé dijo que lo dudaba.
Pero podríamos preguntarnos legítimamente si alguna vez fue posible hablar sobre el futuro de la seguridad europea y excluir totalmente a Rusia.
Ahora que nos adentramos en lo que Europa teme que sea un invierno frío y duro, a diferencia de las primeras etapas del conflicto, no hay indicios de que los grandes actores de la OTAN estén pensando en la posibilidad de un acuerdo negociado entre Rusia y Ucrania.
El consenso común es que Occidente reconoce que obligó a Ucrania a entablar conversaciones de paz desventajosas con Rusia en 2014, lo que hizo que Moscú haya vuelto aún más fuerte en 2022.
Los representantes de los países de la OTAN que ayudan a las fuerzas armadas de Ucrania dicen que ahora ven su papel como el de apoyar a Kiev para que se desempeñe militarmente bien y tenga una posición de fuerza, de manera que esté en una posición sólida cuando llegue el momento de negociar con Rusia.
Eso es algo que el presidente ucraniano Voldimir Zelensky no contempla ni remotamente en este momento.
Dejando de lado el propósito de la unidad de la OTAN, sería ingenuo creer que ya no existen diferencias entre los aliados de Ucrania.
A menudo se dice que Reino Unido tiene una postura más “dura” hacia Moscú, junto con los miembros de la OTAN que están geográficamente más cerca de Rusia o tienen una historia reciente y dolorosa con ella, como los Estados bálticos y Polonia.
De Alemania se habla estos días como un “socio silencioso” que paga y calla.
Se describe a EU como una potencia que trata de mantener el equilibrio, internamente dentro de la alianza y externamente, para evitar un enfrentamiento militar cara a cara con Moscú.
Se dice que estas diferencias nacionales son solo “matices” por ahora.
No hay un final fácil para este conflicto, dice la experta en defensa Camille Grand.
Sólo uno que es preferible, que es la derrota de Rusia.
Pero, ¿cómo podría reaccionar entonces Moscú?
El desafío para todos los países involucrados seguramente será hacer manejable ese escenario final.
Sea cual sea.
Mantente informado las 24 horas, los 7 días de la semana. Da click en el enlace y descarga nuestra App!