“Lizbeth o Luzbel”
Hoy Lizbeth quiso que Múzquiz, pueblo mágico de Coahuila, se convirtiera en pueblo trágico cuando a punta de tijera, según se empieza a develar, hirió a su pequeño hijo sin importarle que un despiadado tercero, se ocupara en video grabarla.
Lizbeth era como muchas otras en las redes sociales. Imágenes tras imágenes mostrando una vida feliz, cuerpazo, culatzo y besos a los hijos con hartos filtros. Era la dama bellísima aguardando los fines de semana para divertirse, exhibir fotos y claro, frases motivaciones que por inspiradoras, causaban envidia… pero apagado el equipo móvil, quitado el maquillaje y echada la ropa sudada al cesto, Lizbeth se transformaba en Luzbel.
Hoy la chica amaneció como cada día, iracunda, harta de sus labores y arrepintiéndose mil veces de haber nacido mujer. Empachada de haber sido madre y dispuesta a tener un lindo día sin la interferencia de su inquieto hijo, creyó inteligente, gracioso, definitivo y lo bastante sabio, colocarle en la boca un trozo de cinta. Pareciéndole insuficiente siguió con sus manos y sus pies. El infante, entre aterrado y lloroso, se retorcía en la silla, primeramente, luego en el suelo donde, víctima de las burlas de su propia madre, vivió una pesadilla inolvidable… y si digo inolvidables es porque justamente es eso, una acción aterradoramente inolvidable. Y es que si algo llevamos a cuesta a lo largo de la vida, es precisamente el amor o el maltrato que viene de nuestros padres.
Al momento las redes sociales no sólo condenaron a Lizbeth por sus horribles acciones, también a una tercera persona que con toda la tranquilidad del mundo se dio a la tarea de video grabar las aberraciones sin hacer nada para impedirlo. Lo más grotesco de toda esa ringlera de videos que se distribuyeron como reguero de pólvora, fue la mofa, la burla, el arremede de la mujer contra su propio vástago.
Apenas fue develada la situación, las autoridades policiacas del denominado pueblo mágico se abocaron a presentarse en casa de la criminal para ser detenida. La PRONNIF, por su parte, se comprometió a examinar a fondo la situación de esta familia.
Problemas como este son el pan de cada día en el mundo. Uno de cada diez es reportado, los otros nueve se mantienen en secreto. Esos nueve son esos pequeños que son abusados a lo largo de su vida haciendo de ellos personas muchas veces antisociales o por el contrario, violentas.
No se necesita tener un doctorado en comportamientos humanos para saber que la violencia genera violencia. Muchos de los infantes que son abusados en sus años cortos tienden a repetir el formato en sus propias familias… y es que la felicidad no cohabita con la ferocidad de las expresiones de mamá, mucho menos con el brazo violento de papá. Las acciones furiosas en casa suelen ser cada vez más y más elevadas de tono; es como un llamado a la muerte que llega presto cuando no existe un algo que lo detenga. Y eso no sólo aplica a la furia intrafamiliar, aplica al daño que nosotros mismos podamos accionar contra nuestro propio cuerpo. El consumo de tabaco, drogas o bebidas embriagantes son un maltrato constante y de a poco contra el mecanismo que nos mantiene de pie. Consumirlos sin control es un llamado a la expiración.
Lizbeth entonces se convirtió en luzbel, por lo menos eso se veía en la mirada del pequeño que sin poder creerlo, sólo gimoteaba intentando escapar de esa mujer que en lugar de violentarlo, debería darle amor… y es entonces cuando todos aquellos thriller literarios se convierten en nada ante una terrible realidad. Lo mismo podríamos decir de esa larga hilada de proyecciones fílmicas que aterrorizan y dejan un sabor amargoso en la garganta. Ver un video real es muchísimo más cruel que cualquier súper producción.
El maltrato infantil y el tráfico de personas, son ese par de asuntos tan incómodos en la sociedad mexicana con los que la justicia se ha quebrado la cabeza. Los casos son tantos y tan fuera de control que se opta por no anunciarlos tanto como se hace con el narcotráfico o los asuntos de la política. Hoy por hoy los niños se han convertido en el blanco de los comercializadores de órganos, mano de obra barata, prostitución y pornografía infantil. Es este sector de la sociedad ya no sólo el más vulnerable, también el menos atendido. No por nada en las grandes ciudades y poco a poco también en las pequeñas, se ven infantes mendigando y niñas de doce o trece años vendiéndose como mayores.
¿Cuál es pues nuestro papel en esta problemática social? ¿Acaso es usted como Lizbeth? ¿Muestran a todo el orbe una felicidad inexistente? ¿Sus redes sociales están tapizadas de felicidad y de frases tan optimistas que todos desean tener una vida como la vuestra?… echa tu mirada atrás. Si tu infancia fue tranquila, si tuviste un padre o una madre cariñosa ¿Por qué cuesta trabajo repetirlo en casa? Acerquémonos a nuestros hijos, mirémoslos lo bastante cerca, encandilémonos con el brillo de sus pupilas y recordemos ese primer momento cuando los tuvimos en nuestros brazos.
No hay mayor felicidad para un hombre o para una mujer, que la ofrecida por un Dios bondadoso dándonos la oportunidad de ser padres. Adieu.
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