Mexicanos crean respirador que trabaja sin energía eléctrica

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Estudiantes de ingeniería mecatrónica de la Universidad de Monterrey (UDEM), Nuevo León, crearon el AMBUDEM-2020, un respirador artificial que puede trabajar sin energía eléctrica en pacientes con cuadros no severos de Covid-19 para que continúen recibiendo oxígeno en sus pulmones.

La invención del AMBUDEM es resultado del trabajo de Andrés González, Sergio Caballero, Omar Beltrán, Víctor Cárdenas y su mentor, Raúl Quintero, quienes se inspiraron en una publicación del Massachusetts Institute of Technology sobre un respirador para tratar neumonía y lo modificaron.

“La idea inicial era armar un respirador con componentes hechos en México, pero al estar trabajando surgieron muy buenas ideas y el diseño cambió bastante”, explica Hussein de la Torre, director de la carrera de Mecatrónica y Robótica de la UDEM y participante del proyecto.

El AMBUDEM tiene una estructura simple compuesta de tubería de PVC, un motor de acero inoxidable, una bolsa autoinflable o ambu bag y otra serie de materiales, como tornillos, que no superan los dos mil pesos. Esto con el fin de que pueda ser reproducido en masa y modificado por cualquier persona a un bajo costo.

Todas estas piezas se dividen en dos partes: una electrónica y otra mecánica, mismas que logran ser construidas en al menos 16 horas. Además son de uso libre y fáciles de encontrar; por ejemplo los tubos de PVC, en comercios de plomería y el resto en tiendas de ferretería y electrónica.

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Los regiomontanos detallan que un respirador tradicional cuesta alrededor de 20 mil dólares (489 mil 400 pesos) y su construcción requiere de más tiempo. Cuestión que para ellos no es viable frente a una epidemia que “no descansa” y el número de infectados va en aumento.

En cambio, detallan que el AMBUDEM tiene la ventaja de funcionar de forma manual y con baterías de 12 volts para zonas sin electricidad o en situaciones de emergencia. Esto posibilita que los médicos no se pregunten a qué paciente deben colocar un respirador. De acuerdo con Hussein de la Torre se estima que en México se necesiten 45 mil respiradores.

El uso de este invento, según los jóvenes, favorece la disminución de personas en tareas de insuflación (introducir un gas en una cavidad corporal) y disminuye el riesgo de contagio porque el aparato replica la función de un médico de apretar la bolsa ambu y el personal puede mantener su Sana Distancia con los pacientes.

Una vez controlada la contingencia, el AMBUDEM puede ser destinado a otro tipo de enfermedades respiratorias. Su tiempo de vida, consideran, es extenso: “sólo se debe checar de manera regular las bandas y los tornillos”, específica Omar Beltrán.

En México hay 10 mil 544 casos confirmados de contagio y 970 defunciones hasta el 22 de abril, de los cuales 211 casos de contagio y cinco muertes pertenecen a Nuevo León, según información del gobierno mexicano.

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Ventilador en camino

Durante el proceso de creación del AMBUDEM, los jóvenes explican que tuvieron que superar algunas pruebas como: entender lenguaje médico, mantener el bajo costo del aparato y trabajar más de ocho horas consecutivas con pocas herramientas en los laboratorios de la UDEM.

El equipo eligió frenar el proyecto de automatización que desarrollaban para una empresa local de su estado y se dedicó por completo al respirador con ayuda de médicos de la UDEM, quienes se encargaron de verificar que el invento contara con todo el respaldo científico.

“Trabajamos en mejoras y para que la opinión no fuera sesgada invitamos a jefes de emergencia y expertos en fisiología respiratoria a que conocieran el aparato y nos dieran sus comentarios”, declara Jesús Daniel López Tapia, director de Escuela de Medicina de la UDEM.

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Hasta este momento, el respirador no ha sido probado en un paciente con Covid-19, pero sí sometido a una serie de pruebas con maniquíes que replican distintos enfisemas pulmonares (problemas en los sacos de aire), ya que la epidemia no afecta de la misma forma a todas las personas.

Los jóvenes cuentan que ya iniciaron su certificación en la Comisión Federal para la Protección contra los Riesgos Sanitarios (Cofepris) para liberar el proyecto. Su deseo es hacer público los esquemas del aparato y así brindar a la población opciones de sobrevivencia frente al coronavirus.

La Cofepris pide que los respiradores cumplan con un rango de respiración, una frecuencia respiratoria, un modo de ventilación, entre otros requisitos, y recomienda elaborar un manual que ayude a los usuarios a entender la operación.

“Es una carrera contra el reloj, porque si el virus se propaga como dicen va a haber tal necesidad de estos aparatos que no va a haber suficientes. Es mejor tenerlos y no usarlos que necesitarlos y no tenerlos”, aclara Raúl Quintero.

Las piezas del AMBUDEM, agrega, pueden ser desinfectadas o sanitizadas con alcohol y de ser esencial cambiar la bolsa ambu en menos de 20 minutos, por lo que un equipo puede servir para otros enfermos.

“Si bien un ventilador puede ayudar a salvar la vida de un paciente, se debe tomar en cuenta la incomodidad al colocarlo, que su uso no está exento de riesgos y complicaciones y que por supuesto no es una solución a la enfermedad, sino una parte del tratamiento”, expresa Itzel Díaz estudiante de medicina.

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Todos unidos

Esta iniciativa, afirma el equipo, llamó la atención de empresarios y académicos que quieren apoyar a la fabricación del respirador con material y mano de obra para que sean donados de manera gratuita a los hospitales públicos de Nuevo León, por lo que el aparato aún no tiene un precio fijo.

El doctor López Tapia considera que esta labor cubre la carencia de equipo médico a la que se enfrenta el sector de salud. “En algún momento, todos nos vamos a enfermar. Lo que se debe es que evitar seamos todos al mismo tiempo. El número de contagios será menor y no estaremos colapsando si seguimos las recomendaciones”.

Para los jóvenes su invento es una muestra del “ingenio del mexicano para resolver problemas y salir adelante de catástrofes”. Esperan que su labor inspire a otros estudiantes a utilizar sus conocimientos hacia la batalla contra el coronavirus, sin temer al fracaso.

“Así como a nosotros nos dio por hacer este proyecto. Anhelamos que esto ayude a despertar la creatividad de más personas y se encuentren con más formas de resolver las situaciones presentes”, enfatiza Andrés González.

(EL UNIVERSAL)

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