Y la gran pregunta es ¿qué hubiera hecho el general Lázaro Cárdenas ante la grotesca actitud de un Deschamps chupando la ubre petrolera? Nadie desconoce la férrea voluntad de un michoacano que luego de una larga trayectoria en la milicia, llegó a la silla presidencial con toda la actitud de emparejar lo que sus antecesores habían dejado.
El “Jefe máximo”, como se le conocía a Plutarco Elías Calles, tuvo que sujetarse al destierro al que fue destinado luego de que dejado el poder, intentara hacer una zancadilla tras otra al jefe del ejecutivo. Harto de las jugarretas del su predecesor, que tenía la manía de opinar y enjuiciar las decisiones del nuevo presidente, tuvo que irse a los Estados Unidos y a un sitio que por distante le costaría trabajo seguir causando problemas.
México es una potencia mundial si de petróleo se habla. Sus yacimientos son tan vastos que es de sorprenderse cuando se dice que aún en el Golfo de México existen ricos yacimientos.
Durante el período del Maximato liderado por Elías Calles, un amplio sector de la sociedad vivía en la opulencia y a la vista de los más pobres. Eso no sólo molestaba a los países del exterior, también al candidato de procedencia michoacana.
Justo cuando Cárdenas comenzó a prometer justicia para todos, le pasó exactamente lo que a Francisco Ignacio Madero, la oposición se les fue encima burlándose de sus promesas. Eso no ha cambiado mucho. Hoy en día a la llegada de la bien llamada Cuarta Transformación, la guerra emprendida contra el mandatario tabasqueño ha sido sangrienta.
Con el destape de la desvergonzada corrupción petrolera que se ha vivido a lo largo de los últimos sexenios, Carlos Romero Deschamps se ha visto obligado a abandonar la batuta del STPRM luego de 26 años de supuesto enriquecimiento ilícito. El Pemexgate, escándalo que lo acusaba de desvíos millonarios lo ha seguido desde hace 19 años. Con todo y ello nada parecía preocuparle pues sabía bien qué terrenos pisaba y con quién podía contar si el infortunio se le venía encima. El descaro versallesco en el que vivía se evidenciaba en la actitud de sus hijos. En el 2012 su hija Paulina se exhibía presumiendo en fotografías una vida suntuosa y millonaria. En el 2013, su hijo José Carlos Romero Durán obtenía un Ferrari Enzo con un valor de 2 millones de dólares. El colmo se vio evidenciado cuando los tres perros de la familia Deschamps ocuparon una habitación de 25 mil pesos en Dubái con todas las comodidades.
México es un país rico, pero su riqueza, como muchas veces se ha dicho, está tan mal distribuida como si todavía viviéramos en 1810 o 1910. Aquí hubo una independencia de la corona española para pasar a ser esclavos de una monarquía mexicana que se refrendó con la llegada de 30 años de gobierno de un Porfirio Díaz mandando eliminar con un “mátenlos en caliente” a todo campesino que osara desafiarlo.
Hoy la familia Deschamps tiembla y todo el país espera con impaciencia se haga justicia. Las cuentas del máximo sindicalista petrolero fueron congeladas hace tiempo y todo parece indicar que enfrentará a la justicia.
Sin duda México y sus mexicanos son burlados de un modo inmisericorde por quienes fueron nombrados para dirigirlo. Se burlan de frente de quienes los han colocado en posiciones de responsabilidad y desde ahí, desde su pedestal, escupen el rostro del campesino y se todo mexicano que osa mirarlo.
Los mexicanos, queramos o no, estamos acostumbrados al abuso y cuando no es así, parecemos buscarlo. Por sexenios hemos sido gobernados por diversos partidos políticos que comprobadamente nos han dado composta como beneficios de gobierno. Felices lo hemos tomado y satisfechos del abuso, con placer les ofrecemos nuestro voto para otros seis años. La última vez que triunfó la democracia con Vicente Fox y Felipe Calderón, el país se tiñó de sangre por el mal manejo que se le dio al asunto del narcotráfico.
Romero Deschamps es sólo uno de los muchos ejemplos de políticos mexicanos que se dan la vida de reyes mientras el pueblo muere hambre. Por fortuna López Obrador ha dicho que el gobierno no meterá mano en el asunto enjuiciatorio contra Deschamps, que pague sus culpas en caso de que se le encuentre culpable. Nunca se es tan viejo para tener el gusto por probar la sensación fría de una celda.
Y me vuelvo a preguntar qué haría Lázaro Cárdenas con esta horrible alimaña. Para el carácter del general hubiera hecho algo mucho más que exiliarlo. Me gustaría decir que no le debemos desear el mal a nadie, sin embargo, para él sería desearle un bien pues el encierro le ayudaría como una terapia para evitar la mala costumbre de tomar lo que no le pertenece. Adieu.
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