Mexicano, pionero en la termodinámica

Fernando del Río, Premio Nacional en Ciencias Físico- Matemáticas y Naturales, habla de la tarea de enseñar

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Del Río estudia la mecánica estadística. (Foto: El Universal)

Hace 35 o 40 años, en México no se realizaban experimentos de alta calidad en el campo de la termodinámica experimental. El pionero en esta área fue un físico nacido en la Ciudad de México, en 1940, el doctor Fernando Mario del Río Haza, profesor en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y merecedor del Premio Nacional de Ciencia y Artes 2015 en Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales.

Del Río Haza ha dividido su carrera entre la investigación y la enseñanza. Lleva más de 40 años como catedrático en la UAM Iztapalapa y ha estudiado las propiedades de líquidos y gases. Sus campos de interés han sido la mecánica estadística y la termodinámica.

“La termodinámica es una ciencia que estudia los fenómenos relacionados con el calor y la temperatura. El puente entre la física que estudia las moléculas y la termodinámica es la mecánica estadística. Se llama mecánica porque tiene que ver con cómo se mueven las moléculas y con conjuntos grandes de moléculas, entonces ahí es un problema estadístico”, señaló.

“He trabajado en varias direcciones, por un lado en una ecuación de estado. Una ecuación nos dice cómo se comporta tal ‘cosa’ y qué relación tiene con otras ‘cosas’. En este caso se estudian las relaciones termodinámicas”.

“También trabajamos en un modelo que no inventamos nosotros, pero que hemos desarrollado mucho, llamado Pozo Cuadrado”, que consiste en la existencia de “una fuerza repulsiva que impide que las cosas se peguen, es como si fueran bolas de billar que no se sienten hasta que chocan”.

Compromiso con la educación. El doctor Del Río Haza ingresó a la UAM hace 41 años. Comenzó a dar clases en 1974 y desde ese momento se comprometió con sus alumnos.

“Aquí soy profesor de tiempo completo y realizo investigación porque debemos mantenernos al día. Doy clases y dirijo proyectos (tesis) de alumnos.

“Mi función como profesor con los estudiantes es decir: aquí está la frontera, ahora ¿qué más podemos avanzar?, ¿qué más podemos entender?”.

Su responsabilidad con la educación fue más allá de la UAM, pues colocó su “granito de arena” para ayudar a la mejora de la enseñanza en México.

“Algo de lo que me siento orgulloso es que coordiné un programa de la SEP relacionado con la formación de profesores, el Programa de Mejoramiento del Profesorado (PROMEP)”, señaló.

“Éste prácticamente ya desapareció, pero estuvo vigente durante tres sexenios y se dedicaba a mejorar la formación de profesores de universidades públicas. Se les daban becas para estudiar un posgrado de buena calidad. La regla de oro en la educación es que un profesor debe tener al menos un grado superior al que enseñe para que uno sepa más que el alumno”.

“Fueron miles de profesores del país que se graduaron en el extranjero. El único requisito era que fueran a estudiar lo que estaban enseñando. Me siento contento porque se logró un cambio radical”, indicó.

En cuanto al Premio, señaló que esperaba la distinción porque “si uno no pensara que podía ganar, entonces no concursaría”.

El galardón “se lo dedicaría a mi padre porque me encaminó por la ruta del saber, y a mi esposa”, finalizó.