“Monstruo de Ecatepec” mató a golpes a cinco mujeres

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CIUDAD DE ÉXICO.- Juan Carlos, “El Terror Verde” o “El Monstruo de Ecatepec”, también asesinó a golpes y por estrangulamiento a por lo menos cinco mujeres más en la CDMX y en el municipio de Tultitlán, tres de las cuales -dijo- eran prostitutas. A dos de ellas las ultimó en un hotel de la zona rosa y a otra en el hotel Tepeyac, en Gustavo A. Madero y también asesinó también a “La Jicaleta”, en la calle de Jesús Carranza en el barrio de Tepito.

El hecho de horror más escalofriante de la historia criminal en México se desarrolló durante diez años en el municipio de Ecatepec, Estado de México, donde la pareja formada por Juan Carlos “N” y su amasia Patricia “N”, son los principales autores materiales e intelectuales, mismos que mantuvieron en jaque a todo el sistema de seguridad pública y procuración de justicia de la entidad mexiquense. Mediante engaños y la manipulación, llevaron a su domicilio a más de 20 mujeres a quienes las despojaron de sus pocas pertenencias, ultrajaron, asesinaron, descuartizaron, tasajearon parte de los muslos de sus piernas como bisteces; los frieron con aceite y los comieron con salsa y tortillas.

La carne humana también la prepararon en pozole y en caldo como de res y también los comieron. “Estaban deliciosos”, narra Juan Carlos; “sobre todo cuando las mujeres habían tomado alcohol y se habían puesto borrachas. Su carne estaba muy deliciosa”, asegura, Juan Carlos, quien sabía que todo lo que hacía estaba mal y se convertiría en leyenda, pidió al ministerio público que le tomó su declaración que se le conozca como “El Terror Verde”, porque así le pusieron en la milicia cuando trabajó y donde aprendió cómo atacar a sus víctimas sin que les diera tiempo de gritar y pedir auxilio.

Los corazones que les arrancó a sus víctimas, los conservó en frascos de alcohol Tonaya y los colocaron en un altar como ofrenda a la Santa Muerte. Los cráneos y huesos se los vendieron en 500 pesos a un hombre dedicado a la santería que sólo conocen como “El Bons”, quien es buscado por la Policía Municipal; de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado de México y por agentes de Investigación de la Fiscalía General de Justicia de la entidad mexiquense, a fin de que declare en torno a las acusaciones que obran en su contra.

La grasa y otros restos humanos de sus víctimas los fueron a tirar a diferentes predios y en algunos, los enterró; otros los metió en botes de diez litros y les echó cemento, en tanto que otros, los quemó en un tambo que acondicionó Juan Carlos y le llamaba su horno.

Juan Carlos, “El Terror Verde” o el Monstruo de Ecatepec, declaró ante el ministerio público de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México que siempre estuvo en contacto con familiares de sus víctimas y que muchos le pedían información de las desaparecidas; incluso que en una ocasión, cuando iba a tirar los restos humanos de una menor que había matado y que llevaba entre basura y costales en un diablito, la mamá de la jovencita le dijo: “Juan Carlos y, ¿ahora a quien vas a tirar?. lo que sólo le dio risa, pues efectivamente, ahí llevaba los restos de la pariente de esa mujer que todos buscaban, incluso la policía.

Los celulares y algunas alhajas que despojaron a las mujeres que asesinaron y descuartizaron, los vendieron y con ese dinero pagaban la renta de los domicilios donde vivían y donde cometieron una serie de crímenes atroces contra más de 20 mujeres.

El escenario de estos hechos escalofriantes fueron un sillón viejo de su sala, donde se sentaron sus víctimas; la recámara, donde atacaba sexualmente a las mujeres y el principal lugar de horror, fue el cuarto de baño. Ahí, es donde una vez que las desvanecía con una llave que les aplicaba y que aprendió en la milicia, las arrastraba y ahí en ese baño procedía a arrancar el corazón, a filetear, descuartizar y a separar los restos humanos de sus víctimas.

A algunas las llevó a su casa con la promesa de darles trabajo; a otras, con venderles ropa y quesos; a otras con el engaño de regalarles ropa para sus hijos y, ya estando dentro de su casa, las encerraba, algunas las emborrachaba y atacaba sexualmente y, a otras, les decía que estaban secuestradas y que su esposo las había mandado a secuestrar.

 

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