OAXACA.- Las muertes que cobró el terremoto de mayor magnitud en la historia de México aumentaron a 90 el domingo, mientras la gente del estado suroeste de Oaxaca lloraba a sus muertos y los rescatistas comenzaban a evaluar el daño en los pequeños poblados donde el polvo todavía se siente en el aire.
Oaxaca fue el estado mexicano más afectado, con 71 muertos, según Águeda Robles, vocera de la Coordinación Estatal de Protección Civil. Otras 15 personas murieron en Chiapas, el estado donde se ubicó el epicentro del sismo de magnitud 8,2, y se informó que hubo cuatro otras muertes en el estado vecino de Tabasco.
Más de tres días después de que ocurriera el terremoto del jueves, las violentas réplicas sacudían la ciudad de Juchitán de Zaragoza y los pueblos cercanos. En Asunción Ixtaltepec, a unos ocho kilómetros de ahí, los perros de búsqueda trepaban a los escombros junto con sus cuidadores, en busca de señales de vida.
Para aquellos cuyos peores miedos se confirmaron, vinieron los funerales, con procesiones que iban a paso lento hacia los cementerios al son de música tradicional oaxaqueña, con tambores y trompetas.
La mañana del domingo, Lourdes Pérez enterró al hijo que había tratado de salvar con todas sus fuerzas cuando la planta alta del hogar en el que él vivía colapsó frente a sus ojos.
De pie, viendo hacia las ruinas de su casa, la destrucción parecía ser una representación de su devastador pesar.
Cuando el terremoto sacudió el suelo bajo sus pies, Pérez estaba afuera de su casa, ubicada enfrente de la casa en la que su hijo, Eduardo Peralta, de 33 años, vivía con su familia.
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