El sábado se podía caminar y sobraba espacio en el zoológico de Buenos Aires, y fue raro porque era un sitio que solía recibir unas 10 mil personas cada día.
Después de permanecer dos semanas cerrado, sólo hubo 2 mil visitantes: no se permitió más. Fue la primera jornada del ecoparque, la nueva etapa de este zoológico que está considerado —por su historia y por su riqueza edilicia— como uno de los 20 más importantes del mundo, y que entra en el siglo XXI con un plan de “visitas conscientes” con las que se pretende reducir el estrés de los animales. En los meses por venir, la mayoría de las mil 500 especies que viven aquí serán trasladadas a hábitats naturales. Ya se comenzó con cuatro lechuzas.
“Mara”, la elefante de más de 30 años que se pasea en un predio de barro y que muchos años atrás fue atracción de circo, no sabe que le espera algo mejor.
“A veces levanta la patita porque todavía hace lo que aprendió en el circo, pero quizás algún día viva en África”, dijo uno de los cuidadores. Los niños la miran fascinados.
Aunque en el gobierno de la ciudad explican que el plan de transformación del zoológico está en marcha, los plazos no están del todo definidos. “Cada animal debe ser evaluado de acuerdo con su especie y su historia”, dijo Máximo Romano, vocero del Ministerio de Modernización de la ciudad.
Muchos de los animales sufren de zoocosis: una suerte de sicosis del reino animal provocada por las condiciones deleznables en las que vivieron durante años. Los tres chimpancés, por ejemplo, están semipelados porque se rascan compulsivamente. A veces se comen sus heces y su vómito.
Las familias que fueron el fin de semana al zoológico sólo pudieron ver a algunos de los animales.
A la orangután “Sandra” tampoco se le pudo ver. Es una simia emblemática que en 2014, ante sus pésimas condiciones de vivienda, fue reconocida por un tribunal judicial como “persona no humana” y beneficiada con un “hábeas corpus” que ordenó su liberación. Aunque todavía no fue trasladada, está en paz.
“Estaba obligada a exhibirse todo el tiempo y eso a un simio, que tiene un gran desarrollo cognitivo, le genera estrés”, explicó Romano, del Ministerio de Modernización. Mientras tanto, se evalúa su posible traslado a una reserva en Brasil o en Estados Unidos.
El zoológico de Buenos Aires reabrió sus puertas luego de su reestatización: el estado en el que se encontraban los animales y el parque, sumado al incumplimiento del pago de la concesión y al adeudamiento de salarios, llevó al gobierno local a terminar el contrato de la empresa Jardín Zoológico S.A. y a poner en marcha este proyecto apoyado por proteccionistas.
Como la elefanta “Mara”, los rinocerontes y las jirafas también tienen nuevo sustrato y barro. “Hay que cambiarles el sustrato cada seis meses y hacía ocho años que no se hacía”, dijo un cuidador. “En el piso se encontraron clavos y tornillos”. A su lado, los niños querían llamar la atención de las jirafas. Ellas, desde lo alto, los miraban como con pena.