Como mamá, de seguro lidias con mucho estrés y quisieras hallar un modo de que esto no altere tu paciencia. A fin de cuentas, y sobre todo si como yo tienes un niño difícil en casa, la paciencia es esa virtud que no nos puede faltar… Pero nos falta. Más de una vez he gritado más de lo quisiera y me sentido peor de lo que debería y ¿por qué? Pues simplemente porque debido a mi incapacidad momentánea para manejar una situación he perdido el control.
¿Te ha pasado? ¿Quieres evitar que vuelva a ocurrir? Lo primero que he descubierto que funciona en estos casos es respirar hondo. Luego entender que he cometido un error ymentalizarme sobre lo que acaba de suceder. En ese momento pienso en qué me hizo perder la paciencia y cómo puedo evitar que vuelva a ocurrir. Si no sabes muy bien cómo lograrlo, aquí te doy unos tips que me han funcionado:
A veces, si hemos tenido un mal día o nos agobian las preocupaciones, tendemos a exagerar las cosas. Algo tan sencillo como un derrame de jugo o un desorden en la habitación puede irritarnos más de la cuenta. Detente un momento, respira y evalúa la situación para que puedas actuar en consecuencia.
#2 Tú eres el adulto
No se trata de que no tengas derecho a impacientarte, sino de que entiendas que los niños son niños y hacen cosas de niños. Corren, gritan y se mueven todo el tiempo. En la medida en que entiendas esto, te verás menos afectada. A la hora de reaccionar, recuerda no sólo que eres el adulto, también eres su ejemplo y la persona que más ama y en quien más confía.
#3 ¿Vale la pena decir no?
Muchas veces las dificultades comienzan cuando decimos que no a algún pedido de nuestros hijos. Escuchar un:“Mamá, quiero helado” cuando acabas de preparar la cena puede que te genere un NO inmediato, e incluso te puedes poner tensa y de mal humor pero… ¿es realmente tan terrible? A lo mejor pueden llegar a un acuerdo o si no, puedes servirle una porción muy pequeña y prometerle el resto como postre.
#4 No subestimes al niño, respétalo
Muchas veces nos sentimos con el permiso de gritar y regañar a nuestros niños hasta por la cosa más boba porque de algún modo los vemos como nuestra propiedad. “Es mi hijo, yo lo parí”…es cierto, pero es una persona diferente a ti y merece respeto. Si pierdes la paciencia, prueba a explicarle cómo te sientes con su acción y pídele con respeto que no vuelva a hacerlo.
#5 Evita ambientes donde no pueda hacer nada
Los niños tocan, tiran, corretean… es su papel, jugar es el sentido de sus vidas. Si mantienes a un infante en un espacio donde todo le esté prohibido, de seguro que vas a vivir estresada y vas a reaccionar muy mal a menudo. Garantiza un espacio para ellos donde puedan sentirse libres para que tú puedas estar más tranquila.
#6 Toma un tiempo de descanso
Todas merecemos algo de tiempo libre, una tarde para ir al cine o de compras con una amiga o una salida a cenar con la pareja, sin niños. Ese descanso es importante para que puedas dedicarle a tu hijo siempre solo lo mejor de ti. Si tú estás relajada, los niños serán más felices.
#7 Recuerda: Tú eres su todo
¿Te agobia que tu hijo esté todo el tiempo reclamando tu atención? Pues no puede evitarlo. Para él tu eres el centro de su pequeño mundo. Trata de canalizar esto lo mejor posible con juegos o actividades, conversen y compartan tiempo de calidad, pero sobre todo mentalízate en que si reclama tu atención es porque tu eres su universo. No le recrimines por ello.
Y finalmente…
¡Relájate!
La crianza no es un concurso para ver quien tiene los niños más educados y limpios, se trata de lograr seres humanos emocionalmente estables y más felices. Si entendemos el comportamiento de nuestros hijos podremos lidiar mejor con él sin perder los estribos… y así tú misma serás más feliz.