La vista se deleita con sus bellos colores y su fuerte presencia, mientras que el tacto se estremece al sentir sus detallados bordados y tejidos, ejemplos vivos de la cultura indígena los vestuarios de la Guelaguetza agudizan los sentidos de los asistentes a la máxima fiesta de los oaxaqueños.
Elaborados por manos nativas, los trajes regionales son un reflejo de la visión del mundo de cada una de las comunidades indígenas de las ocho regiones de la entidad, las cuales, año con año ataviadas con huipiles (blusas sin mangas), enredos (faldas) y pantalones de manta, muestran lo mejor de su cultura en calendas y ferias.
La vestimenta que estas comunidades presentan durante la celebración, no son más que un reflejo de su cultura, de su día a día y de sus calendas locales, así lo señaló Javier González Pérez, curador de la exposición de trajes regionales en la capital del estado “Xaba Luláa, Sueños, Historias y Vidas Entretejidas”.
“Sus atuendos para ellos son parte de su vida diaria y son un recuerdo de lo que han llevado sus ancestros, desde sus tatarabuelos hasta sus bisabuelos y esto es lo que vienen a mostrar, un pedazo de sus tradiciones”, explicó.
Algunas de las comunidades que han mantenido viva su forma de vestir son Tehuantepec y Juchitlán, donde las mujeres del Istmo se atavían con sus hermosos y reconocidos trajes para realizar sus tareas cotidianas.
“Cuando tu visitas Tehuantepec y Juchitlán te darás cuenta que es donde más se mantiene arraigado su vestuario ya que las ves en el mercado y gran parte de la comunidad utilizan todavía el traje de diario”, expresó.
En este sentido, resaltó que en esta región las mujeres de origen zapoteco, ven en sus trajes un medio de expresión muy importante ya que tienen un vestuario para cada momento: una boda, la lavada de olla, los desfiles, eventos religiosos y para guardar luto.
Radiantes y seguras, las mujeres istmeñas con sus impresionantes huipiles y enaguas (faldas) elaborados con tela de terciopelo negro y bordados delicadamente con impresionantes flores y cadenillas, sonríen a quienes transitan con sus delicados labios de tonos carmesí.
La belleza de su vestuario llega hasta su cabello, recogido en una trenza que forma sobre el contorno de su rostro, una corona que en lugar de diamantes, está decorada con listones de colores y flores frescas.
La joyería realizada con centenarios y heredada por mujeres de sus familias, brillan con cada movimiento coqueto que hacen de su rostro y sus manos.
Los trajes de tehuana que fascinaron a la pintora Frida Kahlo “Como los conocemos hoy, datan de la época del porfiriato tengo entendido que lo trae la señora Juana Catalina Romero una nativa de Tehuantepec que de sus viajes a Europa traía telas e ideas para elaborar estos vestuarios”, aseguró González Pérez.
De origen prehispánico, los vestuarios de las comunidades de la mixteca, la sierra norte y la costa están confeccionados con tejidos creados con técnicas antiguas como el telar de cintura y los cuales son decorados con pigmentos naturales como la cochinilla y el caracol púrpura.
“Santiago Jamiltepec tiene un traje de descendencia prehispánica que es un enredo y un huipil que elaboran las amas de casa en sus ratos libres y que pueden tardar hasta tres meses en terminarlos”, señaló.
Según datos de la página web de la revista digital de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el telar de cintura es una técnica precolombina de elaboración de tejidos que en la actualidad sigue siendo utilizada por comunidades indígenas en México.
Su funcionamiento de acuerdo a la revista, se da a través de una estructura de forma rectangular donde los hilos de maniobra se mantienen tensos al fijar uno de los soportes a una estructura vertical y el otro ajustándolo alrededor de las caderas de la tejedora, la cual se arrodilla o se sienta para realizar el trabajo.
Los hilos transversales se insertan utilizando los dedos por encima y por debajo de los hilos de maniobra. Más tarde, se incorporaría una lanzadera que se hace pasar a través de los hilos de maniobra. Para apretar los hilos trasversales que se atraviesan y se cortan, se utiliza un cepillo que se asemeja al utilizado para el cabello.
En este orden de ideas, González Pérez explicó que los materiales que las comunidades utilizan para elaborar estos tejidos artesanales o bien las telas comerciales que seleccionan para realizar sus vestuarios, dependerá del clima que prevalezca en las entidades.
“Los vestuarios que ellos portan van a depender de las temperaturas de su región por ejemplo en la sierra norte al igual que en la Mixteca se usa mucho algunos enredos elaborados en lana o acrilán y se combinan con huipiles elaborados en telar de cintura y en el caso de los valles centrales, es un poquito más la tela contemporánea de algodón o raso”, señaló.
Asimismo, el clima de las localidades va a determinar el colorido que le impriman a sus vestuarios y accesorios, ya que destacó que en el caso de la sierra norte donde el clima es frío, sus trajes van a ser menos coloridos que los de regiones más cálidas como el istmo de Tehuantepec
En cuanto a los bordados, expuso que en las telas y tejidos se plasmarán en el caso de las flores que son los bordados más comunes, las especies que tienen cercanas a ellos.
“En el caso de la parte del Papaloapan, sus vestuarios están inspirados en el ambiente donde ellos conviven, las flores, los animales, las montañas que observan”, dijo.
Por otra parte, los atuendos de los hombres, aunque con menos reflectores, también muestran la cultura viva de sus regiones como en el caso de los jorongos de la cultura mixe en la región de la Mixteca.
“El traje del hombre se caracteriza en la sierra norte y valles centrales por el calzón de manta blanco. No obstante en la zona de la costa, hay uno muy impresionante hecho todo en telar de cintura de algodón blanco”, señaló.
González Pérez manifestó que no se tiene un registro exacto del número de trajes regionales de Oaxaca “te podría decir que en cada municipio, considerando que tenemos 570, hay por lo menos cuatro atuendos tradicionales con sus propias características en cada comunidad”.
En esta edición de la Guelaguetza 2016, serán 50 delegaciones provenientes de distintas comunidades quienes deleitarán los días 25 de julio y 1 de agosto la vista, el tacto y el oído de los asistentes al auditorio enclaustrado en lo alto del Cerro del Fortín.