NUEVO LAREDO.- Durante tres semanas han llegado decenas de cubanos a esta frontera en busca de ingresar a Estados Unidos y gran parte de la comunidad se ha solidarizado con ellos ante su situación migratoria, llevándoles ropa, comida y atención médica diarias, sin embargo, han quedado en el olvido aquellos centroamericanos migrantes que también llegaron a esta frontera con el sueño de una mejor vida para ellos y su familia.
José Orlando, originario de Honduras, lleva más de tres meses en la ciudad de Nuevo Laredo, dejando atrás una familia, un hogar, y sobre todo buscando la oportunidad de progresar y tener un trabajo que le permita alimentar a su gente, a la cual no ve desde que decidió salir de su país.
La pobreza, el desempleo y la inseguridad son las causas principales que orillaron a José a salir de Honduras y arriesgar su vida en el camino, donde padeció hambre, frio y hasta violencia.
Al llegar a Nuevo Laredo Tamaulipas, puerto fronterizo con Estados Unidos creyó haber encontrado el paraíso, sin embargo se llevó otra decepción pues no logró cruzar al país americano, quedándose estancado sin empleo, hogar ni apoyo moral.
Afortunadamente un albergue de la ciudad le dio la atención necesaria, por lo que ahora sale diariamente a buscar alguien que le de trabajo y juntar dinero para legalmente encontrar las puertas de los Estados Unidos.
Sin embargo, con la llegada de cientos de cubanos a la ciudad, los centroamericanos albergados han sentido el desplazo además de la falta de recursos para atenderlos a ellos debido a que se le brinda toda la atención a los isleños:
“Uno se siente desplazado, ellos tienen más atención que uno y no sé por qué es así si somos los mismos, somos migrantes”, destacó.
Asegura también que para ellos es muy triste ver cómo la ciudadanía ha decidido regalarles ropa, comida, agua y otras cosas a los caribeños cuando se les puede ver bien vestidos, con accesorios como teléfonos celulares e incluso algunos con prendas de marcas reconocidas, y aun así la ayuda les sigue llegando, dejando a un lado a los demás migrantes que también han dejado sus vidas y a sus familias por mejores oportunidades.
“Mi sueño ha sido venirme porque quiero progresar, en mi patria no hay trabajo y algún día pienso llegar al otro lado para cambiar a mejor vida. Pero el otro día yo iba a buscar donde me dan comida, yo llegue ahí por el hospital a ver que me daban y me dicen discúlpeme, sólo hay un caldito, casi no hay nada porque se lo dimos a los cubanos, sólo sobro esto, entonces lo poquito que sobró tuve que comerlo porque tenía hambre, pero se lo habían dado a ellos primero”, declaró tristemente.
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