Más de uno nos quedamos impresionados por esa imagen en la que un pequeño intentaba detener una de esas marchas contra la aceptación del matrimonio con personas del mismo sexo. Sí, y justamente lo hacía porque según la versión más fidedigna, un familiar suyo padecía de ese trato denigrante por el simple hecho de tener preferencias desemejantes.
Dada la situación por la que pasa actualmente el mundo y to10da esa ola de violencia e injusticia que hacen las religiones cristianas contra los que piensan y actúan sexualmente diferente, nos hace pensar en el hecho de que aquel Dios que la Biblia describe como amoroso no sea más que un Dios homofóbico… y es que los líderes religioso ya no saben qué hacer con el asunto de que los homosexuales y lesbianas puedan casarse y hasta adoptar hijos para criarlos y educarlos como si fuesen familias comunes y corrientes.
Unos dicen que todos somos seres humanos con derechos y libertades para decidir y optar por lo que mejor nos convenga, tanto así que hasta algunos párrocos justifican la nueva ley propuesta por nuestros legisladores en San Lázaro opinando que este tipo de uniones de género igual podrían brindar protección garantizada del mismo modo que lo hace una pareja convencional. Y es que aun cuando mucho se ha criticado la osadía de ciertos grupos homosexuales por su deseo de adoptar, hay quienes están a su favor opinando que no es garantía de cuidados y educación para un hijo el hecho de que una pareja sea heterosexual. Claro que sería lo ideal, pero bien sabemos que ni aun viviendo Cristo entre nosotros cuidaríamos a nuestros hijos como se debe.
Existimos en una época en la que se vive trepando uno sobre otro para alcanzar la superación. Yo he leído el texto bíblico, el Popol Vuh, secciones del Ramayana, del Corán y hasta el mismísimo “Los demonios del Edén” de Lydia Cacho y créanme que en ninguno de estos libros se habla tan crudamente sobre la homosexualidad como lo es en la Biblia. Sodoma y Gomorra estaban llenos de homosexuales y lesbianas, lo mismo Pompeya y Roma; no hablemos de Grecia y el Partenón del Negro Durazo en México. Jehová los detestaba y el mismo texto dice que debían ser desechados y destruidos. Aún en los ritos del templo eran excluidos los que tuviesen actitudes desviadas y quienes tuviesen “los testículos atrofiados”. Jesús, que no es otro que el mismo Jehová venido en la carne en el nuevo testamento, amaba al pecador, pero no al pecado… no me extraña que los curas, seguidores de él, amen a escondidas este pecado y al mismo tiempo a este tipo de pecadores.
Muchos de nosotros crecimos escuchando que en casa es el padre quien lleva los pantalones. Por lo menos así era en las décadas de los noventa para atrás. Hoy uno que otro macho se resiste a aceptar que la cosa ha cambiado. Si antes la virilidad en la familia era la fuerza, el sustento del hogar y al mismo tiempo la defensa contra todo lo que amenazara su integración como grupo, hoy, con nuevas disposiciones, se ha decretado que dos géneros en una familia pueden más que uno.
En base a esa imagen del matrimonio perfecto entre un hombre y una mujer, es por lo que hoy la razón se ha cerrado contra cualquier otro intento por destruirlo. ¿Pueden imaginar dos creaciones de un mismo sexo resguardando a un pequeño?… Hablando de esto último he escuchado hasta el hartazgo a un sinnúmero de puristas y moralistas decir que los chiquillos, al ir creciendo, podrían caer en las costumbres de quienes los han criado y hasta recibir burlas de sus compañeros… quienes dictaminan así son seres irracionales y que bien podrían graduarse de estúpidos profesionales con doctorado en demencia personal. Los pequeños serían educados como cualquier otro. Irían a la escuela, a la secundaria, a la preparatoria, irían al club de su preferencia y adorarían al Dios que les venga en gana… con respecto a las burlas, eso es lo de menos. En una escuela nunca falta el compañerito que se convierte en un azote, ese que molesta más que una fibra sobre la sartén con huevo pegado. Así que si los padres del nuevo compañero de salón son de un mismo sexo nada tiene que ver. La curiosidad será de un par de días, luego, luego todo será normalidad. Ya lo digo, los niños no perdonan, se burlan del papá cojo, del compañero de al lado; de la mamá que vende tacos afuera de los bailes; del tío que lustra zapatos; del papá que vende periódico en la esquina, etcétera… así somos los humanos.
Viéndolo de un modo realista y justo, muchos líderes religiosos deberían de dejarse de hacer los desentendidos, pues de nadie es desconocido que son ellos los primeros promotores sociales y oficiales de la pedofilia y de las peores atrocidades en el seno de las supuestas iglesias de Dios. Es cierto que en algunas religiones no se casan y no forman familias, sin embargo, los pequeños que de un modo u otro son puestos a su cuidado por corto o largo tiempo, la gran mayoría de ellos son fornicados y adulterados de las maneras más bajas y vergonzosas ideadas por el ser humano. Cada día se les va una cantidad muy considerable de conversos y fieles al no encontrar en sus arcaicos preceptos credibilidad ni concordancia a lo que enseñaba Jesús, o mínimo, con lo que los que predican en el púlpito. Por una parte Dios ama al pecador y por otro lado algunos curas los echan de los templos. En pocas palabras el ambiente eclesiástico está hecho todo un desastre sobre si se debe o no la adopción y el permitir que los homosexuales y lesbianas pisen el registro civil y las iglesias.
Si usted es de los que reza el rosario por la mañana, se golpea el pecho por la tarde mientras escucha misa y se azota la espalda en lo más íntimo de su recámara mientras anochece, lo siento mucho… Seguro es de los que desean poner a los que piensa muy diferente a usted, en el último rincón del infierno. “Saque primero la viga de su ojo”, “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”, “Anda, vende todo y dalo a tu hermano” frases como estas que fueron dichas por el líder del cristianismo fueron las que pusieron en jaque a más de uno en la antigüedad y que hoy siguen siendo un obstáculo de quienes a la luz del día escuchan al párroco y por la noche al demonio… Que el homosexual haga lo que le pegue en gana, lo mismo la lesbiana… eso sí, todo dentro de las leyes. Olvídese de lo que dicen los textos escritos por los antiguos judíos y toda esa sarta de moralidades que únicamente reprimen los sentidos, que cada quien viva su existencia mortal como mejor le convenga y crea. Ya lo dijo la española Mónica Naranjo, sólo se vive una vez y si Dios es o no es homofóbico, eso ya es otra cosa, finalmente son sus creaciones y ahora deberá responder por esas “fallas” hormonales en sus productos… Hasta la próxima, adieu.
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