TOKIO.- El turismo en Fujikawaguchiko ha crecido de manera exponencial en los últimos años, especialmente tras el fin de las restricciones por la pandemia. Este crecimiento ha sido impulsado por la popularidad de la icónica vista del monte Fuji desde detrás de una tienda Lawson, una imagen que se ha viralizado en redes sociales y ha atraído a turistas de todo el mundo. Sin embargo, este aumento de visitantes ha traído consigo una serie de desafíos para la comunidad local. Las multitudes bloquean calles, violan normas de convivencia y generan ruido, alterando la tranquilidad que caracteriza a este pintoresco municipio.
Medidas Implementadas por las Autoridades Locales
Para abordar estos problemas, las autoridades de Fujikawaguchiko decidieron instalar una barrera de malla de 2.5 metros de altura y 20 metros de longitud. Esta medida buscaba controlar el flujo de turistas y proteger a los residentes de las molestias ocasionadas. La barrera ha sido una respuesta directa a las numerosas quejas de los vecinos, quienes se sentían cada vez más afectados por la invasión de turistas en sus espacios cotidianos. Además de la barrera, se ha incrementado la presencia de seguridad en el área, con guardias que patrullan entre las 10:00 y las 16:00 para garantizar que los turistas respeten las nuevas normas.
Desafíos y Reacciones de la Comunidad Local
A pesar de las medidas implementadas, la barrera ha sido saboteada en varias ocasiones. Recientemente, se descubrieron diez agujeros en la malla, aparentemente hechos por visitantes decididos a obtener su deseada vista del monte Fuji. Estos agujeros, aunque pequeños, son lo suficientemente grandes para que un dedo pase a través de ellos, pero no permiten colocar el objetivo de una cámara, lo que indica un intento deliberado de sortear las restricciones. “Es cuestión de modales. Es una vergüenza”, expresó un funcionario municipal, reflejando la frustración de las autoridades ante la falta de respeto por parte de algunos turistas.
Medidas Adicionales para Preservar la Tranquilidad Local
Además de la barrera, las autoridades están considerando otras medidas para gestionar el turismo de manera más efectiva. Estas incluyen la implementación de tarifas de acceso a ciertas áreas populares y la imposición de restricciones más estrictas en zonas sensibles. Por ejemplo, en el monte Fuji, se ha introducido una tarifa de 13 dólares para los senderistas que deseen acceder a la ruta de escalada más popular. En Kioto, se ha prohibido el acceso de turistas a las callejuelas del barrio de las geishas para proteger la privacidad y la tranquilidad de la comunidad local.
Beneficios y Dilemas del Turismo en la Era Post-Pandémica
El auge del turismo en Fujikawaguchiko refleja un fenómeno más amplio que se observa en todo Japón. Tras la pandemia, el país ha experimentado un rebote en el turismo internacional, impulsado también por el bajo valor del yen, lo que hace que Japón sea un destino atractivo y asequible para muchos viajeros. En marzo, Japón superó por primera vez los tres millones de visitantes mensuales, un hito repetido luego en abril. Este aumento ha sido una bendición económica, proporcionando ingresos y revitalizando muchas áreas afectadas por la pandemia. No obstante, también ha generado tensiones con la población local, que a menudo debe lidiar con las consecuencias negativas del turismo masivo.
Equilibrio entre Desarrollo Turístico y Bienestar Local
Las autoridades japonesas se encuentran en una posición difícil, tratando de equilibrar los beneficios económicos del turismo con la necesidad de preservar la calidad de vida de los residentes locales. En Fujikawaguchiko, la instalación de la barrera y otras medidas son ejemplos de cómo se está intentando gestionar este equilibrio. Sin embargo, la resistencia de algunos turistas a respetar estas medidas pone de relieve la necesidad de enfoques más integrales y sostenibles para el manejo del turismo. La educación y la concienciación de los turistas sobre la importancia de respetar las normas locales y la cultura son esenciales para lograr una coexistencia armoniosa.
En Fujikawaguchiko, un pintoresco municipio japonés que se asoma a la majestuosa silueta del monte Fuji, las autoridades se han visto obligadas a tomar medidas drásticas frente al creciente flujo de turistas que, atraídos por una icónica imagen del volcán detrás de una tienda Lawson, han alterado la tranquilidad del lugar.
La decisión de instalar una barrera de malla de 2.5 metros de altura por 20 metros de longitud ha sido una respuesta directa a las numerosas quejas de los vecinos, quienes se han visto afectados por las multitudes que bloquean calles y violan normas locales en su afán de capturar la perfecta fotografía para las redes sociales.
Sin embargo, la solución implementada ha encontrado obstáculos inesperados. Pese a la presencia de seguridad durante gran parte del día, la barrera recientemente erigida ha sido saboteada con diez agujeros, posiblemente hechos por visitantes decididos a no dejar que una malla les impida obtener su deseada vista.
“Es cuestión de modales. Es una vergüenza”, expresó un funcionario municipal, destacando la frustración de las autoridades ante la falta de respeto por las medidas que buscan equilibrar la atracción turística con el bienestar de los residentes locales.
Este incidente subraya un dilema más amplio que enfrenta Japón en la era post-pandémica, donde el rebote del turismo ha sido tanto una bendición económica como una fuente de tensión comunitaria.
Desde la reactivación de los viajes internacionales y el atractivo del yen débil, lugares como Fujikawaguchiko han experimentado un aumento sin precedentes en visitantes, lo que ha llevado a las autoridades a imponer regulaciones más estrictas en sitios clave, incluyendo la implementación de tarifas de acceso y restricciones a áreas sensibles, buscando así preservar tanto la seguridad como la serenidad de sus espacios más preciados.
La barrera colocada por un municipio japonés para bloquear una vista del monte Fuji, muy popular entre los turistas, ha sido agujereada en diez puntos distintos, dijo un responsable municipal.
Después de numerosas quejas de sus vecinos por las molestias ocasionadas por el flujo de turistas, las autoridades de Fujikawaguchiko instalaron la semana pasada una tupida malla de 2.5 metros de altura y 20 de longitud en el turístico lugar.
Aunque la medida ha servido para evitar las aglomeraciones, un funcionario municipal denunció que han aparecido una decena de agujeros en la barrera, a pesar de que hay un guardia de seguridad entre las 10:00 y las 16:00.
Estas aperturas son suficientemente grandes para que pase un dedo, pero probablemente demasiado pequeñas para colocar el objetivo de la cámara y tomar la preciada imagen de la montaña.
De los muchos lugares del pueblo para fotografiar el monte Fuji, en este sitio la majestuosa silueta del volcán se eleva por detrás de una tienda Lawson, una cadena omnipresente en Japón.
La combinación de dos símbolos del país hizo que la imagen se hiciera muy popular en redes sociales como Instagram y atrajera a multitudes de turistas al lugar.
Estos abarrotaban la estrecha acera frente a la tienda, fumaban fuera de las zonas autorizadas, cruzaban la carretera con el semáforo en rojo o incluso trepaban a la azotea de una clínica dental adyacente para conseguir un mejor plano.
Desde el levantamiento de las restricciones de la pandemia, el turismo en Japón no para de crecer, estimulado también por el bajo valor actual del yen.
En marzo, el país superó por primera vez los tres millones de visitantes mensuales, un hito repetido luego en abril.
Esto provoca tensiones con la población local que las autoridades intentan contener.
Así, a partir de este verano, los senderistas deberán pagar 13 dólares para acceder a la ruta de escalada más popular al monte Fuji.
Y en Kioto se ha prohibido el acceso de los turistas a las callejuelas del barrio de las geishas, después de casos de acoso para fotografiar a estas mujeres.
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