Talibanes fuerzan a afganas divorciadas a volver con maridos maltratadores

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(230221) -- BAMIYAN, 21 febrero, 2023 (Xinhua) -- Imagen del 10 de febrero de 2023 de refugiadas afganas que han regresado a su ciudad natal vistas detrás de mantas y abrigos donados por China, en la provincia de Bamiyán, Afganistán. (Xinhua/Saifurahman Safi) (ah) (jg) (ra) (vf)

AFGANISTÁN.- Aterrorizada durante años por un ex marido que le rompió todos los dientes, Marwa vive oculta junto a sus ocho hijos después de que los comandantes talibanes anularan su divorcio y la forzaran a volver con él.

Marwa forma parte del pequeño pero creciente número de mujeres que, bajo la antigua administración respaldada por Estados Unidos, consiguieron una separación legal en un Afganistán profundamente patriarcal, donde la violencia doméstica es endémica.

Pero cuando los talibanes regresaron al poder en 2021, su marido alegó que había sido forzado a aceptar el divorcio y las nuevas autoridades ordenaron que volvieran con él.

“Mis hijas y yo lloramos mucho ese día. Me dije: ‘¡Oh Dios, el demonio ha vuelto'”, dice a la AFP esta mujer de 40 años, cuyo nombre se modificó para su seguridad.

“Apartheid de género”
El gobierno talibán se rige por una austera interpretación del islam e impuso severas restricciones a las mujeres que la ONU calificó de un “apartheid de género”.

Abogados dijeron a la AFP que muchas mujeres fueron arrastradas de nuevo a matrimonios abusivos tras la anulación de sus divorcios.

Durante meses, Marwa soportó una nueva ronda de palizas, encerrada en la casa con las manos y los dedos rotos.

“Hubo días en que estaba inconsciente y mis hijas me alimentaban”, recuerda. “Solía tirarme del pelo tan fuerte que me quedé parcialmente calva. Me pegaba tanto que me rompió todos los dientes”.

Reunió el coraje para partir y escapó a casa de un familiar a cientos de kilómetros con sus seis hijas y sus dos hijos, que han adoptado nombres ficticios.

“Mis hijos dicen: ‘Madre, está bien si pasamos hambre. Al menos nos hemos librado de los abusos'”, dice Marwa, sentada en el suelo agrietado de su casa semivacía. “Nadie nos conoce aquí, ni siquiera nuestros vecinos”, agrega.

Nueve de cada diez mujeres sufre violencia
En Afganistán, nueve de cada diez mujeres experimentará violencia física, sexual o psicológica de su pareja, según la misión de la ONU en el país.

El divorcio, sin embargo, es a menudo más tabú que los abusos y la sociedad sigue siendo despiadada con las mujeres que dejan a sus maridos.

Con el gobierno anterior, las tasas de divorcio crecían paulatinamente en algunas ciudades, donde los pocos progresos en los derechos femeninos se limitaban a la educación y el empleo.

Las mujeres solían atribuir al destino cualquier cosa que les ocurriera, dice Nazifa, una abogada que tramitó con éxito un centenar de divorcios para mujeres maltratadas, y que ahora no puede ejercer bajo los talibanes.

Pero luego se fueron dado cuenta que divorciarse era posible.

“Cuando ya no queda armonía en la relación marido y esposa, incluso el islam permite un divorcio”, afirma Nazifa, que solo quiso dar su nombre de pila.

La abogada explicó que cinco de sus clientas se encontraban en la misma situación que Marwa.

Otra abogada, que no quiso identificarse, recientemente fue testigo de una audiencia en la que una mujer luchaba contra la reunificación forzosa con su exmarido.

La abogada explicó que los divorcios bajo el poder talibán solo están permitidos cuando el marido está clasificado como drogadicto o cuando ha dejado el país.

“Pero en los casos de violencia doméstica o cuando un marido no acepta el divorcio, el tribunal no los va a garantizar”, dijo a la AFP.

La red nacional de refugios y servicios que respaldaban a las mujeres ha colapsado casi por completo y el ministerio de Asuntos de la Mujer y la Comisión de Derechos Humanos desaparecieron.

Mujeres viven con miedo
Sana tenía 15 años cuando se casó con su primo diez años mayor.

“Me pegaba si nuestro bebé lloraba o si la comida no estaba buena”, dice mientras prepara un té en una estufilla de gas en una casa donde vive en secreto.

“Solía decir que una mujer no tiene derecho a hablar”.

Con ayuda de un servicio legal gratuito, obtuvo el divorcio de su marido en un tribunal, pero su alivio terminó cuando los comandantes talibanes llamaron a la puerta.

Amenazada de perder la custodia de sus siete niños, volvió con su exmarido que ya se había casado con otra mujer. Pero escapó cuando este le anunció que había comprometido a sus hijas con miembros talibanes.

“Mis hijas dijeron: ‘Mamá, nos suicidaremos (…) ¿Cómo podemos progresar en la vida?'”, cuenta Sana.

Consiguió reunir algo de dinero y escapar con sus hijos. Con la ayuda de un familiar encontró una casa de una habitación, equipado solamente con una estufa de gas y algunos cojines para dormir.

“Cada vez que llaman a la puerta, tengo miedo de que me haya encontrado y haya venido a llevarse a los niños”.

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