CIUDAD DE MÉXICO.- A Xochimilco la ayuda llegó un día después del sismo que el pasado 19 de septiembre, pese a que la tragedia, al igual que en otros puntos de la ciudad, se vivió el mismo día, cuenta Edith Galicia, un joven profesionista y habitante en la delegación.
Algunas zonas de esta demarcación al sur de la ciudad como San Gregorio o Santa Cruz se vieron severamente afectadas; bajo los escombros quedaron personas que quizá pudieron ser salvados si la ayuda hubiera llegado pronto.
A dos días del terremoto y tras permanecer incomunicada por la falta de servicios en Xochimilco, Edith regresó al departamento que renta en los alrededores del metro Zapata donde contó su historia, aún entre lágrimas, desesperación y frustración por el recuerdo de lo vivido que aún sigue fresco.
“El día del sismo llegué en la noche a Xochimilco, entre aventones y solo con 5 pesos en la bolsa, todos en la micro hablaban de casas e iglesias colapsadas, de muertos, pero no había luz, ni se escuchaban ambulancias ni patrullas o algo que indicara que todo fuera cierto, llegué a mi casa y solo me puse a llorar. Al día siguiente me desperté y todo era real, todo estaba hecho un caos”.
Edith tiene 28 años, en el momento del sismo del pasado 19 de septiembre se encontraba trabajando en un edificio en Las Lomas. Tan pronto como el caos provocado por el temblor pasó, recogió sus pertenencias de la oficina, se dirigió a su departamento y unas horas más tarde se dirigió a su casa, ubicada en la colonia San Juan Moyotepec, a sólo dos cuadras del pueblo San Gregorio, que hoy se sabe se encuentra deshecho.
Hoy, recuerda gran parte de su travesía para intentar llegar con su familia, y aún con un gran nudo en la garganta relata cómo un día después del sismo “llegaron brigadistas, e incluso el Ejército, pero en realidad tardaron mucho, porque las casas estaban destruidas desde el martes, si hubieran llegado antes hubieran salvado vidas”.
HORAS DE AGONÍA PARA LLEGAR A CASA
El recorrido de una hora, que en un día normal Edith hace para llegar a su casa, el pasado martes se convirtieron en tres horas, pero también en una pesadilla.
Al llegar al Metro Taxqueña, alrededor de las 07:00 de la noche, recuerda, el lugar era un caos: “Las filas eran gigantes, había mucha gente”. A falta de transporte público, la joven de Taxqueña a Escuela Naval sobre la avenida Miramontes, gracias a “aventones” que algunas personas ofrecían a las personas que, desesperadas, esperaba llegar a sus casas.
En el camino, Edith no sabía bien que pasaba en la ciudad, solo podía escuchar los reportes en la radio y algunos rumores sobre que el Estadio Azteca se había fracturado, que si a Xochimilco le había pegado “y comencé a angustiarme más”.
Al llegar a Escuela Naval, la joven narra que ante el cierre de avenidas comenzó a caminar hacia Acoxpa, momento en el que cayó en cuenta de la magnitud de los daños.
“Comencé a llorar, un edificio se había caído del lado de Miramontes. En Galerías Coapa también había daños graves. Caminé a Acoxpa y pase por donde estaban los niños del Rébsamen (la escuela colapsada). Ahí la gente gritaba, pedía ayuda y yo con 10 pesos en la bolsa nada más, sin poder ayudar en nada porque había mucha gente. Solo decían que evacuaras rápido, que había niños atrapados, que si podías apoyar con algo, con agua, con material médico, lo que fuera, yo sólo les di los 10 pesos que tenía”.
Tras el breve trauma, Edith subió a un microbús con los últimos 5 pesos que había guardado para llegar a casa.
Según cuenta, al final por fin logró llegar a avenida Nuevo León, una larga calle que la lleva a su hogar y también al centro de San Gregorio; sin embargo, debido al caos, los grandes camiones no podían circular por el lugar y la falta de luz y el miedo le impedían saber qué hacer.
Edith recuerda que eran las 10:00 o 10:30 de la noche, cuando se encontraba ya en Xochimilco. Después de varios minutos de permanecer sin saber cómo moverse, explica, la solidaridad de las personas fue la que la llevó junto con su familia.
“Afortunadamente había una camioneta de carga que estaba dando aventones al deportivo de San Gregorio. Era una familia, los papás, niños y abuelitos que decían ‘súbanse es gratis, es seguro, vámonos, vamos al deportivo de San Gregorio, muchos nos subimos y me dejaron frente a mi casa. Eran como las 10:30 no se veía nada. Al llegar abracé a mi mamá y a mi hermano y me puse a llorar”.
“CUANDO ME LEVANTÉ, TODO ESTABA HECHO UN CAOS”
Edith cuenta cómo en el camino rumbo a Xochimilco se enteró de toda clase de rumores de lo que había pasado en la delegación. “Escuché que había muertos, que la iglesia del centro se había caído, pero no vi ninguna patrulla, ninguna ambulancia, nada que indicara que fuera cierto eso”.
Al llegar a casa, entre la oscuridad y la falta de información no pudo más que dormir, pero al despertar, cuenta, se dio cuenta de la realidad.
“Cuando me levanté, sí, todo estaba hecho una caos. En mi casa no pasó nada, pero la casa de al lado se cayó. Poco después fui con mi hermano caminando rumbo al centro de San Gregorio que es donde vive mi tía y en el camino a su casa fue cuando dije ‘en la madre’, había muchísimas casas que se cayeron escombros por todos lados, en la casa de mi tía había un socavón en el patio”.
Según relata la joven en el lugar ya había algunos brigadistas y al parecer, arquitectos de Protección Civil revisando los daños, pero explica que no era suficiente.
“Había muchísima gente en la calle, llegaron brigadistas, e incluso el Ejército, pero en realidad tardaron un chingo, porque las casas estaban destruidas desde el martes en la noche, si hubieran llegado antes hubieran salvado vidas”, relata.
Edith explica cómo el pueblo se unió, pese a que todo estaba desorganizado. Se repartieron en las calles algunas despensas, aguas y cubrebocas, pero todo se acabó pronto y la necesidad era mayor.
Edith explica cómo le fue imposible entrar al centro de San Gregorio “porque está acordonado, pero hay más daños, al centro no dejan pasar. Desconozco cuántos edificios se cayeron, pero hay casas en muy mal estado. Sé que mucha gente no tiene un techo ahorita, sé que hay casas que se cayeron con gente adentro. La cifra exacta no la sé, pero sabemos que hay cinco de nuestros conocidos desaparecidos, pero números exactos no lo sé”.
“VOLTEEN PARA XOCHIMILCO, SE NECESITA AYUDA”
Edith Galicia hoy sabe cuál es el caos que se vive en un Xochimilco incomunicado, un Xochimilco donde no hay luz, no hay red, no hay comunicación inmediata, donde sabe que los suministros de agua colapsaron, por ello pide ayuda, pues relata que ésta no ha llegado a ciertos puntos, ni ayuda humana ni víveres.
“En los cerros cercanos a San Gregorio y Santa Cruz no hay ayuda, la gente no está subiendo, para allá la ayuda no se está mandando, se dice que hay muchas casas destruidas y gente aún atrapada”.
Ayer por la noche cuando Edith llegó al departamento que renta en la delegación Benito Juárez el llamado a sus conocidos solo fue uno “les imploramos que volteen para Xochimilco, se necesitan víveres, agua y pañales es lo más necesario”.
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