Este martes 5 de mayo se cumplen 20 años desde que nació, en 1996, en el Instituto Roslin (Edimburgo, Escocia) la oveja Dolly, el primer mamífero clonado de la historia.
Los científicos británicos Ian Wilmut y Keith Campbell usaron una célula de ubre de una oveja blanca de seis años y la inyectaron en un óvulo sin núcleo no fecundado e hicieron fusión. Luego implantaron el resultado en una ‘madre de alquiler’.
Se realizaron 277 fusiones y se desarrollaron 29 embriones tempranos que se implantaron a 13 madres de alquiler: tras 148 días, solamente uno de esos 13 embarazos salió adelante. Pero no fue anunciado públicamente hasta 7 meses después.
Esto generó un amplio debate social e incluso legislativo que suscitó en la opinión pública. Y no era de extrañar, ya que hasta ese momento se pensaba que la clonación de mamíferos era imposible, señaló Ángel Raya, Director del Centre de Medicina Regenerativa de Barcelona, según consignó La Vanguardia.
Artículos de la revista Nature, por ejemplo, se preguntaban si la clonación es un ataque contra la dignidad humana.
Dos décadas más tarde, el diario chileno La Tercera conversó con Ian Wilmut, quien a sus 71 años señala que su descubrimiento allanó el camino para las células madre personalizadas (células IPS).
“Creo que si uno mira hacia atrás en 100 años, las células IPS serán uno de los descubrimientos biológicos más importantes de este siglo”, sostuvo.
Wilmut agregó que, en los próximos años, espera que las terapias con células madre personalizadas se apliquen “clínicamente para el tratamiento de enfermedades tales como el Parkinson”.
La oveja Dolly murió el 14 de febrero de 2003, a los 6 años de edad, cuando el promedio de vida de su raza es de unos 12 años. Aunque se especuló que su temprana muerte tuvo que ver con el hecho de que era un clon, nunca fue probado.
Al ser considerada un hito de la ciencia, Dolly fue disecada y actualmente se puede visitar en el Museo Nacional de Edimburgo, en Chambers Street.