R. Kelly le dijo a una jueza el miércoles que no subirá el estrado como testigo en su juicio por tráfico sexual, lo que significa que evitará el riesgo de un interrogatorio potencialmente brutal.
“No quieres testificar, ¿correcto?”, le preguntó la jueza federal de distrito Ann Connelly al cantante de R&B. A lo que él respondió: “Sí, señora”.
Los abogados ya habían dicho que era poco probable que Kelly rindiera declaración en su propio nombre. Ahora se espera que la defensa presente su caso más tarde el miércoles, despejando el camino para el inicio de los argumentos finales.
El breve caso de la defensa se ha basado en un puñado de exempleados de Kelly y otros asociados que aceptaron subir al estrado para tratar de desacreditar las acusaciones de que abusó sexualmente de mujeres, niñas y niños durante una carrera musical de 30 años impulsada por su megaéxito de 1996 “I Believe I Can Fly”.
La mayoría de los testigos de la defensa dijeron que nunca vieron a Kelly abusar de nadie. Uno fue tan lejos como para decir que Kelly era “caballeroso” con sus novias. Otro admitió que le debía a Kelly su oportunidad en el negocio de la música y quería verlo vencer el caso.
Por el contrario, los fiscales han llamado a decenas de testigos desde que comenzó el juicio en la corte federal de Brooklyn el 18 de agosto. Entre ellos había varias mujeres y dos hombres para respaldar las acusaciones de que Kelly utilizó un grupo de gerentes, guardaespaldas y asistentes para reclutar sistemáticamente a posibles víctimas en sus espectáculos, centros comerciales y restaurantes de comida rápida donde pasaba el rato.
Los acusadores testificaron que una vez que estuvieron en la red de Kelly, éste los preparó para tener sexo no deseado y los atormentó psicológicamente, principalmente cuando eran adolescentes, en episodios que datan de la década de 1990. Sus relatos fueron respaldados, al menos en parte, por otros exempleados de Kelly, quienes dieron a entender que, esencialmente, se les pagó para que de hicieran la vista gorda o permitieran que el artista cometiera sus abusos.
El acusado de 54 años, cuyo nombre completo es Robert Sylvester Kelly, se declaró inocente de cargos de extorsión. También está acusado de múltiples violaciones de la Ley Mann, que hace que sea ilegal transportar a cualquier persona a través de las fronteras estatales “para cualquier propósito inmoral”.
Kelly ha negado con vehemencia las acusaciones, alegando que los acusadores eran groupies que querían aprovecharse de su fama y fortuna hasta que el movimiento #MeToo los volvió en su contra.
Los miembros de la prensa y el público en realidad no han visto en persona a Kelly, quien está detenido. La jueza federal de distrito ha prohibido que las personas que no estén directamente involucradas en el caso entren en la sala del tribunal en lo que ella llamó una precaución contra el coronavirus.
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