TAMPICO, TAMAULIPAS.- En la zona sur de cada 10 personas que mueren 6 piden ser cremadas y como última voluntad que sus cenizas sean arrojadas al mar, cuando anteriormente era una o dos personas.
De acuerdo con información de MILENIO; Esta situación se atribuye a la falta de espacios en los panteones y porque en ocasiones es muy complicado para la familia sepultar a su familiar fallecido por la cuestión económica.
Enrique Olguin Olguin, vocero de la Diócesis de Tampico, indicó que la Santa Sede a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha publicado un nuevo documento en el que se recuerdan las normas sobre la sepultura de los muertos y sobre todo la conservación de las cenizas.
Así, prohíbe su dispersión “en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos”.
“Desde que comenzó a darse la posibilidad de cremar a las personas, se presentó en cementerios o parroquias lugares apropiados para colocar las cenizas, sin embargo ha estado en aumento esta práctica de que las personas creman a sus familiares y piden que se les vaya a arrojar al maro río, por cuestiones salubres no estamos de acuerdo, además de que no es una buena recomendación porque finalmente es como si los estuvieran tirando, aparte de que se está dañando el ecosistema se están desechando las cenizas de una persona”, refirió.
El sacerdote, expuso que la recomendación que hace la Iglesia Católica a las familias es que para guardar las cenizas de su fallecido acudan a las criptas o cementerios donde puedan estar mejor, ya que las afectaciones de arrojar las cenizas al mar son ambientales, pues son más las familias que quieren estar arrojando las cenizas al mar.
“En la actualidad las familias llevan a cremar a sus muertos y también buscan la manera de arrojarlo al mar, señalando que fue la última voluntad de su ser querido, esta situación provoca daños a los cuerpos de agua, porque ahora son más las personas que recurren a esta práctica todo esto es parte de una contaminación en qué grado no lo sabemos pero se considera como tal”.
Agregó que siguiendo la antiquísima tradición cristiana, la Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados.
En la memoria de la muerte, sepultura y resurrección del Señor, misterio a la luz del cual se manifiesta el sentido cristiano de la muerte, la inhumación es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corporal.
Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne, y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia, enfatizó.
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