MÉXICO.- En años recientes, los contenidos relacionados con la comida han cobrado un protagonismo significativo en las plataformas digitales. Aquello que solía compartirse en un ámbito íntimo (lo que ingerimos, cómo lo preparamos o lo que pedimos al salir) se ha transformado en un producto visual cuidadosamente editado y cargado de significado simbólico.
En este contexto ha surgido el término pickme foods, una expresión que alude a ciertos alimentos cuyo consumo va más allá de lo nutricional o estético: busca proyectar una imagen en redes.
Más que una crítica directa a lo saludable o lo gourmet, este concepto cuestiona cómo ciertos productos son utilizados para enviar señales sociales, generando controversias en torno a la autenticidad, la performatividad y el privilegio. Pero, ¿qué significa realmente este término y cómo afecta la forma en la que pensamos y juzgamos la comida?
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Origen de los pickme foods
La frase “pick me”, proviene del lenguaje informal propio del entorno digital y hace referencia a personas que intentan sobresalir o ganarse la aprobación proyectando una versión idealizada de sí mismas. Se popularizó con etiquetas como pick me girl o pick me boy, que describen a quienes intentan diferenciarse proclamando no ser como los demás.
Eventualmente, esta idea se trasladó al ámbito gastronómico, particularmente en TikTok, donde comenzó a hablarse de “pickme foods” para describir alimentos cuya presencia en redes busca comunicar distinción o superioridad.
Cabe aclarar que esta etiqueta no juzga negativamente los alimentos por sí mismos, sino la forma en que son representados: productos como el matcha latte o los bowls de acai pueden ser saludables, pero en ciertos contextos se presentan como símbolos de estatus, cuidado personal extremo o incluso como signos de bienestar espiritual.
Si bien la expresión aún no ha sido formalizada en el ámbito académico, su uso se ha vuelto frecuente en discursos culturales digitales, sobre todo en publicaciones virales y análisis informales en redes como TikTok, Instagram o Twitter/X.
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¿Qué alimentos suelen considerarse “pickme foods”?
No existe una lista cerrada de pickme foods, ya que el término es dinámico y depende del contexto cultural. Sin embargo, algunos alimentos han sido recurrentemente señalados en redes sociales por su asociación con ciertas actitudes:
- Matcha latte
- Kombucha
- Smoothies verdes y bowls de acai
- Leches vegetales como la de almendra, soya o avena
- Pan libre de gluten (cuando no hay un diagnóstico médico)
- Ensaladas visualmente estilizadas
- Comidas clasificadas como “limpias”, “keto” o “plant-based”
- Artículos con empaques ecológicos o de diseño exclusivo
Lo relevante aquí no es el alimento, sino el discurso que lo acompaña. Como explica la antropóloga Margaret Visser, “lo que comemos es una forma de lenguaje”. Así, mostrar cierto tipo de comida en redes comunica mucho más que un gusto culinario: refleja aspiraciones, valores, clase social y formas de consumo consciente o performativo.
Un ejemplo claro es el contenido que presenta desayunos minimalistas y visualmente perfectos en cocinas blancas e inmaculadas. Estas imágenes, aunque atractivas, pueden generar presión o exclusión hacia quienes no pueden (o no desean) replicar ese estilo de vida.
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Las redes sociales y su vínculo con los alimentos
Plataformas como Instagram y TikTok han reforzado la idea de que comer bien no solo implica salud, sino también estética, armonía visual y estilo. Este fenómeno ha dado lugar a nuevas formas de jerarquía alimentaria, donde ciertos productos se interpretan como representaciones de estatus o refinamiento.
En el contexto digital, estas dinámicas se han potenciado: quienes pueden pagar productos orgánicos o gourmet, presentarlos en vajillas cuidadas y hablar sobre sus propiedades nutricionales ocupan un lugar simbólicamente privilegiado frente a quienes no lo hacen.
No obstante, esta tendencia también ha suscitado una ola de crítica. Diversos contenidos parodian la forma en que ciertos usuarios presentan sus comidas, como si estas fueran una manifestación de virtud o superioridad moral.
Frases como “yo desayuno, avena con chía y medito al amanecer” se han convertido en formas satíricas de representar a quienes, desde la óptica popular, exageran la dimensión simbólica de su dieta.
Sin embargo, estas burlas también pueden ser problemáticas. Como señala la periodista y escritora Alicia Kennedy, muchas veces estas burlas recaen desproporcionadamente sobre mujeres jóvenes que intentan cuidar su salud, su cuerpo o su entorno. La línea entre lo auténtico y lo performativo es delgada, y juzgarla sin matices puede reforzar estereotipos de género y clase.
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¿Qué impacto tienen estas tendencias sobre nuestra visión de la comida?
La expansión del fenómeno pickme food no solo influye en quienes lo protagonizan, sino también en quienes consumen el contenido desde la audiencia. Las implicaciones de estas tendencias pueden ser tanto constructivas como perjudiciales.
Efectos positivos:
- Promueven el interés por una alimentación más saludable y diversa.
- Incentivan la búsqueda de productos sostenibles o locales.
- Visibilizan prácticas alimenticias antes consideradas “alternativas”.
Efectos negativos:
- Generan presión estética sobre qué es “comer bien”.
- Excluyen a quienes no pueden costear o acceder a esos productos.
- Fomentan la vigilancia alimentaria y el juicio hacia otras elecciones.
Estas dinámicas también pueden derivar en trastornos alimentarios disfrazados de bienestar, como el caso de la ortorexia, un patrón obsesivo por la alimentación “pura” o “limpia”, cada vez más normalizado en redes sociales.
Además, el uso del término “pickme food” como forma de burla puede invisibilizar prácticas legítimas de autocuidado. No toda persona que bebe kombucha o come ensalada está buscando validación. Y no todo lo que se publica es necesariamente performativo o falso.
Los “pickme foods” son una expresión contemporánea de cómo la alimentación se ha convertido en símbolo de identidad en la era digital. Más allá del alimento en sí, lo que se discute es la narrativa que lo rodea: ¿comemos esto porque lo deseamos, porque lo necesitamos o porque queremos ser vistos de cierta manera?
Entender este fenómeno implica reconocer las desigualdades y tensiones que atraviesan la cultura alimentaria actual. En lugar de burlarnos o idealizar, necesitamos mirar con más empatía y menos juicio lo que cada persona decide llevar a su plato y a su perfil.
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