WASHINGTON.- Con una factura de 6.6 mil millones de dólares o 20 dólares por habitante, las elecciones presidenciales y legislativas en Estados Unidos serán las más caras de la historia, de acuerdo con cifras del Centro de Política Responsable (CRP).
Las elecciones del 2016 podrían convertirse en el juego de los “billonarios” por las sumas sin precedentes que han aportado magnates estadounidenses para apoyar lo mismo a Donald Trump que a Hillary Clinton, así como a cientos de candidatos locales.
Los comicios del 8 de noviembre ponen en juego la Casa Blanca, la Cámara de Representantes de 435 escaños, una tercera parte del Senado de 100 miembros, 12 gobernaturas, así como Puerto Rico y Samoa Americana, y sus respectivas legislaturas estatales.
Las 100 familias más ricas de Estados Unidos han aportado alrededor del 12 por ciento de los 5.5 mil millones de dólares recaudados hasta el momento en financiamiento electoral, un aumento de más del doble comparado con lo registrado en el pasado siglo electoral, según el CRP.
Entre las familias más generosas con los políticos destacan Thomas y Kathryn Steyer con 57.2 millones de dólares a las causas liberales, así como el magnate de los casinos Sheldon Adelson con 47.3 millones de dólares a causas conservadoras.
Michael Bloomberg, ex alcalde de Nueva York, ha aportado más de 20 millones de dólares, el financiero George Soros más de 17 millones de dólares, mientras que James y Mary Pritzker, de la familia de la secretaria de Comercio, han puesto 16.2 millones de dólares.
En 2012, el demócrata Barack Obama y el republicano Mitt Romney rehusaron financiamiento público para evitar topes de gastos y recaudaron una cifra sin precedentes superior a los mil millones de dólares cada uno.
En el actual ciclo electoral, el candidato presidencial republicano Donald Trump ha puesto 56 millones de dólares de su propio dinero aunque su promesa había sido rebasar los 100 millones.
El mes pasado el magnate inmobiliario sólo aportó a su propia campaña 31 mil dólares y un de sus hijos 246 dólares de una comida.
Las cifras de recaudación electoral del millonario estadounidense son de hecho las más bajas desde el año 2000 y apenas han llegado a 169.5 millones de dólares. En contraste, la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton ha acopiado más de 445 millones de dólares.
Pero aunque grupos progresistas han cuestionado la influencia desmedida de las grandes fortunas en el proceso electoral, los montos de recaudación de dinero no necesariamente son una garantía de llegar a la Casa Blanca o incluso de ganar la nominación presidencial.
Los grupos partidarios del ex gobernador de Florida, Jeb Bush, recaudaron más de 120 millones de dólares sólo para las elecciones primarias del año pasado y tuvo que retirarse ante la falta de apoyo de los votantes republicanos.
El senador socialista Bernie Sanders buscó en este ciclo electoral romper la influencia del dinero de los contribuyentes ricos aceptando primordialmente donaciones menores, de 27 dólares en promedio. Logró recaudar 134 millones de dólares, pero no ganó la nominación.
El aumento del costo de las campañas políticas en Estados Unidos ha sido imparable y deriva en parte de la decisión de la Suprema Corte de que la Primera Enmienda de la Constitución prohíbe al gobierno fijar límites a empresas y sindicatos en sus gastos para fines políticos.
La factura total electoral de los comicios presidenciales del 2012 ascendió a más de seis mil 500 millones de dólares.
Por comparación, las elecciones de 2008 costaron más de cinco mil 600 millones de dólares, las de 2004 unos cinco mil millones de dólares y las de 2004 unos 4.2 mil millones de dólares, incluyendo las carreras presidenciales y legislativas.
El CRP estima que el actual ciclo electoral rebasará por alrededor de 86.5 millones de dólares los gastos de campaña del 2012, en dólares ajustados a la inflación, aunque estima que el costo podrían ser mucho mayor cuando se contabilicen todos los gastos.
El mayor incremento de los gastos electorales provino de organizaciones que apoyan las campañas de candidatos a la Casa Blanca y al Congreso pero que legalmente tienen prohibido coordinar estrategias.
Aglutinados en los denominados Comités de Acción Política (PAC’s) y lubricados con los dólares de multimillonarios, los grupo han inyectado casi 100 millones de dólares más al actual ciclo electoral que en las elecciones del 2000.
Pero el mayor aumento se ha registrado en las carreras legislativas. Hace cuatro años tales organizaciones gastaron alrededor de 67 millones de dólares y hasta el momento han erogado más de 120 millones de dólares este año.
En total, los grupos independientes han contribuido con alrededor de 1.3 mil millones de dólares a las campañas presidenciales y legislativas, cerca de 190 millones de dólares más que en 212.
De acuerdo con la contabilidad del CRP, un 56 por ciento del gasto a provenido de grupos republicanos y un 37 de demócratas, adicionales al gasto del Comité Nacional Demócrata y Republicano.
Bajo las leyes actuales, una persona solo puede aportar dos mil 500 dólares para las elecciones primarias y/o dos mil 500 dólares para la elección general, es decir que las contribuciones personales a candidatos no pueden legalmente exceder los cinco mil dólares.
La ley permite a los estadounidenses aportar 15 mil dólares extras a los partidos políticos nacionales.
Adicionalmente cada persona puede contribuir cinco mil dólares a los llamados Comités de Acción Política (PAC’s).
Pero desde el ciclo electoral presidencial 2012 existe una nueva figura reforzada a raíz del dictamen de la Suprema Corte de Justicia, los denominados Super Pac’s, manejados por corporaciones o sindicatos para canalizar dinero sin límite en respaldo a candidatos individuales.
Su única restricción es que no pueden tener una coordinación directa con las comités de campaña de los candidatos individuales, aunque si pueden gastar en publicidad política negativa contra sus rivales.
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