La batalla por el 10 de Downing Street, desencadenada por la dimisión de David Cameron, primer ministro, como consecuencia de su fallida campaña para evitar el Brexit, se ha convertido en un drama digno de Shakespeare.
Puñaladas por la espalda, golpes bajos, intrigas y envidias marcan la lucha al interior de las filas tories por el liderazgo de un partido dividido entre los que se batieron por la “independencia” y los que pelearon por permanecer en la Unión Europea (UE).
Luego de que la traición tumbara de la contienda al principal candidato a encabezar el Partido Conservador, el ex alcalde londinense Boris Johnson, todo parece indicar que se impondrá una nueva “Dama de Hierro”.
La titular del Ministerio de Interior, Theresa May, de 59 años, pinta como favorita para reemplazar a Cameron. De acuerdo con una encuesta publicada por YouGov, la hija de un clérigo de la Iglesia de Inglaterra es actualmente la más popular del partido.
Considerada una euroescéptica moderada, May es vista como la candidata de la estabilidad y de la continuidad de la agenda iniciada por la administración de Cameron. Antes del referéndum, el país tenía cifras de crecimiento y desempleo mejores a las de sus vecinos de la eurozona.
Si bien sus detractores le echan en cara el haber apoyado la campaña por la permanencia, en Londres saben que para conseguir un buen divorcio de la UE se requerirá no sólo de un buen negociador, también de un interlocutor bien visto en Bruselas, como lo es la egresada de la Universidad de Oxford y antigua asesora del Banco de Inglaterra.
“El proceso de salida será muy complejo (…) Por eso necesitamos un premier que sea un duro negociador”, dice May, quien está en la política desde 1997. Muchos tories ven en ella a una nueva “Margaret Thatcher” capaz de poner fin a la división del partido y evitar la posible desintegración británica ante los intentos de separación de Irlanda del Norte y Escocia.
Los bookies ubican en segunda posición por el liderazgo británico a Michael Gove, titular del Ministerio de Justicia, y artífice de la victoria del Brexit junto con Boris Johnson y el líder del Partido por la Independencia, Nigel Farage. Gove, de 48 años, fue clave en el referéndum, le añadió el componente intelectual a la campaña.
Gove, ex columnista del diario The Times y antiguo presidente del think tank de derecha Policy Exchange, se presenta como el hombre del cambio. “La gente quiere una nueva manera sobre la forma cómo este país es dirigido”, asegura Gove, quien es miembro de la Cámara de los Comunes desde 2005 por Surrey Heath.
Si bien es el que más simpatizantes tiene en el ala más tradicionalista del partido, entre la clase política pocos se fían de él. Se considera que participó para acabar con la carrera política de Cameron y después conspiró para eliminar de la contienda a Johnson.
Stephen Crabb, Ministro de Trabajo y Pensiones, y Andrea Leadsom, Ministra de Energía, son considerados dos peligrosos outsiders.
Leadsom, de 53 años, es vista como la alternativa para hacer realidad las promesas del Brexit. “Lo que necesitamos es de alguien que crea realmente en las oportunidades [de abandonar la Unión]”, sostiene la fundadora de Fresh Start, un club creado con el apoyo de la élite conservadora.
Madre de tres hijos y egresada de la carrera de ciencias políticas de la Universidad de Warwick, es la que menos experiencia política tiene, llegó al Parlamento apenas en 2010. No obstante, ha logrado posicionarse entre la opinión pública luego de representar al Vote to Leave en varios debates.
El más joven del quinteto, Crabb, de 43 años, representa la clase trabajadora. Es cierto que apostó por el bloque de la permanencia, pero dice entender a quienes votaron por el Brexit, pues creció como hijo de madre soltera y de la asistencia social. “Creo genuinamente, que los valores que represento, son exactamente los que se requieren para superar los futuros desafíos”, señaló al formalizar su candidatura.
Politólogo por la Universidad de Bristol, llegó a Westminster en 2005 y podría ser la gran sorpresa.
La lista la completa Liam Fox, un “halcón” que busca resurgir tras operar a la sombra de Cameron.
Fiel al “thatcherismo”, es médico por la Universidad de Glasgow y le persiguen los escándalos. En 2010 tuvo que renunciar como Ministro de Defensa por haber concedido viajes oficiales a un amigo. También se le acusa de hacer lobby en favor de la industria de defensa.
Los que van en picada. La caída del premier Cameron parecía ser el regalo perfecto para el Partido Laborista. Sin embargo, lejos de aprovechar la coyuntura conservadora, la fuerza opositora se ha sumido en la anarquía.
Su líder, Jeremy Corbyn, un socialista casado con la activista mexicana Laura Álvarez, perdió el apoyo de su grupo parlamentario.
Se le acusa de no haber movilizado a los votantes tradicionales para evitar la desvinculación con la Unión Europea, aunque lo cierto es que nunca ha contado con la simpatía de la mayoría de sus compañeros parlamentarios, quienes lo tachan de rebelde.
El “aliado de América Latina” se dispone a resistir y ayer recurrió a un video para hacer un llamado en favor de la unión del partido.
Como posibles sustitutos se habla del vicepresidente del partido, Tom Watson, miembro del Parlamento desde 2001 y cuya trayectoria se ha visto marcada por la inconsistencia.
También suena Angela Eagle, una laborista veterana presente en el Parlamento desde 1991 y que hasta la semana pasada fue miembro del gobierno en la sombra; así como Yvette Cooper, quien perdió en la anterior contienda ante Corbyn.
“Estamos viendo un patrón recurrente de la oposición laborista”, dice Denis MacShane, quien fuera secretario para Asuntos Europeos durante el gobierno del ex primer ministro Tony Blair. Según MacShane, el partido suele inclinarse radicalmente hacia la izquierda, pero tras dos derrotas electorales vuelve a optar por un candidato que encaje con las tendencias electorales, como ocurrió en su momento con el moderado Blair.
El contrapeso escocés. El terremoto político que vive Londres podría ser aprovechado por el Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) para materializar su principal ambición: la independencia.
La decisión recae en la premier de Escocia, Nicola Sturgeon, quien deberá definir si convoca o no un segundo referéndum de secesión, argumentando que los ingleses no pueden privar al pueblo escocés de su derecho a permanecer en la UE.
Sturgeon heredó las riendas de Edimburgo tras la dimisión de Alex Salmond en septiembre de 2014, después de que 55% de los votantes rechazara la independencia escocesa
Hija de un electricista y una asistente dental, nació en Irvine en 1970 y desde los 16 años es miembro del SNP. En diversas ocasiones Sturgeon ha insistido en que sólo una Escocia independiente podrá ser capaz de desarrollar todo su potencial.