Catherine Conley, la primera alumna estadunidense a tiempo completo de la prestigiosa Escuela Nacional de Ballet de Cuba, espera que aprender el poderoso estilo cubano, de deslumbrantes giros y saltos, le otorgue una ventaja cuando vuelva a casa.
“(Cuba tiene) un estilo acrobático de danza, y creo que algo de eso me vendría bien”, declaró Conley, de 18 años, vestida con una malla negra y con su cabello rubio en un rodete, en una entrevista en la escuela de ballet, ubicada en un palacio de la época colonial en La Habana Vieja.
Cuba es conocida por su rigurosa educación de ballet, que es subsidiada por el Estado y que ha producido varias estrellas como Carlos Acosta y José Manuel Carreño para una pequeña isla de 11 millones de habitantes.
La escuela (ENB), que con sus 3 mil estudiantes afirma ser la mayor del mundo, ha formado a muchos bailarines extranjeros. Pero durante los 50 años de conflicto entre Cuba y Estados Unidos ningún estadunidense se había enrolado en su programa a tiempo completo
Eso cambiaría tras el avance hacia la normalización de las relaciones entre ambos países, anunciado hace casi dos años por los presidentes Barack Obama y Raúl Castro.
“Creo que Catherine es la primera de muchos estudiantes estadunidenses que se formarán en Cuba”, dijo Víctor Alexander, director del Centro Ruth Page para las Artes en Chicago, donde Conley practicó ballet desde que era pequeña.
En los dos últimos años, Alexander, un emigrado cubano, ha organizado intercambios de estudiantes y profesores por una semana de duración entre su academia y la ENB. La distensión en las relaciones cubano-estadounidenses hizo más fácil obtener las aprobaciones y auspicios, comentó.
El ballet cubano fusiona lo mejor del ballet ruso, francés, italiano, inglés y estadounidense con el estilo latino y la sensualidad afrocubana. Pero también se le ha tildado de anticuado porque se basa en la visión de la fundadora del movimiento, Alicia Alonso, de 94 años y bailarina principal en la década de 1940 con la compañía ahora conocida como American Ballet Theater.
Alexander dijo que quería que sus estudiantes apreciaran lo que hace excepcionales a los bailarines cubanos.
“Vivimos la pasión todos los días. No tenemos miedo de expresarnos en el escenario, nos dejamos ir”, declaró Alexander, agregando que el ballet cubano también podría beneficiarse de aportes nuevos.
La directora y fundadora de la ENB Ramona de Saá, de 77 años, dijo que recordaba una época en la que Cuba contaba con muchos bailarines estadunidenses. Uno de ellos se casó con su hermana melliza, quien desertó en la década de 1960 poco después de la revolución de Fidel Castro en 1959 y fundó la Pennsylvania Academy of Ballet.
Con vidas paralelas en diferentes lados del estrecho de Florida, las hermanas no se vieron por casi cuatro décadas.
“Tener esta experiencia (con la Escuela Ruth Page) es revivir las cosas. Es muy conmovedor”, dijo De Saá.
Antes de un ensayo para el próximo espectáculo de la ENB, en una de las salas de techo alto con paredes de espejos, Conley opinó que ser pionera del programa de un año era como una experiencia “surrealista”.
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