TAMAULIPAS.- Doblemente vulnerables por su condición, las mujeres migrantes son uno de los grupos más victimizados, las violenta la delincuencia organizada y las invisibiliza la autoridad, afirman activistas. El año pasado, se tuvieron casi 47 mil registros de deportaciones de personas de este género, siendo Tamaulipas el tercero con la mayor estadística.
El 2024 arrojó 206 mil 233 eventos de devolución de paisanos con estancia irregular en los Estados Unidos, de los que 46 mil 944 fueron mujeres y representaron el 22.8%. De estas, 9 mil 575 eran menores de 18 años, de acuerdo con un reporte de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación.
El mayor registro de féminas repatriadas lo tuvo Sonora, por donde retornaron a 21 mil 450; mientras que por Baja California sumaron 8 mil 184; por Tamaulipas enviaron a 6 mil 895; por Chihuahua 3 mil 946 y Coahuila 1,257. También se devolvió a las mujeres migrantes a través de aeropuertos, recibiendo 4 mil 655 por Estado de México, 282 Michoacán y 275 Jalisco.
La activista Glady Cañas Aguilar, presidenta de la Fundación Ayudándoles a Triunfar en Matamoros, se conmueve hasta las lágrimas al recordar el sufrimiento de mujeres que han llegado hasta sus oficinas en busca de apoyo, pues muchas han padecido lo inimaginable, tan solo por el deseo de dar una mejor vida a sus seres queridos.
“Para ellas es mucho más complicado que para los hombres, ser mujer en migración las hace doblemente vulnerables porque se exponen a más peligros a manos de los grupos criminales, que llegan a secuestrarlas junto con sus hijos que traen en brazos o muy pequeños acompañándolas”.
Expuso que el año pasado aumentó este tipo de secuestros y sus familias se vieron obligadas a pagar grandes cantidades de dinero. “Venían muy afectadas, eratal el impacto de haber sido privadas de su libertad, haber sido amenazadas, que llegan rotas y juntan sus pedacitos para reconstruirse, son resilientes, fuertes y valientes”.
Cañas Aguilar subraya que ellas se movilizan con un solo objetivo, son mujeres proveedoras, jefas de familia que salen sanas de sus lugares de origen y llegan con la salud física mermada y la mental deteriorada, por las vivencias traumáticas que enfrentan en su camino y la falta de una red de apoyo para poder subsistir.
“El que las mujeres migrantes no tengan documentación las hace más invisibles todavía y están expuestas a acoso y violencia sexual, trata de personas, embarazos no deseados, enfermedades venéreas, discriminación y xenofobia”.
Aunado a la violencia que se encuentran en el camino, están expuestas, dijo, a accidentes o complicaciones de salud para ellas o sus hijos, recordando el caso de una madre extranjera que subió al tren junto con su bebé y este sufrió hipotermia y era desesperante para ella no poder detenerse para buscar atención médica.
“Ver a su hijo casi muriendo es desesperante, pero sale de cada mujer esa fuerza increíble que solo la da el amor de madre, se recuperan y se levantan con la firme convicción de seguir y de lograr el objetivo que una vez se trazaron, con un espíritu indómito, guerrero, invencible”.
Ellas, añade la activista, son invisibles ante las autoridades y se pisotean una y otra vez sus derechos, resultando letra muerta las leyes que protegen a las mujeres.
“Es triste ver que siguen siendo invisibles ante los ojos de las autoridades y de la sociedad, siguen siendo criminalizadas, estereotipadas, cuando ellas solo buscan mejores condiciones de vida y eso no es un delito, son mujeres admirables, indomables, luchadoras y lamentablemente los grupos criminales las ven como un negocio redituable”.
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