MÉXICO.- La crianza respetuosa ha ganado un gran reconocimiento en los últimos años debido a su enfoque centrado en la comprensión y la empatía hacia los niños. Esta forma de crianza rechaza el uso de castigos físicos como las nalgadas, y promueve una educación libre de violencia que se basa en el respeto a los derechos de los niños y adolescentes.
Según organizaciones como UNICEF, este tipo de crianza no solo es fundamental para el bienestar físico y emocional de los menores, sino que también se basa en estudios que demuestran los efectos negativos del castigo físico en el desarrollo infantil.
¿Qué es la crianza respetuosa?
La UNICEF define la crianza respetuosa o positiva como aquella que aboga por una educación libre de cualquier forma de violencia, física o emocional, ya que el trato respetuoso desde temprana edad puede favorecer el bienestar psicológico y emocional de los menores.
Este tipo de crianza promueve la diversidad y la autonomía de los niños, reconociendo que no existe una única forma de ser niño o niña. Fomenta la corresponsabilidad entre los padres y otros cuidadores en la educación de los hijos, y señala la importancia de educar desde el afecto, para que los niños puedan percibir el cariño y sentirse seguros y valorados en su entorno.
El impacto del castigo físico: lo que dice la ciencia
Uno de los puntos más importantes en la discusión sobre la crianza respetuosa es el rechazo al uso de las nalgadas o cualquier otro tipo de castigo físico. Esto no es simplemente una cuestión de opinión, sino que está respaldado por estudios científicos que han demostrado los efectos negativos de estas prácticas.
Un estudio realizado en el Hospital Psiquiátrico Infantil Dr. Juan N. Navarro en México, titulado “El castigo físico en la crianza de los hijos. Un estudio comparativo“, analizó las creencias de los padres sobre el castigo físico y los tipos de castigos utilizados en niños con comportamientos disruptivos, comparándolos con niños sin estos comportamientos.
Los resultados revelaron que el castigo físico es significativamente más frecuente entre los niños con conductas disruptivas y que los padres que creen en la disciplina estricta tienden a utilizar más castigos físicos.
Específicamente, el 54% de los padres en el grupo clínico (con niños con trastornos disruptivos) creía que “cuanto más estrictos sean los padres, mejor se portarán los niños”. En contraste, solo el 17% de los padres del grupo control, con niños sin estos trastornos, compartía esta creencia.
Los niños en el grupo clínico también mostraron mayores niveles de sintomatología en el Cuestionario de Conners, que mide problemas de conducta y psicopatología infantil.
El estudio concluyó que el castigo físico no solo no es efectivo para modificar comportamientos no deseados, sino que también está relacionado con el desarrollo de conductas agresivas y problemas emocionales a largo plazo. Además, los niños que son castigados físicamente tienden a replicar esta violencia en su vida adulta, lo que sugiere una transmisión intergeneracional de la violencia.
Efectos del castigo físico en el desarrollo infantil
Uno de los principales problemas del castigo físico, como las nalgadas, es que no enseña nuevas conductas, sino que simplemente suprime temporalmente las indeseadas. El niño no aprende lo que debe hacer, solo evita comportarse de cierta manera por temor a ser castigado. Esto crea un ambiente de miedo, en lugar de uno de aprendizaje y crecimiento.
Además, el castigo físico puede generar complicaciones emocionales negativas. Los niños que son castigados físicamente suelen experimentar sentimientos de vergüenza, culpa y baja autoestima.
A largo plazo, estos sentimientos pueden desencadenar problemas de conducta, como la agresividad, y afectar negativamente la relación entre padres e hijos, ya que el niño puede perder la confianza en sus cuidadores.
El castigo físico también tiene un efecto destructivo en la salud emocional del padre o cuidador que lo aplica, ya que puede generar sentimientos de culpa y arrepentimiento. Esto puede llevar a un ciclo de violencia y arrepentimiento que es difícil de romper y que, en última instancia, no beneficia a nadie.
La violencia infantil en el mundo
Los estudios sobre el uso del castigo físico no se limitan a México. En todo el mundo, los datos muestran que el castigo corporal sigue siendo una práctica común, aunque está en declive. En los Estados Unidos, por ejemplo, el 80% de los padres reportan haber golpeado a sus hijos en algún momento, aunque esta cifra ha ido disminuyendo con el tiempo.
Aproximadamente un tercio de los padres que reportan el uso de castigos físicos lo hacen de manera regular, a veces semanalmente.
A nivel mundial, se estima que el 63% de los niños entre 2 y 4 años, lo que representa aproximadamente 250 millones de niños, sufren castigos corporales de manera regular. Estos datos son alarmantes, ya que sugieren que, a pesar de los avances en la concienciación sobre los efectos negativos del castigo físico, sigue siendo una práctica muy extendida en muchas partes del mundo.
Sin embargo, las actitudes hacia el castigo físico están cambiando. Una encuesta realizada en el Reino Unido en 2022 reveló que el 68% de los adultos considera que disciplinar físicamente a los niños no es aceptable, y el 64% apoya la idea de ilegalizar esta práctica.
Estos datos muestran que, aunque todavía existe una división en las opiniones sobre el castigo físico, cada vez más personas están reconociendo los daños que puede causar.
Entonces, ¿si te pegaron de niño también lo debes replicar?
Los expertos coinciden en que el castigo físico no es una forma efectiva ni saludable de educar a los niños. En su lugar, se deben promover estrategias disciplinarias que fomenten el respeto y la dignidad del niño. Estas estrategias incluyen el uso de la comunicación, el establecimiento de límites claros y coherentes, y el refuerzo positivo.
Una de las principales recomendaciones para los padres es que reconsideren sus creencias sobre la disciplina estricta. El castigo físico no solo es ineficaz, sino que también tiene consecuencias a largo plazo para el bienestar emocional y psicológico de los niños.
En lugar de recurrir a la violencia, los padres deben aprender a utilizar técnicas disciplinarias más respetuosas que fomenten el desarrollo de habilidades sociales y emocionales en sus hijos. Por ello, expertos recomiendan la crianza respetuosa no solo beneficia a los niños, sino que también fortalece las relaciones familiares y promueve una sociedad más justa y pacífica.
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