CD. DE MÉXICO.- El pasado miércoles se volvió tendencia el medicamento Antiflu-Des, ello a raíz de que un residente de Medicina Interna criticó la efectividad que tienen sus componentes para tratar afecciones como la influenza o resfriado común.
Diego Ramonfaur argumentó que en la actualidad los intereses comerciales de las farmacias van por arriba de la evidencia científica y del consenso médico, por lo que dicho producto no sería la opción más adecuada para los pacientes.
La publicación del usuario @d_ramonfaur destapó un debate en redes sociales, decenas de memes y, por supuesto, incógnitas sobre los motivos por los que ciertos medicamentos pierden su efectividad contra patologías y enfermedades.
De primera instancia, es bien sabido que los medicamentos pierden su eficacia cuando cumplen su fecha de caducidad. Las mismas farmacéuticas garantizan que la medicina surtirá efectos siempre y cuando no haya expirado.
Por lo general, la mayoría de los medicamentos tienen establecido legalmente un límite máximo de caducidad de 5 años. Pasado ese tiempo ya no se aconseja ingerir pues, además de que no aliviarán enfermedades, podrían ser resultar peligrosos para la salud.
Otra de las razones por la que los medicamentos suelen perder su efectividad es cuando el cuerpo humano genera resistencia a sus compuestos, este es el caso de los antimicrobianos.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) destaca que la resistencia a los antimicrobianos pone en peligro la eficacia de la prevención y el tratamiento de infecciones por virus, bacterias, hongos y parásitos.
Este fenómeno ocurre cuando “los microorganismos (bacterias, hongos, virus y parásitos) sufren cambios al verse expuestos a los antimicrobianos (antibióticos, antifúngicos, antivíricos, antipalúdicos o antihelmínticos, por ejemplo)”.
Los microorganismos resistentes a la mayoría de los antimicrobianos se conocen como ultrarresistentes. Y en consecuencia, las medicinas se vuelven ineficaces, las infecciones persisten en el organismo e incrementa el riesgo de propagación a otras personas.
La OPS enfatiza que esto podría convertirse en una crisis dentro del sistema de salud a nivel mundial, ya que la resistencia a los antimicrobianos supone una amenaza para el control de enfermedades.
Un factor que agrava el anterior problema es la automedicación o la ingesta de medicina sin prescripción o control médico.
Otra mala práctica en consultorios y farmacias es la venta de antimicrobianos sin que el paciente realmente lo necesite, ya que podrían aliviar sus malestares con otro tipo de compuestos menos agresivos y más efectivos.
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