Ocurrió el 11 de diciembre de 1992. Un desastre de tales proporciones que modificó para siempre algunos de los sistemas de pilotaje de un avión. Nadie supo lo que había pasado realmente hasta que escucharon las grabadoras de voz y datos. Lo que recogieron resultada insólito.
El avión era un Airbus A310-300 de Aeroflot, el vuelo 593 de la aerolínea rusa que debía hacer la ruta Moscú-Hong Kong. A bordo iban 63 pasajeros y 12 tripulantes.
La tripulación estaba formada por cinco personas en cabina, aunque no todos eran profesionales de la aviación. El capitán al mando, Yaroslav Kudrinsky, el copiloto, Igor Piskaryov, otro piloto de reserva, Vladimir Makarov (que volaba como pasajero), y los hijos pequeños de Kudrinsky.
Al parecer, se trataba del primer vuelo internacional de los críos y el padre había decidido que fueran con ellos en cabina, hecho al que no se opusieron ni Piskaryov ni mucho menos Makarov. Los hijos del capitán se llamaban Eldar (de 16 años), y Yana (de 12 años).
El avión ya había despegado del aeropuerto internacional de Sheremetyevo sin incidentes y se encontraba de camino al aeropuerto de Kai Tak en Hong Kong. Por cierto, la mayoría de los pasajeros eran hombres de negocio de Hong Kong y Taiwán que habían acudido a una serie de conferencias en la ciudad moscovita.
Lo cierto es que el hecho de que los críos estuvieran en cabina desde el despegue era del todo inusual. En aquella época, lo único que Aeroflot permitía a las familias de los pilotos era a viajar con una tarifa de descuento una vez al año.
Sea como fuere, lo ocurrido a partir de entonces no se supo tras la catástrofe, se conoció una vez que se recuperaron las grabaciones del interior del avión y se pudo reconstruir la fatal toma de decisiones por parte del capitán.
Niños al mando de un avión
Una vez en velocidad de crucero, Kudrinsky acciona el piloto automático. En contra de todas las regulaciones existentes, la hija del capitán estaba en cabina y se había sentado en el mando izquierdo mientras el padre le enseñaba algunas características del piloto automático, entre otros, el uso del HDG/S y los submodos NAV para alterar el rumbo.
Por su parte, el hijo del capitán, Eldar, tomó el asiento delantero. El capitán pretendía aparentar que ajustaba el rumbo del piloto automático para darle la impresión de que estaba girando el avión, aunque en realidad no tenía control sobre el mismo.
Poco después, Eldar ocupó el asiento del piloto. Sin embargo y a diferencia de su hermana, el chico aplicó la suficiente fuerza sobre el panel de control como para apagar el piloto automático durante 30 segundos, antes de volver a situar la rueda en su posición original. Esto hizo que el ordenador del vuelo cambiara los alerones del avión al control manual, mientras que mantenía el control sobre los otros sistemas del vuelo.
Cuando el piloto automático intentó nivelar el avión a la ruta programada, entró en conflicto con las entradas de la rueda de control, las cuales se bloquearon en una posición neutral. Además y mientras ocurría, una luz parpadeante y silenciosa se encendió. Esta luz servía para alertar a los pilotos de la desconexión parcial que estaba existiendo. Los pilotos, quienes habían volado anteriormente en aviones de diseño exclusivamente rusos que tenían señales de advertencia sonoras, no lo notaron.
Unos instantes después, Eldar, el joven adolescente, es el primero en darse cuenta de algo. Poco después, el indicador de la trayectoria de vuelo cambió para mostrar una nueva trayectoria a medida que giraba. Dado que el giro era continuo, la trayectoria de vuelo pronosticada en la pantalla era una auténtica locura: un giro de 180 grados.
Esto, según los registros posteriores, confundió a los pilotos durante unos 9 segundos. Durante esta confusión, el avión pasó de un ángulo de 45 grados a casi 90 grados (muchísimo más pronunciado de lo que estaba diseñado). De hecho, el A310 no puede girar abruptamente mientras mantiene la altura, y el avión había comenzado a perder altura de manera muy rápida.
A los pasajeros casi no les dio tiempo de gritar, el aumento de las fuerzas g en los propios pilotos y la tripulación hizo que la aventura de enderezar la nave y retomar el control de un avión que estaba casi en posición vertical, fuera poco menos que un milagro.
El piloto automático no respondía y el avión caía en picado. Con las fuerzas g impidiendo alguna maniobra, el copiloto Piskaryov se las arregló para salir de la inmersión y girar el aparato en un ascenso casi vertical. Luego pasó de nuevo a caer, y aunque piloto y copiloto recuperaron el control y nivelaron las alas, su altitud era demasiado baja para recuperarse.
El avión se estrelló en una ladera de la cordillera de Kuznetsk Alatau, Siberia, a una velocidad vertical elevadísima. Murieron en el acto todas las personas a bordo.
El Airbus se estrelló con el tren de aterrizaje en el interior. Las torres de control no habían recibido llamadas de socorro antes del accidente y las primeras investigaciones no acertaban a descifrar qué había ocurrido allí dentro. De hecho, la aerolínea negó al principio que los niños estuvieran en la cabina.
La transcripción de las cintas
Esa fue la creencia del público en general, ya que el asunto se resolvió bajo una nebulosa donde oficialmente se trató como un accidente más de aviación. Hasta que la revista moscovita Obozrevatel publicó las transcripciones el 28 de septiembre de 1994.
Las cintas confirmaban de manera bastante clara que el hijo del piloto había causado el accidente del avión. Media hora antes del fatal desenlace, Kudrinsky dejó su asiento a su hija de 12 años y luego a su hijo de 16 años. Esta fue la transcripción:
“Papá, ¿puedo tocar esto?”, dijo Yana, mientras se sienta en los controles. Su padre señala estrellas y luces de la ciudad, y le advierte que no presione ningún botón.
Sin embargo, la escena se vuelve aterradora cuando el hijo del capitán, Eldar, toma el mando.
“Mira, mira la tierra mientras te vuelves”, le dice el capitán-. “Vamos hacia la izquierda, gira a la izquierda (hay una pausa) ¿Está girando el avión?”
“¡Genial!” dice Eldar.
Sin embargo, cuatro minutos más tarde, el niño pregunta lo siguiente:
“¿Por qué está girando el avión?”
“¿Qué está haciendo qué?”, exclama el capitán.
Entonces se escucha la voz del copiloto Piskaryov, quién exclama, “¡Chicos!”, porque el avión había comenzado a girarse. Luego se escucha un pequeño silbido y la grabación registra los frenéticos esfuerzos de la tripulación para recuperar el control.
Así fue como se llegó a la conclusión de que el pequeño Eldar fue un “factor determinante en la cadena de eventos y circunstancias fatídicas”. Los investigadores dijeron que esto no habría ocurrido en un avión de fabricación rusa, y que aparentemente la tripulación no se dio cuenta del detalle.
Tras la catástrofe aérea del vuelo 593 se revisaron y endurecieron todos los protocolos relativos a las personas que podían estar en cabina. Además, todos los vuelos pasaron a estar dotados de alarmas visuales y sonoras que puedan avisar cuando se desconecta un piloto automático, aunque sea de manera parcial.
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