La cocina poblana se pinta sola para agasajar al local y al visitante. Su mosaico de colores habla de una tradición que supo adaptarse al flujo de ingredientes e influencias que han desfilado en su territorio. Españoles, franceses y libaneses han dejado su estampa en la culinaria local. El mole poblano, la confitería y los platillos de corte colonial son los embajadores de su cocina y actualmente las propuestas poblanas, tomando en cuenta su herencia cultural, caminan hacia el movimiento de vanguardia que se vive en el país.
La ciudad de Puebla tiene dos caras: la colonial que se recorre a pie entre sus incontables iglesias y la moderna, cuya existencia remite más a la vida del suburbio estadounidense.
Aquí cuatro recomendaciones para escaparte de fin de semana. La cemita es un platillo representativo y Moyuelo se ha dado a la tarea de darle un toque contemporáneo. Prueba su cemita de rabo de res con huevo pochado y pesto de pápalo, un bocado que sintetiza la vieja y la nueva escuela poblana.
Después, visita El Mural de los Poblanos, donde lo tradicional se enmarca en un recinto colonial. Su carta toma en cuenta la estacionalidad de los productos y sus moles son una delicia. Prueba los escamoles, que los ofrecen en taquitos o bien, pide una degustación de mole: poblano, pipián verde, pipián rojo, manchamanteles y adobo.
Finalmente, visita El Grillo, cuya propuesta incluye un sashimi de atún y una selección de ostiones a las brasas. Además, del 18 al 13 de marzo ofrecerán un menú a las brasas inspirado en una dupla de fuego y humo con el chef Dante Ferrero, de Monterrey.